Tras un periodo de vacaciones siempre toca volver de nuevo a la rutina. A la mayoría de nosotros se nos hace muy pesado, sobre todo si tenemos que incorporarnos de una manera repentina. Seguramente no nos encontremos bien la primera semana de trabajo. Es lo que se llama estrés posvacacional, es una fase de estrés que incluye un conjunto de síntomas tales como ansiedad, tristeza, melancolía, irritación, falta de interés por las cosas y malestar físico en general (dormir pero sin que el sueño sea reparador, dolores musculares, de cabeza, gastrointestinales, etc). Ocurre en la mayoría de los trabajadores y hay más probabilidades de que ocurra cuando la vuelta no es esperable, es repentina. Aparte de por el menor nivel de exigencia, ese es otro de los motivos por lo que en niños y adolescentes es menos común (que no quiere decir que no aparezca), porque desde mediados de agosto les van recordando que van a empezar de nuevo las clases, gracias sobre todo a los anuncios publicitarios de libros de texto en las librerías y la televisión. Se van haciendo a la idea.
¿Por qué lo sentimos?
La explicación de por qué sufrimos el estrés posvacacional es sencilla. Cuando nos encontramos ante un estímulo estresante, nuestro cerebro lo interpreta como algo peligroso y mediante la regulación de una hormona llamada cortisol ayuda a preparar a nuestro cuerpo para enfrentarnos a él. Aumenta nuestra frecuencia respiratoria, cardiaca, estamos más alerta, aumenta ligeramente nuestra concentración, etc. En definitiva, nuestras funciones se aceleran y nuestro cuerpo se prepara para enfrentarse a nuevos retos y buscar soluciones. Bien, si ese estímulo se mantiene a largo plazo, nuestro cuerpo se cansará de mantener ese ritmo acelerado durante tanto tiempo y acabarán decayendo, dando lugar a un cansancio terrible, atontamiento y enlentecimiento de nuestras funciones cognitivas (pensamiento más lento, falta de ideas, de motivación, apatía). El caso es que cuando volvemos de las vacaciones al trabajo, nuestro cuerpo va a sufrir una pequeña aceleración con el fin de motivarnos y que nos ayude a habituarnos de nuevo. Si el tiempo pasa pero nosotros no acabamos de acostumbrarnos, llegaremos a esa fase en la que a nuestro cuerpo se le acaba los recursos para enfrentarse al estrés (todos tenemos un límite). Como consecuencia aparecerán los síntomas del estrés posvacacional.
¿Cuáles son los síntomas?
Los más llamativos son:
- Síntomas psicológicos : preocupación excesiva, estrés, tristeza, problemas de memoria, problemas de concentración, miedo al fracaso, etc.
- Síntomas físicos : cefaleas, taquicardias, deficiencias o excesos nutricionales, trastornos del sueño, etc.
Aunque ocurre en ambos sexos los síntomas tienen más posibilidades de aparecer en mujeres, debido principalmente a las injusticias que muchas sufren en su trabajo. Asimismo otros factores que aumentan las probabilidades de que aparezca el síndrome es lo agradable o desagradable que nos resulte nuestro puesto. Lógicamente cuanto más a gusto estemos y mejor sean las relaciones laborales con compañeros y jefes menos posibilidades tendremos de padecerlo. En el caso de los estudiantes ocurre lo mismo, el ver de nuevo a los compañeros y ponerse al día con las vidas de los otros reduce el riesgo de estrés y facilita la reincorporación a la rutina.
En la mayoría de los casos el estrés posvacacional no dura más de una semana, después se vuelve a recuperar el ritmo de antes de las vacaciones. Si dura más tiempo, por ejemplo dos semanas, es cuando realmente deberíamos empezar a preocuparnos. Ese estrés inicial podría derivar en un trastorno adaptativo posvacacional (incluye los mismos síntomas de antes pero más severos) o derivar a otro tipo de trastorno mental relacionado con la ansiedad.
El tratamiento del estrés posvacacional
El mejor tratamiento es una buena prevención, por eso, antes que nada...
-Para futuras vacaciones, intenta dividirlas y no tomarte todos los días a la vez. Está comprobado que los riesgos a sufrir estrés postvacacional son mayores cuanto más largos son los periodos de descanso.
- Hazte a la idea. Asúmelo cuanto antes mejor y ve preparando tu regreso poco a poco. Márcate objetivos realistas y no intentes hacerlo todo en los primeros días, date un tiempo y no te exijas demasiado. Somos humanos y antes que el trabajo está nuestra salud.
- Regresa de tu destino de vacaciones un par de días antes, te ayudará a organizar la vuelta con más calma e ir mentalizándote poco a poco.
Sin embargo, cuando ya es demasiado tarde para prevenir los síntomas solo queda enfrentarnos al problema. ¿Qué podemos hacer entonces?
1- Dedica todos los días algo de tiempo "para ti". Incluso si tienes que llevarte trabajo a casa busca algo de tiempo libre y descansa haciendo algo que te guste y te haga sentir bien. Un hobby, retomar viejas amistades que no has visto en ese tiempo, pasar tiempo con los seres queridos...
2- Practica algún deporte. ¿Qué mejor manera de desestresarse que haciendo deporte? Cuando nos ejercitamos nuestro cerebro segrega endorfinas endógenas que nos relajarán y nos pondrán de mejor humor. La relajación también es recomendable como una ayuda.
3- Cuida la alimentación. Durante este periodo de adaptación no podemos descuidar nuestra nutrición, tanto en cantidad como en calidad. Opta por comida saludable, variada y en unas proporciones adecuadas. Carnes magras, pescados tanto blancos como azules, un puñado de frutos secos al día, verduras y frutas frescas, cereales... Evita las comidas precocinadas y opta por la cocina tradicional.
4- Dormir las horas necesarias. No te quites horas de sueño por trabajar más y ni se te ocurra ponerte a trabajar o repasar mentalmente tus preocupaciones o lo que tienes que hacer al día siguiente antes de dormir. Solo conseguiremos agobiarnos más y tendremos dificultades para conciliar o mantener el sueño durante la noche.
5- Practica tus habilidades sociales. Es ahora cuando más necesitas ser asertivo. Es la habilidad para expresar lo que sentimos y defender nuestros derechos pero respetando los sentimientos de los demás. Delega cuando te notes sobresaturado, no intentes acapararlo todo tú, aprende a decir "no" a las tareas que sobrepasan tus funciones, aunque siempre con respeto, educación y sin malas caras.
6- Evita pensar negativamente. No sirve para nada darle vueltas a algo que no tiene solución, solo para recrearnos en nuestro fracaso. Si has metido la pata no te martirices porque solo te vas a estresar más, con lo que volverás a darle más vueltas al asunto, estresarte de nuevo..., y así sucesivamente. Es la pescadilla que se muerde la cola. Más que culparte y pensar una y otra vez en lo sucedido piensa en lo que puedes hacer por solucionarlo.
De la misma manera no preveas que va a ocurrir siempre lo negativo, estaremos enviando a nuestro cerebro un mensaje de incompetencia que nos desmotivará antes de ni siquiera de empezar a hacer algo. ¡Necesitamos tener una visión positiva y sosegada de nuestra vuelta laboral!