La piel exige un cuidado continuado, aunque casi todos acabamos por reconocer que nunca le damos el mimo que requiere. Somos conscientes de que no lo estamos haciendo bien cuando se vuelve seca, aparecen arrugas o algún tipo de erupción o granitos que nos hacen estar alerta. Y uno de los fallos más repetidos es el hecho de seguir siempre la misma rutina, sin fijarnos en factores externos que afectan a la piel.
Uno de esos factores es el tiempo que hace, la climatología y las temperaturas influyen mucho, por lo que no debemos hacer lo mismo en función de la temporada del año en que encontremos. Por ejemplo, en otoño hay que recuperar la piel tras la exposición que ha sufrido al sol en verano y prepararla para el frío que sufrirá en invierno.
Aunque pensemos que en esta temporadala piel necesitará menos cuidados no es cierto. Con la bajada de temperaturas y un incremento de humedad derivado de las lluvias la piel se vuelve más débil, por lo que es importante hidratarla. De lo contrario en unas días veremos como pierde elasticidad y firmeza.
Transición del verano al invierno
Es importante que no demos por hecho que como ya no hay calor ni nos exponemos al sol podemos relajarnos en lo referente al cuidado de la piel. De hecho es importante protegerla también del sol, puesto que sigue estando presente en nuestro día a día. Sin embargo, al llevar más ropa la protección solar bastará con limitarla a la cara y las manos, la piel que más exponemos en otoño a los factores externos.
El otoño es un momento de transición del calor del verano al frío y unas condiciones climatológicas más adversas que nos esperan en invierno. Una forma de preparar la piel para el cambio es haciendo una limpieza profunda en las partes más expuestas a factores externos. Es el caso, especialmente, del rostro y las manos. Un peeling o una limpieza de cutis son de lo más recomendable. Es una forma de poner a punto la piel para el otoño e iniciar los cuidados de cero.
La hidratación
La hidratación es fundamental, pero esto no significa que debamos usar la misma crema facial durante todo el año. Si las condiciones externas no son las mismas las necesidades de la piel tampoco lo son. Si eres de los que usa la misma hidratante todo el año a buen seguro que te has dado cuenta que no siempre luce igual de elástica ni con el mismo esplendor.
Eso es debido a que deberíamos escoger una diferente en cada temporada, buscando que se adapte a lo que nos pide la piel en cada momento. Es habitual que necesite un extra de hidratación puesto que el viento la reseca y hace que luzca más áspera. No siempre hay que fijarse en la crema facial cuando se busca una mayor hidratación. Puede conseguirse con algún tratamiento específico en el centro de belleza, pero también mediante el uso de mascarillas o sérums que aportan lo que necesitamos en un momento determinado.
En verano por las vacaciones, por el calor o porque el bronceado ya nos hace tener mejor cara se suele renunciar al make up, pero en cuanto empieza el frío regresamos a él. Maquillarse en otoño no es malo para la piel, pero sí requiere de una rutina de limpieza estricta que supone desmaquillarse siempre antes de acostarse y también limpiarse la cara al levantarse con jabones adecuados según el ph. Después de cada lavado es fundamental hidratarse. Hay que tener en cuenta que el agua reseca la piel por lo que puede ser el motivo de deshidratación.
La aplicación de productos de belleza no es la única forma que tenemos de hidratar la piel. También podemos conseguirlo bebiendo agua -lo recomendado son entre 1,5 y 2 litros al día- y consumiendo alimentos ricos en agua, como pueden ser hortalizas, verduras y pescado blanco.
Consecuencias del frío extremo
El frío extremo afecta especialmente a la piel y aunque se suele dar en invierno, en función del año, también puede empezar a notarse en otoño. Las consecuencias son la aparición de manchas o granitos en la piel, normalmente asociados a la falta de hidratación o problemas circulatorios, así como sabañones. En la mayor parte de los casos la mejor prevención, y cura, es la hidratación.