La gastroenteritis es una enfermedad infecciosa muy típica en niños pequeños que se manifiesta en forma de diarrea, vómitos, náuseas y dolor de barriga en forma de cólicos, calambres y retortijones. Los primeros días también suelen aparecer junto con estos síntomas fiebre y fatiga.
La gastroenteritis es causada por virus o bacterias que entran en contacto con el niño. Hay varios virus que pueden producirla aunque los más comunes son los rotavirus, bacterias varias como la salmonella (por ejemplo por comer huevos o mayonesa en mal estado), por intolerancias alimenticias (a la lactosa o al glúten), por parásitos intestinales, enfermedades inflamatorias relacionadas con los intestinos y en mucho menor concentración las causadas por enfermedades del sistema nervioso o tumores.
Las gastroenteritis dura una media de una semana completa, 6 días al menos, después empieza a remitir poco a poco según el sistema inmunológico del niño se va fortaleciendo.
Tipos de gastroenteritis
Las gastroenteritis pueden clasificarse según el tipo de diarrea que presenta, esto nos ayuda a dar un mejor tratamiento al niño hasta que es posible acudir a un médico. Esta clasificación está basada en el artículo publicado por la unidad de Gastroenterología del hospital Ramón y Cajal de la Universidad de Alcalá de Henares.
- Diarreas secretoras: normalmente están producidas por intoxicaciones alimentarias y producen daños en el intestino delgado. Las heces son bastante líquidas con lo que hay una pérdida importante de electrolitos que hay que reponer.
- Diarreas inflamatorias: las células de la pared intestinal. Las heces pueden contener restos mucosos y sangre. Viene acompañada de fiebre y malestar. También disminue la concentración de leucocitos en la sangre.
- Diarreas penetrantes: parecidas a las anteriores, el aspecto de las heces también es mucoso con restos de sangre y tienen fiebre. La diferencia es que el germen ha ido más allá y ha traspasado la mucosa intestinal.
- Diarreas por alteración de función: las heces son líquidas y con un componente ácido debido a que no se han absorbido parte de los azúcares de los alimentos.
- Diarreas con disminución del área de absorción: las células de la pared de los intestinos están dañadas y no se absorben correctamente los nutrientes, lo cual significa que las heces son líquidas, grasientas y muy malolientes. Puede haber pérdida de peso y dolor abdominal.
¿Cuándo debería acudir al médico?
Como hemos visto, hay distintos de tipos de gastroenteritis y en unos la pared intestinal está más afectada que en otras, sin embargo en todos es necesario buscar siempre la rehidratación del niño porque los vómitos y las diarreas hacen que se pierdan electrolitos y sales minerales que deberemos reponer para evitar la deshidratación.
Las primeras señales de que un niño está sufriendo deshidratación es que el niño está tumbado pero inquieto, tiene la lengua y la boca seca y tiene ojeras. Si esta situación empeora tienden a mantener un llanto débil, con un pulso rápido y que va aumentando. Si notas que tu hijo tiene estos síntomas debes llevarlo rápidamente al médico de urgencias. También debes acudir sin demora siempre y cuando:
- Hay sangre en sus deposiciones.
- El bebé tenga menos de medio año o sea mayor pero lleve un par de días de diarreas y vómitos que no cesan.
- No consigue retener los líquidos que le administras.
¿Cómo tratar la gastroenteritis en niños?
La gastroenteritis suelen acabar remitiendo solas y tienden a durar de media una semana, pero mientras duran podemos mejorar los síntomas del niño para que esté lo más cómodo posible.
1. Rehidratar al niño
Antes que nada el niño tiene que ser rehidratado porque seguramente habrá perdido agua, sales minerales y electrolitos. En la farmacia venden soluciones hidrosalinas que permiten que el niño reponga los electrocitos perdidos. Al principio tienes que dárselo en tomas pequeñas y frecuentes para evitar que pueda vomitarlo, por ejemplo una cucharada cada 4 o 5 minutos.
Poco a poco según el cuerpo del niño vaya tolerando la solución se puede ir aumentando la cantidad. Si no puedes hacerte con una solución hidrosalina puedes darle agua con una pizquita de sal, esto hará que el estómago se le asiente. En el caso de que el bebé no quiera tomarla porque su sabor es malo puedes darle agua solamente. No le des bebidas isotónicas.
En el caso de tratarse de un lactante no se debe de suspender la toma del pecho, al contrario, se le deben de dar más tomas aunque en cantidades menores a las habituales para evitar la expulsión. Si la leche es de fórmula no hace falta modificar nada en su composición ni usar fórmulas especiales (sin lactosa o hidrolizados).
2. Alimentación adecuada
Una vez de que te has asegurado de que el niño está hidratado con el suero vía oral tienes que asegurarte de que su dieta durante estos días es la correcta. ¿Cómo? Para empezar olvídate de la dieta blanda, no es necesaria, el niño puede tomar las comidas saludables que come habitualmente pero evitando las que son demasiado grasas, los dulces y chucherías varias y aquellos alimentos que tengan efecto laxante como las ciruelas.
Siempre y cuando se tome el suero puede tomar la comida habitual aunque tal vez algo más cocida o triturada para que sea más digestiva. La dieta astringente habitual que solía utilizarse para estos casos también puede tomarse, no le va a causar daños, sin embargo como es una dieta un poco "sosa" (arroz hervido, zanahorias, manzana cocida...) puede que coman menos.
3.No administres medicamentos contra los vómitos o diarreas
Las medicinas para evitar las náuseas reducen un poco los síntomas pero no curan y tienen efectos secundarios para los niños. Por otro lado, algunos antibióticos pueden incluso alargar la gastroenteritis. Solo dale los que han sido prescritos por el pediatra.
4. Aumentar la higiene
La gastroenteritis tiene muchas causas pero una de ellas es por contagio, es muy fácil padecerla cuando se entra en contacto con las heces al cambiar los pañales por ejemplo. Los niños a su vez también pueden contagiarse al estar cerca de otros que la tienen. Una medida muy barata de prevención es acostumbrar al niño a lavarse bien las manos antes de poner la mesa para comer, después de ir al baño, jugar en el parque o estar con la mascota.