Se estima que alrededor de medio millón de niños menores de cinco años mueren cada año de meningitis y septicemia en todo el mundo. En mayo de 2017, la Fundación de Investigación sobre la Meningitis (MRF, por sus siglas en inglés) convocó a más de 50 expertos mundiales para una reunión de tres días para dar forma a una visión para combatir la meningitis y la septicemia.
¿Qué es la meningitis?
La meningitis es la inflamación del revestimiento alrededor del cerebro y la médula espinal. La septicemia es la forma de envenenamiento de la sangre de la enfermedad. La meningitis es generalmente bacteriana o viral, y ocasionalmente se debe a infecciones fúngicas, aunque casi cualquier microbio puede causarla.
La meningitis viral puede ser muy desagradable, pero casi nunca es una amenaza para la vida y la mayoría de la gente rápidamente puede recuperarse por completo. Las bacterias meningocócicas pueden causar meningitis, septicemia o ambas. La mayoría de las personas que contraen la enfermedad tienen algunos síntomas de meningitis meningocócica y septicemia meningocócica. Juntas estas dos formas de la enfermedad se conocen como enfermedad meningocócica.
La septicemia es la forma más mortal de la enfermedad y es más peligrosa cuando no hay signos de meningitis.
¿Quién está en riesgo y cómo proteger a los niños?
Cualquier persona, a cualquier edad, puede tener meningitis o septicemia, pero los bebés, los niños pequeños, los adolescentes y los adultos jóvenes tienen el riesgo más alto.
Lo único que puede ser eficaz para poder proteger a los hijos de la meningitis es asegurarse de que están inmunizados. Es decir, que tienen la vacuna correspondiente y que de este modo su cuerpo podrá luchar contra estas enfermedades y estar protegidos ellos y el resto de personas que les rodean. Pero desgraciadamente, no existe una vacuna que pueda prevenir todas las formas de meningitis y de septicema, pero si se sigue el calendario de vacunas estrictamente, habrá menos riesgos de contraer este tipo de enfermedades.
Todas las personas tenemos la responsabilidad de evitar que existan plagas que se pueden controlar a través de las vacunas. Es responsabilidad de todos luchar contra las epidemias que pueden ser totalmente controlables gracias al avance médico y a las vacunas disponibles para la población.