Parece que esta pandemia que azota a la humanidad a causa del virus conocido como Coronavirus (COVID-19), está diciéndonos algo. Está obligándonos a parar en seco el estilo de vida que tenemos para centrarnos en lo más importante: la salud, la familia...y la naturaleza. Hemos encontrado una carta muy emotiva que describe cómo la naturaleza se pone en contacto con nosotros para darnos un claro mensaje.
A continuación vamos a mostrarte la carta que la naturaleza quiere que no olvidemos las personas cuando todo esto haya pasado.
Carta de la naturaleza a la humanidad
Quietos. Simplemente, no se muevan. No es una solicitud, es una obligación. Estoy aquí para ayudarles en esta montaña rusa supersónica... a la que se le han acabado los raíles. Basta de aviones, de trenes, de escuelas, de centros comerciales, de encuentros...
Hemos roto el torbellino frenético de ilusiones y obligaciones que os han impedido alzar los ojos al cielo, mirar las estrellas, escuchar el mar, dejarte arrullar por el canto de los pájaros, rodar por los prados, coger una manzana de un árbol, sonreír a un animal en el bosque, respirar el aire de la montaña... escuchar el sentido común.
Hemos tenido que romperlo. No podéis jugar a ser Dios. Nuestra obligación es mutua... ¡cómo lo ha sido siempre! Poco importa si lo habéis olvidado. Interrumpiremos esta transmisión, la infinita transmisión cacofónica de divisiones y distracciones para traerles esta noticia: no estamos bien, ninguno de nosotros. Todos estamos sufriendo.
El año pasado las tormentas de fuego que quemaron los pulmones de la Tierra no os detuvieron. Ni los glaciares que se desintegran, ni vuestras ciudades que se hunden. Ni la conciencia de ser el único responsable de la sexta extinción en masa.
No me habéis escuchado. Es difícil escuchar cuando se está tan ocupado, luchando por subir más y más alto... en el andamio de las comodidades que os habéis construido. Los pilares están fallando, se están arqueando bajo el peso de vuestros deseos ficticios.
Os voy a ayudar. Llevaré las tormentas de fuego a vuestro cuerpo, inundaré vuestro pulmones. Os aislaré como a un oso polar en un iceberg a la deriva. ¿Me estáis escuchando ahora? No estamos bien. No es el enemigo, es un simple mensajero... un aliado.
Soy la fuerza que reportará el equilibrio. Ahora, me tenéis que escuchar. Os estoy gritando para que os paréis, ¡deteneos! ¡callad! ¡escuchad! Ahora, levantad los ojos al cielo... ¿Cómo está? No hay más aviones. ¿Cuánto necesitáis que esté bien para disfrutar del oxígeno que respiráis?
Observad el océano, ¿cómo está? Observad los ríos, ¿cómo están? Observa la tierra, ¿cómo está? Miraos a vosotros mismos... ¿cómo estáis? No puedes estar sano en un ecosistema enfermo. ¡PÁRATE!
Muchos tienen miedo ahora. No demonicéis vuestro miedo ahora... no os dejéis dominar. Dejadme que os hable. Escuchad mi sabiduría. Aprende a sonreír con los ojos. Os ayudaré... solo si me hacéis caso.
Reflexión
Esta carta debe hacernos reflexionar sobre lo que estamos viviendo en la actualidad a causa de la pandemia. Ahora, tenemos que estar aislados de nuestros seres queridos para poder contener la crisis de salud pública que nos azota. Muchas personas que tienen la desgracia de que sus seres queridos fallecen a causa del coronavirus (covid-19) no pueden despedirse de ellos, ni velarles, ni tener un duelo en condiciones porque no pueden estar cerca del cuerpo de su ser querido y las autoridades se hacen cargo de él.
Merece la pena valorar la vida que tenemos hoy, porque o sabemos qué pasará mañana, pero tenemos en nuestro presente la oportunidad para que entre todos se detenga el virus, que el contagio no avance y sobre todo, de poder frenar toda esta crisis, juntos.