Nos preocupamos en atender a nuestros hijos en todos los sentidos: la mejor educación, que tengan una buena alimentación, que hagan deporte, que tengan amigos, que se sientan queridos, que no salgan a la calle con poca ropa en invierno, etc. Sin embargo, por muchos cuidados que queramos darles no podemos controlar todos los factores que nos rodea. Uno de ellos es la contaminación. No podemos negar la evidencia de la contaminación que existe hoy en día, sobre todo en las grandes ciudades. ¿Qué podemos hacer ante esto? La mayor parte de la población viven en núcleos urbanos, tienen ahí sus trabajos, sus pisos, en definitiva, su vida...
El mero hecho de pensar en mudarse de vivienda queda descartado en la mayoría de los casos a no ser que haya un peligro potencial grave en la salud. Sin embargo, ¿hasta que punto la contaminación nos puede afectar tanto a nosotros como a los más pequeños?
A los niños les afecta más la contaminación que a los adultos porque mientras nosotros ya tenemos nuestros sistemas y órganos totalmente desarrollados los niños pequeños aun están en formación, en concreto los menores de 5 años. Por ejemplo, nuestro sistema inmunológico tiene memorizado todo un repertorio de anticuerpos para virus a los que nos hemos enfrentado a lo largo de nuestra vida, sin embargo los más pequeños no, por eso es más fácil que se resfríen. Además, ellos suelen estar en mayor contacto con agentes infecciosos porque gatean, se meten objetos en la boca, etc.
Por otro lado, no podemos quedarnos en el concepto contaminación como partículas dañinas en suspensión en el aire, si no que hay varios tipos de contaminación.
-Contaminación en los alimentos: algunos fertilizantes usados para la cosecha, químicos.
-Contaminación en el aire: los gases tóxicos provenienes de las fábricas, el humo de los coches, el tabaco, la inhalación de sustancias químicas.
-Contaminantes persistentes: son un tipo de compuestos que contienen sustancias organocloradas. Hablamos de los contaminantes HCB, PCBs, DDE... Algunos de estos aparecen en todo el mundo y en su momento se asoció con retrasos de desarrollo en los niños.
-Contaminación en el agua: vertido de químicos, insalubridad, agua contaminada...
En los países desarrollados no tenemos tantos problemas de contaminación como en los subdesarrollados dónde las condiciones son peores, los efectos no son tan evidentes, pero aun así no nos dejemos de engañar, es un problema que también nos afecta en primer grado.
¿Cómo impacta la contaminación ambiental en los niños?
Los efectos en países en vía de desarrollo alteran gravemente la salud de los niños, llegando al punto de ser hasta mortales. Si nos vamos a los datos que aporta la OMS en el mes de marzo encontramos que más 1,7 millones de niños mueren al año por culpa de la contaminación del agua. El estado insalubre del agua y la falta de higiene no solo mata si no que empeora los síntomas de otras enfermedades como el paludismo, que es por cierto, responsable de la muerte de un millón de niños por año.
Otras enfermedades que matan y que producen la contaminación son enfermedades respiratorias (32% de las muertes, más de 570.000 niños), traumatismos, intoxicaciones alimentarias como diarreas (22%), muerte por otras infecciones, enfermedades transmitidas perinatalmente (15%), epidemias, cáncer, ictus, enfermedades coronarias... La lista es terrible.
La situación en los países desarrollados
Podemos leer lo anterior y pensar que estamos bastante lejos de eso, sin embargo, nos sorprenderíamos de los efectos que la contaminación también tiene sobre nosotros aquí, en Europa. La Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) en su informe sobre la calidad del aire en Europa 2016 recoge datos desde el 2000 hasta el 2014 de más de 400 ciudades de todo el continente. Desgraciadamente se vio que el 85% de las ciudades sometidas a estudio superaban los niveles de contaminación que se consideran perjudiciales para la salud de las personas. La contaminación proviene principalmente de las expulsiones de gases del transporte y de la combustión del petróleo y carbón para calentar los hogares cuando hace frío. Aunque en estos últimos años la calidad del aire ha mejora un 75% en Europa en la última década aun no es lo suficiente como para decir que no afecta a nuestra salud.
Para los niños la contaminación en nuestro país es un factor de riesgo:
-Mayor predisposición a desarrollar asma. Se ha comprobado la relación que hay entre la contaminación ambiental y el empeoramiento de la salud respiratoria de los niños, tengan asma o no. En las épocas donde la concentración de contaminantes (sulfatos y ozono principalmente) es mayor en el aire la capacidad pulmonar de los niños disminuye a la vez que aumentan el número de visitas al médico y la venta de medicación orientada a este fin.
-Muerte por neumonía porque agrava los síntomas.
-Problemas en el embarazo. Se ha asociado a partos prematuros e incluso abortos accidentales.
-Enfermedades congénitas cardiacas.
-Retrasos madurativos.
-Enfermedades cardiovasculares. Aparte de todos los factores de riesgo que ya existen (colesterol, tabaco, obesidad...) hay que añadirle también los gases que provienen de la combustión de los carburantes de motor. Es debido a que la contaminación modifica la capa interna de las arterias para que se estrechen con mayor facilidad, por lo tanto aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca aumentado el riesgo de tener un ataque al corazón.
-Problemas a nivel cognitivo. Por último, pero no por ello menos importante son las consecuencias que la contaminación produce en los niños a nivel cognitivo. En un estudio que se publicó en la revista Epidemiology en el que se hacia un seguimiento a niños barceloneses entre 7 y 9 años provenientes de 40 colegios distintos, mostraron el efecto neurotóxico de la contaminación ambiental. Aquellos días en los que los niños estuvieron expuestos a mayores niveles de polución su velocidad de respuesta era significativamente menor, en concreto un mes y medio de retraso respecto a la mejoría natural. Es decir, la contaminación ambiental, más concretamente la que viene de vehículos diésel reduce la atención y concentración de los niños, haciendo que rindan peor a corto plazo. Todavía se tiene que seguir investigando si a largo plazo tendría efectos parecidos, aun así, los efectos negativos de la contaminación en los más pequeños es evidente.