Los ansiolíticos son medicamentos especialmente indicados para calmar la ansiedad por la que está pasando una persona, ya sea como desencadenante de una afectación médica o situación ambiental en su vida. Estas pastillas son recomendables y recetadas por los psiquiatras para tratar episodios concretos de ansiedad porque actúan un efecto sedante sobre los músculos. Es muy efectivo a corto plazo, sin embargo no es recomendable alargar su uso durante más de 3 ó 4 semanas porque se cae en el riesgo de volverse adicto a ellos. Algunas marcas famosas son el Valium, el Orfidal o el Lexatin, también los podemos encontrar como diazepam, lorazepam, etc.
Ese es el problema que tienen hoy en día muchas personas que en su momento empezaron con esta medicación. Aunque al principio les mejoraba con el tiempo reaparecen los síntomas que tenían y que en su momento les motivaron para empezar a usarlos. Eso es, en cuanto dejaban de tomarlos volvían a aparecer de nuevo la inquietud, la ansiedad,la angustia y el malestar. ¿Qué es lo que estaba pasando? La explicación se encuentra en el mecanismo de acción de los ansiolíticos o benzodiacepinas, influyen directamente en el cerebro aumentando la concentración de GABA, un neurotransmisor cerebral que transmite mensajes eléctricos de las neuronas en el sistema nervioso central.
GABA avisa a las neuronas de que ralenticen la velocidad con la que transmiten estos mensajes o que directamente dejen de transmitir. Por eso, cuando tenemos una alta concentración de GABA en el cerebro se reduce la producción natural de los neurotransmisores excitativos en las neuronas produciendo una sedación temporal. Es beneficioso de forma temporal, pero no es bueno para nuestro cuerpo encontrarse continuamente en este estado porque estaremos alterando otras las funciones corporales en nuestro cuerpo, por ejemplo las relacionadas con las respuestas endocrinas, el ritmo cardiaco, la tensión, etc. Por otro lado, los efectos secundarios de tomarlas producen mareos, debilidad muscular, confusión mental, problemas de memoria... Con el tiempo la producen tolerancia y dependencia.
Dependencia a los ansiolíticos
- Las personas dependientes a los ansiolíticos suelen mostrar los siguientes síntomas:
- Consumen dosis bajas durante meses e incluso años.
- Necesitan tomar ansiolíticos para poder hacer las actividades del día a día.
- Siguen tomándolos a pesar de que ya desapareció la causa por la que empezaron a tomarla en un primer momento.
- Son reacios a reducir las dosis y mucho más a dejar la droga.
- Buscan al médico para solicitar nuevas recetas y se llenan de gran angustia si no pueden localizarle o se niega a recetárselas.
- Llevan las pastillas siempre encima y se toman una dosis adicional si preveen que pueda pasarles algo que les vaya a angustiar.
- Has estado aumentando tu dosis habitual de forma progresiva.
- Los síntomas que tenían y por los cuáles empezaron con los ansiolíticos no han mejorado a pesar de seguir tomándolos.
Cómo dejar los ansiolíticos
Antes de abandonar los ansiolíticos, antidepresivos o cualquier otro fármaco que cree adicción debes tener en cuenta los siguientes aspectos.
1. Pregunta a tu médico o psiquiatra
Antes de querer suspender las dosis debes consultar con el médico que te recetó las pastillas. Hay muchas opiniones al respecto sobre qué hacer con el tratamiento cuando se tiene una adicción. Algunos médicos consideran que es mejor no abandonarlo nunca en algunos casos graves de ansiedad o depresión. Sin embargo, incluso en esos casos se revisa la dosis y se plantea el seguirlo de forma intermitente, de manera que haya periodos de tiempo en el que el paciente esté libre de fármacos.
2. Tienes que contar con apoyo psicológico
No solo es importante tener apoyo de tus seres queridos como amigos y familiares si no que debes estar controlado por un psicólogo que pueda supervisar el estado psicológico que llevarás durante el proceso. Un psicólogo generalista sanitario o clínico podrá guiarte y enseñarte técnicas de manejo de la ansiedad como la relajación, como manejar un ataque de pánico y otras estrategias para pasar por el síndrome de abstinencia con las mínimas secuelas posibles. Hay personas que encuentran útiles las terapias alternativas como las flores de Bach, acupuntura, aromaterapia... Pueden ser útiles como un complemento a la relajación pero por si mismas no te van a ayudar que abandones los ansiolíticos u otros fármacos que te crearon la adicción.
3. Conciénciate de que no será fácil
No va a ser un camino de rosas pero con fuerza de voluntad, paciencia y de forma muy progresiva se puede conseguir. La suspensión debe ser lenta y muchas personas solo lo consiguen tras muchos meses e incluso años, no puedes pretender que de un día para otro consigas abandonar una adicción con la que probablemente llevas mucho tiempo.
4. Reducción de las dosis
El ritmo al cuál se deben reducir las dosis de ansiolíticos va a depender de cada uno aunque siempre debe de ser lenta y gradual porque la reducción rápida puede llevar a síntomas graves como alucinaciones psicóticas, ataques de pánico o convulsiones. Es debido a que el abandono hace que el cerebro disminuirá la cantidad de receptores GABA dejándolo en un estado de alta excitabilidad.
Hay controversia sobre el ritmo que se debe seguir, incluso hay psiquiatras que dicen que reducir las dosis solo eternice el sufrimiento. No es cierto, en la mayoría de pacientes que se han mantenido constantes en el tiempo han visto mayor eficacia cuando lo han ido dejando progresivamente. No hay un criterio establecido pero de forma general las personas que han estado ingiriendo 40 mg de diazepam al día podría poco a poco ir disminuyendo la dosis 2 mg cada una o dos semanas dependiendo de la sintomatología adversa, hasta llegar a la mitad, 20 mg. Puede llevar aproximadamente unas 10-20 semanas. A partir de ahí es aconsejable hacer más lento el proceso e ir reduciendo 1 mg de dosis cada semana. Esta segunda fase llevará entre 20 y 40 semanas. Esta es una preinscripciñon muy genérica, después cada paciente puede llevar su propio ritmo, acelerar o enlentecer el proceso según los síntomas que vaya teniendo. Por lo general, todo el proceso puede llevar entre 30 y 60 semanas.
5. Nunca retrocedas
Por último, es importante que por muy mal que estés nunca retrocedas a una dosis anterior. Si llegas a un momento difícil es mejor que te estabilices unas semanas en la misma dosis y que hagas el proceso más lento a que vayas hacia atrás.