La adicción al trabajo es un problema a nivel psicológico que pueden tener muchas personas sin darnos cuenta. No se trata de una enfermedad, sino que es una manera disfuncional de relacionarnos con uno de nuestros ámbitos de la vida, el trabajo, de manera que creamos una dependencia muy grande de ella a nivel emocional y psicológico. Es, además, una disfunción que está muy bien vista, porque la sociedad premia a quien parezca estar muy dedicado a su faceta laboral, lo cual dificulta mucho que una persona reconozca que está teniendo un problema y, por tanto, su recuperación. La adicción al trabajo deteriora las relaciones personales y familiares, pero también la salud física y mental.
Los psicólogos que han trabajado con personas con adicción al trabajo ( workaholics en inglés), reconocen en ellos un intento de escapar de algunas situaciones de su vida personal a través del empleo. La situación llega a que estas personas sólo se sienten bien cuando están trabajando, por lo que dedican la mayor parte de su día a día a esta actividad, dejando de lado todo tiempo libre o el que necesitan dedicar a sus allegados. Incluso los períodos vacacionales les generan una gran ansiedad porque no saben cómo usar ese tiempo.
Claramente, cuando una persona sólo se centra en su trabajo, las consecuencias sociales son devastadoras. Las personas de tu alrededor no reciben tu apoyo ni tu atención, así que también te los retiran a ti, por eso son frecuentes los divorcios cuando esta situación se da en personas casada. Sin embargo, a la larga nuestra salud también se ve afectada, pudiendo dar lugar a diferentes problemas, como los que te mostramos a continuación.
<4h>Estrés
El estar constantemente teniendo que cumplir unos objetivos propios o ajenos, teniendo exceso de tareas, querer abarcar todo lo que nos hemos propuesto o el tener la tensión de que alrededor hay personas que nos reprochan nuestro comportamiento, es normal que termine generando un estado de estrés constante. El estrés es el principal causante de todas las consecuencias físicas de la adicción al trabajo.
Otros trastornos psicológicos, como ansiedad o depresión
El estrés y la frustración de no cumplir nuestras propias expectativas nos genera ansiedad, y ese mismo estado lo sufriremos en las situaciones en las que no estamos trabajando. Mantener esto en el tiempo puede derivar en depresión.
Trastornos del sueño y cansancio
Cuando hay que trabajar mucho, dormir nos parece una pérdida de tiempo. Por eso trasnochamos y madrugamos, pero además las preocupaciones y el estrés no nos dejan conciliar bien el sueño. Y como, durante el día, exponemos nuestro cuerpo a un esfuerzo físico y mental tan grande, éste gasta más energías de las que recupera, por lo que estemos constantemente cansados, pese a que nuestra concentración en el trabajo lo enmascare. Es importante entender que la falta de descanso reduce la productividad y la calidad de nuestros resultados.
Hipertensión arterial
La hipertensión hace que el corazón tenga que hacer un esfuerzo mayor para bombear sangre, y que los vasos sanguíneos sufran más por la fuerza con la que la sangre fluye por ellos. Estos se vuelven más rígidos y gruesos, por lo que el riesgo sanguíneo se dificulta. Todo esto puede desembocar en enfermedades cardiovasculares (infarto de miocardio) accidentes cerebrovasculares (trombosis o hemorragias), así como problemas en otros órganos del cuerpo, como los riñones.
Mala nutrición y problemas gastrointestinales
El estrés provoca que absorbamos menos nutrientes, y también altera nuestro metabolismo. Desde reflujo gastroesofágico, hasta úlceras o síndrome del intestino irritable, son algunas de las consecuencias del estrés derivado de una adicción al trabajo. Además, es común que las personas con esta obsesión por el trabajo descuiden su alimentación, así como los descansos para hacer la digestión, e incluso se saltan comidas.
Disfunciones sexuales
Además de que una persona adicta al trabajo deja de tener interés en otras áreas, también la sexual, no es extraño encontrarse con problemas como disfunción eréctil, eyaculación precoz o ausencia de eyaculación en hombres, y dispareunia o ausencia de orgasmo en mujeres.
Otras adicciones
Las personas con adicción al trabajo pueden buscar en las drogas una manera de aliviar su malestar emocional, reducir aparentemente el estrés o la ansiedad, o para aumentar el tiempo que pasen trabajando. Así, la frustración, el sentirse mal cuando no están trabajando o la ansiedad que generan los periodos de inactividad puede hacerles buscar ese vacío o calmar esa angustia con otras sustancias, como alcohol, ansiolíticos u otras drogas.
Dolores musculares
Las contracturas, dolor de espalda y otros dolores asociados a la zona del cuerpo que más usemos para trabajar (por ejemplo, si estamos en una oficina frente al ordenador, nuestros brazos, muñecas, hombros y cuello sufren) son frecuentes en personas que pasan mucho rato haciendo tal esfuerzo físico. Además, la tensión y el estrés también nos genera molestias de este tipo. Si cualquier persona debería hacer varias pausas a lo largo de la jornada para que su cuerpo descanse y no sobrecargue los músculos, pero es complicado porque nos solemos olvidar o preferimos terminar las tareas antes, cuando se trata de una persona con una gran obsesión por su actividad laboral, es mucho más complicado que cumpla estos requerimientos.
Si eres un adicto o adicta al trabajo, es probable que tu familia y amigos te lo hayan sugerido alguna vez, o te repitan muchas veces que te centras demasiado en el trabajo. Llevarse trabajo para casa, tener jornadas semanales de más de 50 horas de manera no obligada, tener una sobrecarga de tareas por querer hacerlas siempre nosotros, obsesionarse con alcanzar un puesto mayor en la empresa, o buscar siempre la aprobación de los superiores puede estar dándonos señales de que tenemos una adicción de este tipo. Si, además, notamos algún síntoma físico, deberíamos reflexionar sobre el tema, buscar información sobre él y ver si nos sentimos reflejados o reflejadas en ese perfil.
Si es así, es probable que no sepamos cómo salir de esa situación, pero debemos saber que sí se puede, y que para ello necesitaremos la ayuda de un psicólogo, que nos dará las herramientas para ir, poco a poco, recuperando el equilibrio y el control de nuestras vidas.