Normalmente asociamos el duelo a la muerte de un ser querido, sin embargo, el duelo es toda reacción frente a la pérdida. Una reacción emocional que se produce cuando perdemos algo y esa pérdida supone un vacío. Existen a lo largo de nuestra vida, duelos que no se relacionan con un fallecimiento, se denominan, duelos sin muerte. Te comentamos algunos de ellos y sus características.
El duelo anticipado ante una enfermedad terminal
Tras el diagnóstico de una enfermedad terminal, tanto el paciente como el entorno más cercano, pasarán por un duelo compuesto por cinco etapas claramente diferenciadas. Primero la negación como mecanismo de defesa, "esto no es verdad, no me puede estar pasando a mí". Después viene la ira, "¿por qué a mí?". Seguida de la negociación, se busca hacer un trato, normalmente con Dios, para obtener de nuevo la salud a cambio de una buena conducta. Más tarde, cuando la persona comienza a ser consciente de la situación y su alcance, aparece la fase de depresión, marcada por el aislamiento social. Aparece tristeza, miedo e incertidumbre al futuro, y se comienza a tener una perspectiva diferente de lo importante en la vida. Los síntomas depresivos del proceso de duelo no son sinónimos de enfermedad mental. Y por último, la aceptación.
Los psicólogos señalan la importancia de permitir a la persona transitar por todas las etapas del duelo, para poder llegar a la aceptación de la nueva situación de manera satisfactoria. Es importante en este tipo de duelo que la persona admita que necesita tiempo para asimilar lo que le está sucediendo, sin presiones. La ayuda de profesionales será muy importante tanto la persona afectada como para la familia, así como los grupos de apoyo.
El duelo tras un aborto
En estos casos a diferencia del resto, sí que existe una muerte, la del feto. Se trata de una de las experiencias más desagradables de la vida de una pareja, especialmente si el bebé era deseado y/o buscado por largo tiempo. En estos casos, es importante que se entienda que la pérdida del bebé no nacido será experimentada de manera diferente por cada uno de los padres, y que el duelo y la forma de expresarlo también lo será, sin que por ello el sentimiento de pérdida sea menor. Culpabilizar al otro no va a solucionar nada, necesitáis apoyaros mutuamente. No se debe caer en el error de reproches antiguos. El momento de gestación será un factor importante. Si el bebé ya estaba más formado la madre o ha llegado a notar las primeras patadas o como se movía dentro del vientre, ha oído su latido, tiene ya alguna ecografía, es posible que ya tenga la habitación preparada..., el sentimiento seguramente sea más fuerte. Incluso el aborto puede ser más traumático precisando cirugía e ingreso hospitalario prolongado.
Muchos expertos en duelo recomiendan hacer algún tipo de ritual de despedida, como método de aceptación y manera de liberar los sentimientos. Se puede escribir una carta en la que se expresen todos los deseos que se tenían para ese niño o incluso las dudas. Posteriormente puede guardarse en una caja con algún recuerdo del bebé, o simplemente quemarse. Esto puede hacerse solo o en pareja, y en el momento que se sienta preparado.
El duelo tras una amputación
La pérdida de un miembro del cuerpo siempre es una experiencia dolorosa y traumática. Será muy importante en estos momentos el apoyo emocional que se reciba para hacer frente a la pérdida y recuperar la autoestima. Uno de los aspectos importantes de este duelo es enfrentar el sentimiento de dependencia que la pérdida del miembro le supone y la sensación de pérdida del control sobre su cuerpo. Que esta la mente sea capaz de aceptar la nueva situación será el principal reto del duelo en una amputación traumática.
Si la amputación ha sido consecuencia de una relación directa con la enfermedad, es posible que en un primer momento la amputación pueda aportar alivio al sufrimiento. Sin embargo, el duelo estará presente aunque encontrarle un sentido a la pérdida ayude a afrontarlo de manera más positiva.
La primera parte de este duelo es enfrentar el cambio de imagen que supone la amputación, lo que le genera la persona un sentimiento de rechazo por desprenderse de una parte de uno. En este tipo de duelos es muy frecuente la ira. Tras una negociación interna para aceptar la nueva situación se da paso a la última etapa; la aceptación, ser consciente de que no hay marcha atrás y comenzar a afrontar la vida con esta nueva condición. Es muy importante la rehabilitación física para recuperar la movilidad del cuerpo y ejercitar la mente para permitirla aceptar la pérdida y el control de su nuevo cuerpo.
El duelo tras la pérdida de empleo
Claramente el impacto no será comparable al de la pérdida de un ser querido, pero igualmente no superar el duelo, puede desembocar en estados depresivos o problemas emocionales que dificulten la reinserción laboral. Si la persona dedicó mucho esfuerzo y tiempo de su vida al empleo, el duelo por la pérdida será aún mayor y más difícil de superar, pues se convirtieron en dependientes del trabajo por lo cual el duelo supondrá la pérdida también de la ilusión y las expectativas. En ocasiones un proceso de jubilación puede generar los mismos sentimientos incluso un tiempo de duelo, como aceptación al nuevo rol de su vida.
La profundidad y la duración del proceso de duelo tras el despido dependerán de muchos factores y del momento en que se produce. Es común en las primeras fases: desorientación, ansiedad, palpitaciones o conductas obsesivas para buscar otro empleo. Todo cambio supone miedo, pero la persona no puede permitirse sumirse en la pasividad o actuar de manera compulsiva o precipitada, cualquiera de estos dos extremos es negativo y no conseguirá sus frutos, lograr un nuevo puesto de trabajo.
Los expertos en cuestiones laborales recomiendan no acudir a entrevistas de trabajo hasta encontrarse totalmente recuperados y destacan que enfrentarse a la búsqueda de trabajo de nuevo ayuda a superar el duelo siempre y cuando se tenga una perspectiva realista, e importante, evitando la impaciencia y los sentimientos de culpa. Evitar caer en el error, de por vergüenza no contar el despido a las personas de tu entorno cercano, pues si apoyo y compresión es lo que más se necesita en esos momentos.
El duelo tras una ruptura sentimental, separación o divorcio
Una ruptura siempre es difícil para ambas partes aunque sea de mutuo acuerdo o a pesar de que la decisión sea tuya, pero aún más si es de la otra persona. En cualquier caso, es común sufrir un periodo de duelo, que variará en duración e intensidad según sea el caso. Además, se pueden sumar otros factores como hijos en común o problemas económicos. El principal problema de este duelo es que la persona no desaparece, se debe renunciar a los planes de futuro que se tenían con ella y posiblemente ver como eso se cumple con otra persona, si rehace su vida.
En la separación un primer momento es siempre de negación, es un error en este caso intentar volver o suplicar a la pareja. Alargar este periodo traerá sufrimiento para ambos. Tras ello, llega la desesperanza, el sentimiento de abandono si la decisión fue de otra persona, baja autoestima, tristeza... Se debe tener cuidado de no comenzar con pensamientos catastrofistas, del tipo nadie me querrá nunca o no encontraré a nadie nunca. Y por último llega la aceptación, es el momento de disfrutar de la soltería, retoma hobbies o haz nuevas amistades. Pero antes, debemos pasar por la fase en la que recordamos todo lo bueno que hubo y obviamos lo malo, teniendo una visión distorsionada. En este momento, el error habitual es intentar retomar la relación.