Aunque no existe una expresión precisa de la enfermedad asmática, las sociedades médicas internacionales han elaborado una definición clínica de consenso que incluye los principales aspectos del proceso asmático. Así, en la Estrategia Global para el Asma define a esta enfermedad como una "inflamación crónica de las vías aéreas en la que desempeñan un papel destacado determinadas células y mediadores. Este proceso se asocia con la presencia de hiperrespuesta bronquial (HRB) que produce episodios recurrentes de sibilancias, disnea, opresión torácica y tos, particularmente durante la noche o la madrugada. Estos episodios se asocian generalmente con un mayor o menor grado de obstrucción al flujo aéreo a menudo reversible de forma espontánea o con tratamiento".
Esta hiperreactividad bronquial se debe a una serie de estímulos como polen, hierba, polvo, pelos de animales, alimentos, productos químicos, ejercicio físico o emociones intensas. Estos episodios pueden durar horas o días según sea el nivel de gravedad. A veces se resuelven espontáneamente pero, casi siempre, lo hacen gracias a tratamientos. En la mayoría de los casos los episodios serán poco frecuentes, pero en las formas más graves pueden ser muy repetidos e, incluso, hacerse persistentes.
Es la enfermedad crónica más frecuente en la infancia. Definirla en los niños menores de 3-4 años, es mucho más compleja debido a que en estas edades, algunos niños presentan síntomas que son provocados principalmente por infecciones víricas, y que pueden simular la existencia de asma. Estos episodios han sido nombrados de diferentes modos: asma del lactante, asma del niño pequeño, catarros descendentes, bronquiolitis de repetición, hiperreactividad bronquial, bronquitis sibilante, sibilancias recurrentes, etcétera.
La prevalencia de asma infantil varía enormemente entre los distintos países del mundo. Parece estar aumentando de forma constante en los países industrializados desde los años setenta del siglo pasado. Se desconoce la razón de este aumento. Para explicarlo se apuntan varias hipótesis, como pueden ser los cambios alimentarios (con una disminución de la lactancia materna), la introducción más temprana de alimentos sólidos en la lactancia, mayores tasas de vacunación, menor padecimiento de infecciones parasitarias o bacterianas, mayores niveles de contaminación o, incluso, mayores niveles de alérgenos en los interiores de las viviendas. Una de las explicaciones más recientes indica que podría estar relacionado con un cambio en la maduración del sistema inmunológico de los niños en los países industrializados, como consecuencia de una menor exposición a determinadas infecciones bacterianas.
Según los datos de población del Instituto Nacional de Estadística de 2008 y la prevalencia estimada, con datos aportados por el Instituto Nacional de la Salud, en España habría cerca de 500.000 asmáticos menores de 16 años. La prevalencia del asma en la infancia es mayor en chicos que en chicas en primeros diez años de vida. Llegando a la adolescencia, el asma es más frecuente en las chicas, sobre todo si se asocia a obesidad y pubertad precoz. La evolución del asma a lo largo de los años es una cuestión que todavía hoy no está aclarada y es variable de unos niños a otros. Los estudios señalan que entre un 30% y un 70% de los niños con asma siguen presentando síntomas en la edad adulta.
Síntomas más habituales y frecuentes del asma en niños
Sibilancias : es el síntoma más característico del asma. Estos sonidos en forma de "pitidos o silbidos" provienen del pecho al respirar, producidos por el paso del aire por las vías respiratorias estrechadas u obstruidas. Suelen detectarse durante la exploración realizada por el médico, al auscultar el pecho con un fonendoscopio o estetoscopio, aunque en ocasiones se oyen sin necesidad de ningún aparato.
Tos : aunque la tos es un síntoma muy frecuente en los niños, ocasionada por catarros, en ocasiones por su duración o características también es un síntoma de asma. Se caracteriza por ser persistente, seca, irritativa y molesta; empeora por la noche o a primera hora de la mañana, aparece durante o tras el ejercicio o el juego, la risa, el llanto e, incluso, tras emociones intensas. En ocasiones, puede pasar de ser seca a húmeda (con flemas) por la producción de moco en los bronquios.
Dificultad respiratoria : significa que cuesta más introducir y expulsar el aire de los pulmones. Se describe como una sensación de «falta de aire» o «ahogo» ( disnea ). Con frecuencia aparece tras el ejercicio y por la noche. Otras veces, surge cuando se tiene un catarro, otras infecciones respiratorias o hay exposición a algún otro factor desencadenante: alérgenos, humo del tabaco, etc.
Opresión torácica : o sensación de «tirantez» en el pecho. También la describen como «dolor o sensación extraña» en el pecho al respirar. Esta sensación la transmiten difícilmente los niños pequeños, por lo que es un síntoma que se encuentra con más frecuencia en niños mayores y adultos.
Los síntomas de asma son muy variables en su presentación y en su intensidad, entre unos pacientes y otros, o en un mismo paciente a lo largo del tiempo. La mayoría de las veces son leves y su repercusión en la vida diaria es poca; otras pueden llegar a ser graves y afectan gravemente a la salud y la calidad de vida, pudiendo provocar la muerte sin son muy intensos y no se tratan adecuadamente. En la mayoría de los pacientes se alternan momentos de gran intensidad de la enfermedad (crisis) con largos periodos libres de síntomas.
Factores desencadenantes
Infecciones respiratorias : son la causa más frecuente. El rinovirus (virus del catarro común) y el virus respiratorio sincital son los dos con una presencia más habitual.
Alérgenos : son sustancias que, al introducirse en el organismo, provocan una reacción respuesta alérgica en personas sensibilizadas, que ya han tenido previamente contacto con esa sustancia. La exposición continua o repetida a estos alérgenos provoca la persistencia de la inflamación de los bronquios. Los alérgenos más frecuentes son: los ácaros del polvo (que se acumulan en librerías, alfombras, moquetas, colchones, en definitiva, todo aquello que puede acumular polvo en interiores), el polen, los animales domésticos (sobre todo contenidos en su caspa, saliva y orina): entre los más frecuentes están el gato, perro y hámster, aunque otros animales también pueden ser fuente de alérgenos; los mohos de la «humedad» también son causa de empeoramiento del asma.
El ejercicio físico es otro desencadenante frecuente del asma, sobre todo si se realiza en ambientes fríos y secos
Determinadas circunstancias meteorológicas adversas, como el frío, la humedad y el viento.
Los contaminantes ambientale s, que provienen de la combustión de los vehículos y calefacciones o estufas, emisión de gases por fábricas e industrias, y agentes químicos irritantes.
La exposición pasiva al humo del tabaco potencia el riesgo de afecciones respiratorias.
Otros desencadenantes de síntomas o ataques de asma pueden ser las reacciones emocionales como reír, llorar y/o suspirar que, por la respiración rápida e hiperventilación que provocan, pueden desencadenar síntomas, sobre todo en pacientes con asma mal controlada.
Por otra parte la alergia alimentaria (por ejemplo, a frutos secos), a las picaduras de la avispa y la abeja, o la existencia de otras enfermedades al mismo tiempo, como el reflujo gastroesofágico, pueden provocar síntomas o ataques de la enfermedad. También ciertos medicamentos pueden ser factores desencadenantes.