La broncoscopia consiste en una prueba médica que se realiza para poder visualizar las vías aéreas y diagnosticar, en el caso que la haya, cualquier enfermedad pulmonar. Básicamente consiste en una prueba en la que se puede analizar la laringe, tráquea y los bronquios de mayor tamaño para analizar a través de la recogida de las secreciones respiratorias, tejido pulmonar o bronquial.
La broncoscopia se realiza con un aparato que se le denomina el broncoscopio, que es un pequeño tubo de medio centímetro de diámetro y con una extensión variable, dependiendo de las dimensiones del paciente, que tiene una cámara en el extremo que introducimos para poder observar el interior de la zona a visualizar. Lo que re recoge en la cámara que se introduce en las vías respiratorias, se refleja en un monitor que estará vigilado por un médico especialista, el cual irá analizando el estado de los pulmones y el aparato respiratorio del paciente.
¿En qué casos se utiliza la broncoscopia?
En la actualidad, la broncoscopia es una prueba médica que se realiza de manera muy frecuente en los hospitales y clínicas especializadas. En la mayoría de las ocasiones se solicitará el uso de esta prueba en los siguientes casos:
- Tos crónica. En situaciones en las que el paciente padece una tos crónica, e incluso a veces viene acompañada de sangrado o la dificultad para respirar.
- Biopsias. Cuando es necesario tomar muestras de cualquier zona de las vías respiratorias, zona pulmonar o los ganglios linfáticos y estudiar que haya posibles infecciones, tumores u otras enfermedades pulmonares.
- Cáncer de pulmón. Para diagnosticar o analizar el estado de avance en un cáncer de pulmón.
- Extraer cuerpos extraños que se hayan quedado atascados en las vías respiratorias.
- Dilatación. En casos en los que las vías respiratorias se hayan estrechado por causas diversas, como por ejemplo puede ser un tumor o cualquier otra patología. Se utilizará para la colocación de un stent, o un pequeño muelle que ayudará a expandir la zona.
¿Cómo se realiza la broncoscopia?
En la actualidad existen dos tipos de broncoscopios, uno rígido y uno flexible, y cada uno se utilizará para una situación diferente y con una técnica distinta. El más utilizado hoy en día es el broncoscopio flexible, que se requiere en situaciones más sencillas.
Para llevar a cabo una broncoscopia con un broncoscopio rígido hay que recurrir a la anestesia general. Consiste en un tubo grande y rígido que permitirá acceder a las vías respiratorias más grandes y permitirá al médico especialista extraer gran cantidad de secreciones, controlar el sangrado, extraer objetos que obstruyan las vías, colocar stents.
Por otro lado, el broncoscopio flexible puede utilizarse con anestesia local, ya que se trata de una prueba mucho menos agresiva. Esta es mucho más frecuente y se utiliza para acceder a las zonas de las vías respiratorias más pequeñas, ya que se trata de un aparato mucho más pequeño. Este se suele utilizar para colocar un tubo en las vías respiratorias y administrar oxígeno al paciente, aspirar secreciones, administrar medicamentos en los pulmones o realizar una biopsia.
La broncoscopia consiste en una prueba ambulatoria, es decir, que en el mismo día que se realiza el paciente puede volver a casa si todo va bien. Después de realizarla, el paciente necesitará algunas horas de recuperación en una sala en la que estará vigilado por un equipo de profesionales que irán viendo cómo evoluciona en sus primeras horas. Lo habitual es que durante las primeras horas después de haber realizado esta prueba, el paciente se encuentre un poco aturdido y somnoliento debido al efecto de la anestesia, pero esto irá desapareciendo poco a poco hasta volver a su estado normal.