Que consumir azúcar en abundancia es dañino para la salud es algo que todos sabemos. Sin embargo, los más pequeños siguen alimentándose a base de una dieta repleta de azúcares ocultos: zumos, bollería industrial, procesados como pizzas o salchichas... Las prisas y el ajetreado ritmo de vida de muchas familias llevan a descuidar un aspecto fundamental en la vida de cualquier niño, su alimentación.
Se suele recurrir a un zumo procesado como alternativa a una pieza de fruta cuando nada tiene que ver una cosa con la otra. Existen cientos de alimentos en la industria que se venden a ojos del público como saludables y libres de azúcares cuando esto no es así. De hecho, basta con mirar el etiquetado de muchos de estos artículos 'libres de azúcares' para darse cuenta de que mienten.
Los científicos llevan años advirtiendo del peligro que suponen todas estas bebidas azucaradas y productos procesados para los menores, llegando incluso a reducir su esperanza de vida. Existe una epidemia de obesidad infantil en muchos países, pero, ¿hacen algo los Gobiernos para acabar con este grave problema?
La subida de impuestos a las bebidas azucaradas
Algunos países como Francia, México, Italia o Reino Unido llevan varios años llevando a cabo un agravamiento de impuestos sobre productos azucarados con el objetivo de reducir su consumo entre la población. Sin embargo, en países como Alemania, el plan de implantar un impuesto extra sobre las bebidas azucaradas fue rechazado en marzo de 2016 por el entonces ministro de Alimentación y Agricultura, Christian Schmidt.
"El objetivo es convencer a las personas de que lleven un estilo de vida saludable y no evitar otros comportamientos a través de 'impuestos de castigo' o 'prohibiciones', la clave está en proporcionar información suficiente ya durante la infancia ", declaró el Gobierno de Alemania entonces.
Sin embargo, aunque Alemania rechazó la subida de impuestos a las bebidas azucaradas, decidió estudiar qué más podía hacer para reducir el azúcar, la sal y las grasas en los alimentos preparados, destinando para ello dos millones de euros. Además se ciñó a la recomendación de la Unión Europea de reducir en cinco años la proporción de azúcar en, al menos, un diez por ciento. Así, Alemania se sumó a la guerra contra el azúcar entre los más pequeños.
Alemania se une a la guerra contra el azúcar
En muchas guarderías y comedores escolares se establecían ya por entonces menús con alimentos que no contuvieran azúcar de forma explícita. Además, en muchos institutos, las asociaciones de padres y madres llegaron a crear una tarjeta prepago que permitía a los alumnos adquirir solamente productos que no llevaran azúcar en la cafetería.
Incluso los medios de comunicación se hicieron eco del problema del azúcar en la dieta de los niños. Una tertulia de gran audiencia, 'Hart aber fair' (Duro pero justo), dedicó una edición al debate de este tema. Denunciaron a los anuncios televisivos y a la industria alimenticia de estar volviendo a los niños adictos al azúcar a base de introducirla en los alimentos menos esperados.
Estuvo presente en aquel debate el ministro Christian Schmidt, que delante de todo el país volvió a rechazar la idea de seguir el ejemplo de Gobiernos como el británico, que destinaría el dinero recaudado con la subida de los impuestos a las bebidas azucaradas a programas estatales para el deporte. Schmidt se reafirmó en que bastaba con que los padres de los niños leyeran las etiquetas y compraran de forma responsable.
Pero a Alemania le quedaba un largo camino hasta acabar con el problema del azúcar. No podían evitar que niños y adolescentes siguieran acudiendo a la panadería a comprar bollos como el 'bretzel' o el 'schweineohren', repletos de sal y azúcar, o que consumieran productos aparentemente exentos de azúcar, como el döner kebab, que en realidad equivale a nada menos que 23 terrones. Los niños seguían viviendo completamente ajenos a las preocupaciones por su salud.
Un 15% de los niños alemanes padece sobrepeso
Así, ese mismo año, en 2016, Foodwatch, una organización no gubernamental que se encarga de vigilar la calidad de los alimentos y bebidas que consumen los alemanes, publicó un informe que alertó aún más a las autoridades alemanas y reflejó una realidad que no podían negar: un 15% de los niños alemanes padece sobrepeso y un 6% es obeso. Además, establecía que la mala alimentación entre los más jóvenes les lleva a tener posibilidades de contraer enfermedades como diabetes, hipertensión arterial, problemas articulares y enfermedades cardíacas.
"Los políticos no deben seguir observando cómo la industria alimentaria contribuye a la malnutrición infantil con sus métodos de comercialización", apuntaba el informe de Foodwatch. "La comercialización dirigida a los niños solo debe permitirse para alimentos saludables. El Gobierno Federal debe poner esto en práctica de una vez por todas".
Las nuevas medidas del Gobierno germano contra el azúcar
Pero el Gobierno alemán ha tardado dos años en hacer frente al duro informe de la organización. Ha sido ahora, en octubre de 2018, cuando la nueva ministra de Alimentación y Agricultura, Julia Klöckner, ha anunciado que están trabajando en una reforma que entrará en vigor en el año 2019 y que prohibirá el uso de azúcar en las bebidas destinadas a bebés y niños de corta edad.
Además, ha manifestado que tiene la intención de promover ante la Comisión Europea la prohibición de las galletas dulces para niños y la limitación de la publicidad destinada a menores de edad sobre productos alimenticios que contengan azúcar.
Jens Spahn, compañero de gabinete de Klöcker y ministro de Sanidad, ha sugerido además la regulación de multas y sanciones para aquellas empresas alimenticias que no cumplan con los estándares aceptables para el Gobierno. "La obesidad es la gran plaga de estilo de vida de nuestra civilización y es nuestro deber luchar contra ella con todos los recursos a nuestro alcance", aseguró.
De esta forma, la ministra de Alimentación ha culminado con éxito su guerra contra el azúcar en la dieta infantil asegurando que ha alcanzado un acuerdo voluntario con la industria alimentaria : "Contamos con todo tipo de estudios que demuestran los efectos del azúcar en la salud y respetamos el principio de la voluntariedad, esperamos que las empresas reduzcan de forma voluntaria las cantidades de sal, azúcar y grasa que incluyen en los alimentos. Pero si no es así, tendremos que tomar medidas", declaró Klöckner.
El rechazo de Foodwatch al acuerdo voluntario
Sin embargo, este acuerdo ha sido muy criticado por Foodwatch, que considera que es inútil basarse en el voluntarismo en lugar de responsabilizar finalmente a la industria. "Es ridículo lo que la señora Klöckner vende como un gran hito. El acuerdo deja en principio en manos de las propias empresas la decisión de qué objetivos se fijan para promover una dieta sana", asegura la organización. "Klöckner se ha puesto del lado del lobby del azúcar", añade.
Así las cosas, es cuestión de tiempo que la industria alimentaria responda de forma adecuada a este acuerdo voluntario con el Gobierno germano ya que, de lo contrario, se tomarán medidas tal y como ha declarado la ministra de Alimentación y Agricultura de Alemania.