El sistema inmune es similar a un sistema sensorial porque recibe información del entorno y produce una respuesta adaptativa. Su objetivo es reconocer invasores extraños, como bacterias y parásitos, lanzar un ataque para neutralizar la amenaza de infección y proteger al organismo. También reconoce y elimina las células internas enfermas o defectuosas, para evitar la propagación de una enfermedad.
Cómo funciona el sistema inmune
Esto el sistema inmune lo logra cuando reconoce lo que es anormal y lo separa de lo normal en el organismo. Esto lo hace a través de un proceso complejo con millones de anticuerpos únicos que sirven como agentes red reconocimiento que pueden desencadenar una respuesta inmune. Cuando un anticuerpo se activa a través de la interacción con un cuerpo extraño, entonces las células inmunes entran en marcha y circulan en el cuerpo para formar una memoria inmunológica.
Así es como funcionan las vacunas, la exposición a componentes debilitados o parciales de microbios causantes de enfermedades permite que el cuerpo se prepare para lanzar una respuesta inmune cuando se encuentre el microbio en el futuro, pudiéndose defender del mismo. Durante la producción de anticuerpos por parte del sistema inmune, se supone que estos anticuerpos deben ser reconocidos para eliminar a los atacantes. ¡El cuerpo comienza a protegerse!
En los casos en que esto no ocurre, se producen trastornos autoinmunes, como la esclerosis múltiple. En los casos en que los anticuerpos reaccionan a proteínas no amenazadoras, como las que se encuentran en el polen de pasto, se produce alergia. En cierto sentido, la alergia se puede considerar como un extremo en un espectro que tiene trastornos autoinmunitarios en el otro. La salud es el equilibrio entre los dos donde la respuesta inmune es siempre apropiada y controlada.
Cómo se producen las alergias
Las alergias o los trastornos autoinmunes ocurren porque el sistema inmunitario se condiciona para responder a cuerpos extraños. Si ataca el cuerpo, es un trastorno autoinmune, y si ataca una proteína ambiental inofensiva, entonces es una alergia.
En el caso de la alergia, las estaciones de polen pueden producir una respuesta inmune enorme debido a la cantidad significativa de exposición. Curiosamente, estos problemas parecen ser mucho más comunes en las sociedades industrializadas y/o desarrolladas.
Existen estudios que dejan claro que la prevalencia de alergia y asma es baja en los países en desarrollo, que carecen del saneamiento avanzado que se encuentra en los países más desarrollados. Esta falta de saneamiento conduce a una exposición temprana a parásitos y otros microbios que es probablemente similar a lo que los humanos han experimentado durante siglos de evolución, haciéndoles inmunes sin tan siquiera darse cuenta.
Dado que nuestro sistema inmunitario evolucionó durante largos períodos de tiempo bajo exposición constante a microbios, si se eliminan esos microbios, el potencial del sistema inmune sigue activo, pero ya no tiene un objetivo adecuado.
La exposición temprana del sistema inmune a parásitos y otros microbios permite que el sistema desarrolle mecanismos reguladores que lo mantengan alerta y controlando a los seres extraños. En el curso normal del desarrollo infantil, se supone que el sistema inmune se aleja de la vía inflamatoria antiparasitaria predominante en el nacimiento hacia la vía antibacteriana no inflamatoria. En ambientes limpios que carecen de exposición a parásitos, esta transición no ocurre y el niño predispuesto a la alergia comienza a desarrollar una respuesta inmune inflamatoria contra proteínas ambientales inocuas.
Con esto no queremos decir que las condiciones bajas de higiene sean adecuadas, porque no es así. Aunque las tasas de alergia y asma son bajas en los países en desarrollo, las tasas de enfermedades prevenibles son mucho más altas. Esto sugiere que los sistemas biológicos requieren equilibrio, donde la sobrecorrección de un problema tiene consecuencias negativas imprevistas. En este sentido, merece la pena exponer a los niños a agentes extraños como la piel de los animales, el polvo, la naturaleza, entre otros.