El cáncer es una enfermedad dura y severa para cualquier persona que la padezca. Sin embargo, no todos los tipos de cáncer son iguales ni tienen una incidencia igual en los seres humanos. Aunque tendemos a ver similitudes en todos los casos, existen grandes diferencias entre un cáncer cuando es sufrido por una persona adulta a cuando quien lo tiene es un niño.
La enfermedad, aunque sea el mismo tipo de cáncer -algo que es poco habitual, no afecta del mismo modo al organismo de un enfermo de 7 años que al de uno de 40 o al de otro de 75-. Además hay otra serie de condicionantes que hacen que los pacientes de corta edad sobrelleven la enfermedad y sus consecuencias de un modo diferente a como lo hacen los adultos. También se enfrentan de un modo diferente a ella.
En el artículo de hoy de Bekia trataremos de arrojar algo de luz acerca de las diferencias de esta enfermedad cuando quienes la padecen son niños y cuando son adultos. El cáncer infantil tiene una serie de peculiaridades que lo hacen diferente del de adultos. Su tratamiento, diagnóstico, pronóstico, causas e incluso mortalidad es diferente.
El diagnóstico en el cáncer infantil
Para empezar por el principio, diremos que ya hay diferencias en cuanto al diagnóstico. Por lo general, en un adulto el cáncer puede llegar a detectarse pronto. Una mayor vigilancia o el hecho de que se hagan pruebas de manera periódica en población con riesgo de estar enferma hace que se conozca antes la dolencia y, por lo tanto, pueda iniciarse un tratamiento primero.
Esto no suele ocurrir así en el caso del cáncer infantil. No se sospecha, por norma general, que un niño pueda estar enfermo hasta que algo hace saltar las alarmas. No se le realizan pruebas y en la mayor parte de los casos, cuando se llega al diagnóstico es meses después tras haber pasado por otra serie de diagnósticos erróneos.
Esta situación no es culpa ni de los padres del niño por no haberlo detectado primero, ni tampoco del personal médico. Simplemente, atendiendo a las probabilidades, es muy extraño que un niño tenga cáncer. Es mucho más habitual entre los adultos que entre los menores. Hay que tener en cuenta que el cáncer infantil apenas supone un 0,3% del total de los cánceres que se diagnostican.
Además, en las personas de cierta edad hay una serie de factores (genéticos, medioambientales, hábitos,...) que pueden llevar a pensar que padezca cáncer. Por lo general esos factores no se tienen en cuenta a la hora de diagnosticar en un primer momento la enfermedad de un niño porque no tienen incidencia en estas dolencias concretas. Esto hace que en el momento en que ya se tiene el diagnóstico definitivo la enfermedad está avanzada y el cáncer ha podido extenderse a otras partes del cuerpo.
Los cánceres que afectan a los niños
Una vez que se ha hecho un diagnóstico se descubre que los cánceres que son comunes entre los niños no lo son entre los adultos, y viceversa. Así, dentro del cáncer infantil los más conocidos con la leucemia, los linfomas, los turmores cerebales y el cáncer de hueso. Todos ellos tienen en común el hecho de que es difícil determinar a qué se deben.
Entre los adultos, por el contrario, los más comunes son los cánceres que afectan a órganos como el pulmón, el colon, la próstata, el páncreas o el pecho. Estas dolencias no tienen incidencia, por lo general, en los niños, por lo que los tratamientos en uno u otro caso son completamente diferentes.
Los comentados anteriormente son los tipos de cáncer infantil con más incidencia entre los menores, pero existen otros muchos más que son minoritarios. Eso dificulta tanto su diagnóstico como que quienes los padecen reciban un tratamiento adecuado.
Diferente enfermedad según la edad
Incluso dentro del cáncer infantil hay diferentes tipos de enfermedad que tienen mayor incidencia en función de la edad de los niños. Así, la leucemia (se ceba con los góbulos blancos y la médula espinal) afecta a toda clase de menores, pero la vertiente de leucemia linfocítica aguda tiene especial incidencia entre los más pequeños.
Por el contrario, el cáncer de huesos (afecta a las articulaciones) suele darse entre niños que están en una etapa importante del crecimiento, como es la adolescencia. Por su parte, el 80% de los tumores cerebrales que se tienen documentados son en niños de entre 10 y 15 años.
Ya por último los linfomas, que afectan al sistema inmunológico del organismos, se dividen en dos tipos: el linfoma no-Hodgkin y la enfermedad de Hodgkin. El primero de ellos tiene una incidencia mayor entre los niños de más corta edad mientras que el segundo tiene su nicho entre los adolescentes.
Tratamientos del cáncer infantil
A la hora de tratar un cáncer infantil y otro desarrollado por un adulto hay notables diferencias. Así, para empezar, no comparten personal médico. Hay gente especializada en aquellas enfermedades que afectan a los menores y que precisan de unos conocimientos y habilidades diferentes.
Además, al tener un menor número de casos frente al cáncer de adultos, no siempre es fácil encontrar una unidad adecuada para que trate su caso. Por desgracia, debido a la cantidad de casos que existen hoy en día, todos los hospitales de España tienen un ala de oncología en la que tratar a estos enfermos.
Pero no en todas hay a su vez un espacio para oncología infantil, sino que este tipo de casos se concentran en menos centros médicos, lo que obliga a determinados pacientes a trasladarse a otra ciudad o comunidad autónoma, a pesar de su corta edad. Allí son atendidos por personal especializado, conviven con otros niños que pasan por una experiencia igual que la suya o muy similar y reciben apoyos especiales. Es el caso del trabajo que desarrollan los psicólogos o las terapias en familia.
Mientras que en el caso de un adulto éste sabe que el cáncer es una enfermedad dura a la que ha de plantar batalla, en el de los niños muchas veces es necesario explicarles qué es lo que les ocurre. Esto se hace en un entorno afectivo y protector para con el pequeño, del que forma parte su familia.
Pronóstico más duro
Ya hemos visto anteriormente como el diagnóstico de la enfermedad en niños se hace más tarde de lo que se podría esperar y cómo, además, se trata de tipos de cáncer con un índice de mortalidad muy elevado. De este modo, a la hora de hacer un pronóstico no cabe duda que será más duro que en el caso de un cáncer de adultos.
Aunque en los últimos años el pronóstico del cáncer infantil ha mejorado considerablemente, el ratio de sobrevivir es menor que en el caso de los adultos. Los tumores cerebrales cada vez se "sanan" antes y en casos de cáncer de huesos hay niños que consiguen recuperarse plenamente y tener una vida adulta sin complicaciones.
Según diversos estudios, cada año se diagnostican en todo el mundo 250.000 nuevos casos de cáncer infantil, con un pronóstico de recuperación del 80%. A la vista de que este porcentaje se ha incrementado en los últimos tiempos de manera extraordinaria, cabe pensar en que seguirá en esta línea y cada vez será menor.