Uno de los propósitos de Año Nuevo que más suele atrancarse, y que prácticamente todo el mundo suele ponerse, es el de hacer ejercicio de forma regular. El ejercicio es el eterno olvidado en nuestras vidas, cada vez más sedentarias; no obstante, este es fundamental para un correcto funcionamiento de nuestro cuerpo y, aunque no lo creamos, también de nuestra mente. Para sentirnos bien con nosotros mismos, para valorar todo aquello que hacernos y encontrarnos a gusto en nuestra propia piel, lo mejor que podemos hacer es realizar alguna actividad física de forma regular. Ya sea caminar, hacer pesas, ir al gimnasio a practicar alguna clase colectiva... Sea lo que sea, lo cierto es que el deporte siempre suma, nunca resta.
Hay decenas y decenas de tipos de ejercicio, ajustándose cada uno más o menos a una persona u otra. Por ejemplo, si alguien lo que quiere es rebajar unos kilos, quizás lo que mejor le venga es combinar un poco de ejercicio cardiovascular con actividades más pesadas. Pese a que haya quien crea que las pesas son capaces de transformar la grasa en músculo, haciendo que un cuerpo se vea feo, nada más lejos de la realidad; las pesas queman grasa, igual que quemaría grasa cualquier otro tipo de actividad física.
Para hacer deporte de forma constante, lo mejor es apuntarse a un gimnasio. Así, al pagar la mensualidad de forma casi religiosa, nos sentiremos obligados a ir al menos tres veces en semana, y, una vez allí, seguro que realizamos ejercicio sin que nos cueste tanto trabajo. Ir al gimnasio es relativamente fácil una vez que se coge una rutina, sobre todo teniendo en cuenta la cantidad de clases colectivas que allí podemos encontrar. Si nos gusta bailar podremos optar por unas clases, mientras que si somos más de correr o de montar en bicicleta, o de hacer estiramientos, podremos entrar en otro tipo de clases.
Pero para perder peso y ponerse en forma no solo hay que acudir al gimnasio de forma habitual, sino que también hay que llevar una dieta saludable. ¿Cuál es la mejor alimentación para complementar la actividad que realizamos en el gimnasio? ¿Qué es lo que podemos hacer para que todo ese ejercicio se vea reflejado de la mejor forma posible?
Las proteínas, tus mejores aliadas
Lo primero que debes saber es que las proteínas se transformarán en tus mejores aliadas si quieres que todo el trabajo y ejercicio físico que realizas en el gimnasio tenga un reflejo en tu cuerpo. Los alimentos como el atún, o los huevos, son un gran aporte de energías que te ayudarán a reponer fuerzas tras la actividad realizada. Dependiendo de tus objetivos, las proteínas te ayudarán de una forma u otra : si quieres perder peso, te ayudarán a mantener nutrido mientras que continúas luchando por tus metas; y si lo que pretendes es ganar músculo, te darán también todo lo que necesitas para conseguirlo.
Si por lo que sea ves que no consigues llegar a un mínimo de proteínas con la comida que consumes de forma habitual, ya sea porque no tomas huevos o no tomas pescado, o porque no te gusta la carne, siempre hay preparados de proteínas. Estos se venden en polvos que, mezclados con agua o con leche, hacen que llegues a las proteínas necesarias sin tener que comer más de lo que te apetezca. Pese a la cantidad de mitos que hay sobre estos batidos de proteínas, no hay nada perjudicial en ellos. Habitualmente están hechos de concentrado de leche, con lo cual son aptos incluso para vegetarianos.
El hecho de que las proteínas deban ser la base de vuestra dieta no quiere decir que todo lo que comáis deba reducirse a esto, ni mucho menos. Los hidratos de carbono son fundamentales para lograr la energía suficiente para ir al gimnasio. Hay distintos tipos de hidratos de carbono, y deberéis optar por unos o por otros dependiendo del momento del día. Por ejemplo, antes del gimnasio es bueno comer hidratos de carbono de absorción rápida, porque os darán un chute extra antes de entrar a entrenar; también podéis tomarlos justo al salir, para recuperar fuerzas. Los hidratos de absorción lenta vienen bien para el desayuno, porque irán descomponiéndose más despacio y os irán aportando energía durante todo el día.
No desterréis ningún alimento de la dieta
Si comenzáis a marcaros alimentos como " prohibidos ", seguramente acabéis " pecando ". Así que nada de eliminar el chocolate de vuestro día a día, o las galletas. Pasad a controlar las cantidades, a ver qué tipo de chocolate podéis elegir (por ejemplo, optad por el negro antes que por el que tenga altas dosis de azúcar), o cómo podéis consentiros un pequeño capricho que no os afecte en absoluto en vuestro consumo de calorías. ¿Te gustan los caramelos? Bien, puedes comerlos. Pero solo uno al día. Elige en qué momento prefieres disfrutar de tu pequeño capricho, y disfrútalo.
De nada sirve que no comáis ningún tipo de dulce, por ejemplo, si luego estáis sufriendo por ello. Se trata de encontrar un punto medio entre lo saludable y el amor por la comida. Por supuesto que no podéis comer todos los días bollería industrial; es más, esto sí que os recomendaríamos que lo eliminaseis para siempre de vuestra vida. Pero no por lo que engorde o deje de engordar, sino porque contiene alimentos que no os van a beneficiar en absoluto. Podéis sustituir ese dulce por un bizcocho artesano de harina de avena y claras de huevo, por ejemplo. Puede que al principio no os guste tanto su sabor, pero acabaréis acostumbrándoos, y os encantará.
Lo mismo sucede con los fritos: lo mejor es eliminarlos de la dieta, pero no por cuestión de peso, sino de salud. Si en lugar de hacer esos filetes que tanto os gustan fritos los hacéis a la plancha, van a estar igual de buenos y van a ser mucho más saludables. ¡Probad nuevas recetas! ¡Innovar! No le cojáis miedo a ningún alimento simplemente porque este tenga azúcar; controlad las cantidades, pero disfrutad de todo. Así iréis logrando vuestros objetivos sin obsesiones.