Alergia alimentaria e intolerancia alimentaria son términos que llevan a confusión entre las personas ya que son términos que están relacionados entre sí pero con causas, evoluciones y tratamientos diferentes.
La alergia alimentaria está considerada como una forma específica de intolerancia alimentaria. Se explica como una hipersensibilidad a una sustancia, el alérgeno, que al ingerirlo (incluso inhalarlo o tocarlo) produce unos síntomas característicos y diversos. Es una reacción exagerada del sistema inmunitario ante un estímulo no patógeno para la mayoría de la población. En la actualidad, más de un tercio de la población mundial presenta alguna enfermedad de origen alérgico.
Por otro lado, la intolerancia alimentaria es un término utilizado para una gran variedad de respuestas fisiológicas asociadas a alimentos particulares (a un alimento, una bebida o un aditivo alimentario). A diferencia de la alergia alimentaria, implica el metabolismo pero no el sistema inmune, es decir, no interviene la liberación del anticuerpo Inmunoglobulina E (IgE) que sí es liberado una reacción alérgica. Estas reacciones negativas están espaciadas en el tiempo.
Debido a esta confusión no se diferencia bien entre la intolerancia a la lactosa y la alergia a la proteína de la leche. Ésta, la leche, es una secreción nutritiva producida por las glándulas mamarias de las hembras de algunas especies de animales: los mamíferos. La principal función de la leche es la de nutrir a las crías hasta que son capaces de digerir otros alimentos. Está compuesta principalmente por agua y, en menor proporción por sales, minerales y calcio, hidratos de carbono (lactosa), materia grasa, proteínas y vitaminas. Además protege su tracto gastrointestinal contra patógenos, toxinas y otras afecciones inflamatorias. La leche de los mamíferos domésticos (principalmente de vaca, pero también de oveja, cabra, yegua, camella, etc.), forma parte de la alimentación humana diaria en la mayoría de las civilizaciones debido a su alto poder nutritivo.
Alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV)
Se trata de una reacción adversa del organismo frente a las proteínas de este alimento, mediada por un mecanismo inmunológico. Es una respuesta desproporcionada del sistema inmunitario frente a un alimento normalmente inofensivo. Los individuos con una predisposición alérgica, tras los primeros contactos con el alimento como puede ser la introducción del biberón, reconocen proteínas extrañas o partes de éstas que difieren de las de la leche humana, y que son capaces de inducir una respuesta inmunológica. Es la alergia alimentaria más común en lactantes y niños pequeños, entre un 2% y un 5% de todos los niños padecen esta afección.
La leche de vaca está compuesta por diferentes tipos de proteínas con distintas denominaciones:
Caseína : conforma el 80% de las proteínas de la leche y son las encargadas del crecimiento y desarrollo óseo.
Seroproteína : El 20% de proteínas restantes lo conforman la Beta globulina y Alfa globulina, conocidas comúnmente como "suero de la leche".
Los síntomas y signos provocados por la APLV son diversos y pueden afectar a varios sistemas orgánicos, como la piel, el aparato digestivo o el respiratorio, lo que puede dar lugar a erupciones cutáneas, eccemas, vómitos, diarrea, cólicos, , estreñimiento, resuellos o llantos excesivos en el caso de niños pequeños. Estos síntomas y signos se pueden controlar mediante la eliminación de las proteínas de la leche de vaca de la alimentación. Hay muchas opciones sustitutivas disponibles, como las fórmulas que contienen proteínas hidrolizadas o las fórmulas que no contienen proteínas de la leche de vaca. Cuando no se puede limitar a eliminar por completo las proteínas de la alimentación debe asegurarse de que las proteínas de la leche se sustituyan por alternativas nutricionales equivalentes. También se pueden aliviar según su origen: mediante cremas si son problemas cutáneos, pautas de alimentación para reflujos, etc.
Diagnóstico y tratamiento de la alergia a la proteína de leche de vaca
Se tendrán en cuenta los síntomas y signos de la persona, su historial médico, así como los resultados de las pruebas. Esta pruebas pueden incluir:
- Análisis de sangre.
- Pruebas cutáneas : se les da preferencia porque son más rápidas. Cuando las reacciones alérgicas se producen de modo inmediato después de que la persona ha comido, es más probable que una prueba cutánea o un análisis de sangre den positivo.
- Dietas diagnóstico: como dietas de eliminación o exposición a alimentos, se pueden elegir cuando las reacciones alérgicas se produzcan horas o días después de haber ingerido el alimento.
(Todas estas pruebas deben realizarse bajo supervisión médica por parte de un especialista).
El tratamiento consistirá en la eliminación de todos los productos lácteos y de aquellos productos procesado que incorporen proteínas de la leche. Se excluirá de la dieta leche de cabra y oveja por su similitud proteica.
Intolerancia a la lactosa
La intolerancia a la lactosa es la incapacidad del intestino delgado para digerir el azúcar de la leche (denominado lactosa). El intestino no produce suficiente cantidad de enzima lactasa para ayudar a la absorción de este nutriente. Se trata de una intolerancia alimentaria, es decir, el cuerpo no puede digerir este nutriente. El sistema inmunitario no se ve implicado por lo que no se produce ninguna reacción alérgica. Los niños no muestran signos de esta intolerancia hasta que tienen al menos tres años de edad y es muy común en los adultos.
Los síntomas que incluye la intolerancia a la lactosa son: Hinchazón, dolor abdominal, naúseas, flatulencia o diarrea pueden ser signos de intolerancia a la lactosa. Ni la piel ni el aparato respiratorio suelen verse afectados. Los síntomas sólo se pueden controlar si se evitan todos los alimentos que contengan lactosa, como por ejemplo, todo tipo de leche y productos lácteos.
Diagnóstico y tratamiento de la intolerancia a la lactosa
Existen varias pruebas para saber si existe esta intolerancia en una persona. Entre ellas están:
- Test de hirógeno espirado: mide la cantidad de hidrógeno en el aire que uno exhala. Si el cuerpo tiene problemas para descomponer y absorber la lactosa, los niveles de hidrógeno en el aliento se incrementan.
- Test de tolerancia a la lactosa : tras una ingesta de lactosa (50g.) se mide el nivel de glucemia en sangre. Si no se produce un aumento quiere decir que no se ha absorbido, por lo que el test es positivo.
- Nivel de pH de las heces: puede ser usado para diagnosticar la intolerancia a la lactosa en niños pequeños, para quienes otros tipos de métodos son arriesgados o poco prácticos.
- Diagnóstico genético
- Biopsia del intestino delgado
(Todas estas pruebas deben realizarse bajo supervisión médica por parte de un especialista).
Aunque la intolerancia a la lactosa no plantea una amenaza adicional para la salud de las personas, es conveniente minimizar la incidencia y severidad de los síntomas y signos. Para ello se suprimirán o evitarán todos los alimentos que contengan lactosa, leche y sus derivados, así como productos procesados que le haya sido incorporada.
Tanto para la APLV como para la intolerancia a la lactosa consulte siempre al médico de cabecera para su correcto diagnóstico y tratamiento. Existen numerosas páginas con información, apoyo, listas de alimentos y recetas para llevar una vida más fácil.