La cortisona es una hormona que genera las glándulas suprarrenales y que es buena para curar una gran cantidad de enfermedades, lo que hace de ella una gran aliada ya sea porque la componga nuestro propio organismo o porque nos la administre algún tipo de medicamento para tenerla en mayor cantidad a la hora de enfrentarnos a algún problema de salud.
Se trata de una hormona de esteroides del grupo de los corticoides, pero nada tiene que ver con los esteroides que conocemos como anabolizantes para aumentar la musculación, sino que su fin es entre otros convertir las proteínas en hidratos de carbono, y se emplea en muchas dolencias como antiiflamatorios y para tratar enfermedades como la artritis o el cáncer, entre muchas otras.
Normalmente, la cortisona se utiliza como medicamento de apoyo a otro más fuerte y más directo según la enfermedad que tengamos, pero con un uso muy frecuente y un tratamiento muy largo, es un corticoide que puede llegar a producir más efectos negativos que beneficios a nuestro cuerpo, tanto físicamente como en la salud.
¿Para qué sirve?
La cortisona es un tipo de medicamento que se puede administrar de muchas formas : a través de comprimidos de diferente gramaje (5, 10 o 20 mg) según el tipo de dosis que sea necesaria para nuestro organismo y su fin en este, a través de una inyección en un músculo o vena que en la mayoría de los casos administrará un asistente médico, o sobre la piel para tratar sobre todo reacciones alérgicas en forma de pomada, crema o loción. También existen gotas oftalmológicas con un compuesto de esta hormona de corticoide para curar algunas alergias o inflamaciones en los ojos.
Algunas de las funciones principales de la cortisona son:
- Como antiinflamatorio en dolencias en todas las partes del cuerpo
- Aumenta los niveles de glucosa en la sangre ya que ayuda al metabolismo en la ingesta de proteínas.
- Como antiistamínico o apoyo a este en reacciones alérgicas o para prevenir esas reacciones en las épocas más proclives a ello. En algunos casos de alergias primaverales en los que los pacientes pueden llegar a presentar episodios de asma, se incluyen aerosoles con compuestos de cortisona para calmar los síntomas de asfixia, normalmente como apoyo a otros aerosoles comunes y a otros medicamentos antiistamínicos.
- La cortisona se incluye mucho en los tratamientos de personas con cáncer, tanto para inflamaciones como para dolencias. Incluso se incluso cuando aquellas personas que padecen esta enfermedad pierden el apetito, ya que uno de los efectos que produce esta hormona en el organismo es el aumento del apetito, algo que podría considerarse como efecto secundario negativo para algunas personas, pero que en personas que presentan pérdida de apetito y desgana, puede convertirse en una ventaja.
- Aquellos formatos de loción o cremas que se utilizan para reacciones cutáneas son buenos para aliviar el enrojecimiento que sufre la piel o los picores.
- Por último también se utiliza como su fin principal, y es que si una persona padece insuficiencia suprarrenal y esa glándula no produce la hormona corticoide que es la cortisona, se le suministrará a través de un comprimido como extra para el funcionamiento natural del organismo.
Efectos secundarios
Ante todo hay que tener en cuenta que todos los cuerpos no reaccionan igual a los mismos medicamentos, por lo que no todas las personas tienen que padecer efectos secundarios tras el tratamiento de la cortisona. También hay que conocer cuáles son y pensar que son efectos que en la mayor parte de los casos son reversibl es, es decir, que irán desapareciendo y todo volverá a la normalidad una vez se haya terminado con el tratamiento.
A corto plazo, los efectos secundarios más comunes que podemos encontrar en un tratamiento de este corticoide son el insomnio o el aumento del apetito, lo que a la larga se puede convertir en un aumento de la retención de los líquidos y del peso del paciente. También puede afectar al estado de ánimo de las personas y tener una mayor irritabilidad. La ingesta de cortisona puede provocar náuseas y ardor de estómago, por lo que hay que tener en cuenta siempre tomarla si se trata de comprimidos a la hora de comer y justo después de terminar la comida, lo que hará que provoque el menor daño posible a nuestra digestión.
A largo plazo, la cortisona puede provocar un aumento considerable de la cantidad de glucosa en sangre, lo que habrá que tener en cuenta ya que si el tratamiento es muy prolongado puede llegar a producir diabetes en el paciente. También esta hormona puede provocar a largo plazo un deterior en el tejido de los huesos, llegando a provocar enfermedades óseas.
Como siempre, todos estos efectos dependerán de su administración y de un control médico sobre el tratamiento, por lo que desde Bekia siempre recordamos que a la hora de recibir un medicamento, se tenga siempre antes una citación con nuestro médico de cabecera y seguir sus instrucciones.