Este procedimiento diagnóstico consiste en realizar una punción en el hígado, para así obtener una muestra de tejido hepático. Posteriormente se realizar un estudio anatomopatológico de la muestra. Esta prueba está especialmente indicada para diagnosticar enfermedades hepáticas (enfermedades que afectan al hígado), evaluar el pronóstico y/o decidir un tratamiento. En la actualidad existen diversas técnicas para realizar una biopsia hepática, la más habitual es la biopsia hepática percutánea. Esta opción diagnóstica prevalece sobre las otras pues es menos traumática para el paciente y las complicaciones son menores. Sin embargo, en otras ocasiones es necesario recurrir a otras técnicas para realizar la biopsia hepática, ya sea por necesidades médicas o situación del paciente. Para esos casos recurrimos a la biopsia hepática transyugular y biopsia hepática laparoscópica.
¿Qué es una biopsia hepática y en qué consiste?
La biopsia hepática es un procedimiento necesario para la obtención de una pequeña muestra de tejido de hígado, sobre la que posteriormente se realizará un examen bajo microscopio. Mediante el análisis de este tejido se obtiene información muy útil que ayuda a la toma de decisiones clínicas y de tratamiento en las personas con enfermedades hepáticas. La información que se obtiene ayudará a determinar el grado de fimosis y el grado de inflamación que presenta el hígado, en el caso de hepatitis crónicas como es hepatitis C o B. estos datos permiten a los médicos hacerse una idea aproximada de la velocidad de progresión de la enfermedad.
La prueba se realiza con anestesia local. Lo que significa que usted estará despierto pero no sentirá dolor, aunque sí puede notar una sensación de movimiento. Antes de realizar la punción será sometido a una ecografía para evaluar el lugar más adecuado donde tomar la muestra, este punto será marcado con un rotulador. Se introducirá posteriormente para la toma de la biopsia, una aguja gruesa y la muestra de tejido hepático quedará alojada en el interior de ella. Es muy importante que durante el procedimiento siga las indicaciones del médico y le informe si presenta cualquier síntoma: dolor, mareos, náuseas o vómitos. Es posible que el médico le pida en determinados momentos que expulse el aire o se mantenga sin respirar.
¿Cuándo no puede hacerse?
No hay ninguna contraindicación absoluta para someterse a esta prueba. Sin embargo, existen situaciones en las que es mejor buscar otras alternativas o posponer la prueba hasta que el paciente esté en mejores condiciones; pues no es posible garantizar el éxito del procedimiento o existe un alto riesgo de complicaciones si se lleva a cabo. Es el caso de: personas con obstrucción biliar o infección hepática, si el paciente presenta alteraciones graves de la coagulación, en casos de obesidad mórbida, y si la persona posee lesiones vasculares o hepáticas. La falta de colaboración del paciente por desorientación, edad avanzada u otros problemas también hace desestimar la biopsia hepática.
¿Existen complicaciones?
La biopsia hepática es una técnica relativamente segura y presenta una tasa muy baja de complicaciones graves. Aún así, como toda prueba médica no está exenta de complicaciones y riesgos. Como por ejemplo, la hemorragia. Ésta ocurre en menos de 2% de los casos, con mayor frecuencia si la persona presenta problemas de coagulación o en personas que padecen cáncer. No hay que alarmarse, pues normalmente tan solo aparecen pequeños hematomas que se reabsorben sin problemas.
Otras posibles complicaciones, aunque inusuales son: la infección o la salida de bilis a la cavidad abdominal, puncionarse por error algún otro órgano cercano al hígado como la vesícula o los riñones. Aunque lo más común es la aparición de dolor, frecuentemente a nivel de la punción o reflejado en el hombro derecho, que se soluciona con la toma de analgésicos.
Preparación para la biopsia hepática
Los días previos a la prueba no precisa de ninguna preparación excepcional. Se puede realizar la actividad diaria habitual sin problemas. Tan solo es necesario reajustar la medicación en caso de que se tomen fármacos antiagregantes como son: aspirina, clopidogrel, prasugrel, ticagrelor, duoplavin.... Éstos deberán suspenderse como mínimo una semana antes del procedimiento. Por el contrario si se toman fármacos anticoagulantes como es el caso del sintrom, pradaxa, etc. El médico de cabecera suspenderá este fármaco de 3 a 5 días antes de la prueba sustituyéndolo por inyecciones subcutáneas de heparina, que se administran de manera diaria en la tripa o zona abdominal.
El día antes de la prueba deberá realizarse una analítica completa, haciendo especialmente hincapié en los valores de la coagulación para minimizar los riesgos de sangrado. En caso de alteraciones en la coagulación es posible que sea necesario transfundir plasma o plaquetas, o vitamina k endovenosa para corregirla. Para este procedimiento son necesarias las ayunas, lo que significa que no debe comer ni beber nada desde ocho horas antes de la prueba. Si debe tomar alguna pastilla antes de la biopsia puede hacerlo con un sorbo de agua.
¿Que esperar después de la prueba?
Tras la biopsia se debe permanecer bajo vigilancia al menos seis horas. En algunos hospitales podrá irse a casa o deberá pasar la noche según sea el protocolo. En caso de dolor, éste se controlará con la analgesia habitual. Las dos primeras horas deberá permanecer tumbado sobre su lado derecho y posteriormente en reposo en cama unas horas. No deberá levantar peso durante las próximas 24 horas y podrá comenzar a tomar alimentos tras seis horas después de la biopsia. El médico reintroducirá su tratamiento anticoagulante o antiagregante según cada caso.
El resultado de la prueba suele tardar unos días. Lo habitual es que le comuniquen el resultado en una consulta posterior de manera ambulatoria. Si tras la biopsia hepática siente mareos, dolor intenso o sudoración fría, avise a la enfermera o al médico a su cuidado; en caso de encontrarse en casa acudir a urgencias si ha sido dado de alta.
Alternativas la biopsia hepática percutánea
Biopsia hepática vía transyugular: se inserta un catéter (tubo fino) a través de la vena yugular derecha, se accede a la vena hepática y a través de ella se obtiene un tejido de hígado. La muestra se obtiene por aspiración y con ayuda de una jeringa colocada en el extremo de dicha aguja. Para puncionar la vena yugular derecha se utiliza ecógrafo, de manera que el médico está seguro de que no se está pinchando otra vena. Se realiza también bajo anestesia local y debe realizarse en un quirófano o una sala de cateterismo. Como ventaja presenta menos riesgo de sangrado, por lo que es habitual usarla en pacientes con alteraciones importantes de la coagulación. Sin embargo, las muestras que se obtienen son muy pequeñas y por tanto los resultados son más difíciles de obtener y menos concluyentes.
Biopsia hepática laparoscópica: la técnica laparoscópica consiste realizar incisiones menores a 1 cm en el abdomen, por ellos se insertan unos tubos conocidos como trócar, a través de ellos se introduce el material necesario y una pequeña cámara que permite la visibilidad dentro de la zona abdominal. Al inicio se infla el abdomen con gas de dióxido de carbono, para proporcionar visibilidad y espacio donde trabajar. Gracias a la cámara el médico sabe en todo momento donde colocar el material para realizar la toma de biopsia. Éste método permite observar la directamente la superficie del hígado además de obtener una muestra de tejido hepático. Por el contrario es más traumático para el paciente, y conlleva más riesgos.