El cuerpo y la mente están estrechamente conectados y es necesario tener esto en cuenta para que tu salud se vea fortalecida en todos los aspectos. A menudo hablamos sobre cómo el estrés afecta el cuerpo, pero ¿sabías que puedes usar tu cuerpo para calmar la mente? Ya sea caminando por el campo o sentado en una silla, puedes controlar tu estado mental gracias a tu cuerpo.
Hay estudios que evidencian como las enfermedades mentales pueden causar enfermedades físicas, el cuerpo también puede influir a la mente y no solo a la inversa. La psicología somática tiene que ver mucho en esto, pero lo que importa sobre todo es que sepas cómo canalizarlo para mejorar tu salud general y potenciar tu bienestar.
Observa tu cuerpo
Cuando e despiertes por la mañana, observa cómo sientes tu cuerpo y tu mente. Si estás demasiado cansado físicamente es probable que tu mente esté llena de preocupaciones, por lo que es probable que sea buena idea trabajar tu cuerpo para recuperar tu energía y así, mejorar tus pensamientos.
Dedica tiempo a atender las necesidades emocionales en el momento, tal vez mediante la autorreflexión o en una conversación con alguien a quien le importe o tal vez con un terapeuta, dependiendo de lo que pueda parecer apropiado en ese momento determinado.
Nombra tus emociones
Cuando tu mente sufre tu cuerpo también lo hace, por lo que si aprendes a nombrar las emociones que sientes tu cuerpo se sentirá más relajado y tu mente también. Reconocer tu tono emocional en cualquier momento del día puede ser un alivio en sí mismo. Hay investigaciones que han descubierto que nombrar las emociones puede acabar con la respuesta física al estrés (pelear o huir), por lo que te sentirás más equilibrado y centrado para disfrutar del día.
Desde una perspectiva somática, el cuerpo es una piedra de toque valiosa para estar más presente y responder de manera más constructiva a la vida. Es donde nuestras emociones se muestran a través de cambios en la respiración y la tensión muscular y siempre hay algo que podemos hacer en un nivel físico para ayudarnos a nosotros mismos, como respirar profundamente o ajustar nuestra postura para estar más erguidos y equilibrados.
Comienza mejor el día
A veces las personas comienzan bien o mal el día sin saber exactamente por qué. Observar cómo se siente el cuerpo, nuestro estado de ánimo acompañante y hacer algunos pequeños ajustes de actitud puede marcar la diferencia. No te pierdas estos dos técnicas que puedes hacer cada mañana:
-Sonríe. Aunque no tengas ganas sonríe, porque tu cerebro responde a tu sonrisa falsa de la misma forma que lo haría con una sonrisa genuina, liberará las hormonas necesarias para que tu cuerpo se sienta mejor.
-Escanea tu cuerpo. Ponte de pie o estando sentado/a durante unos momentos y escanea tu cuerpo de la cabeza a los pies. A medida que lo vayas haciendo, observa las áreas de posible tensión o áreas que llaman tu atención por cualquier motivo, y permítete hacer ajustes en tu postura para sentirte más cómodo, centrado y equilibrado. Este simple hecho no solo puede ayudar a que tu postura sea más cómoda y equilibrada, sino que también puede promover una perspectiva más equilibrada y sabia que puedes llevar contigo cada día.
-Coloca la mano en tu corazón. Después de hacer lo anterior, pon tu mano sobre tu corazón y sonríe (aunque finjas). Tu cerebro estará sintiéndose bien y tú poco a poco, también.
Estarás utilizando tu cuerpo para calmar tu mente y que de esta manera, seas capaz de pensar de forma más creativa y equilibrada. Te sentirás mejor tanto por dentro como por fuera y tendrás la vitalidad suficiente para que superes los retos que la vida te ponga cada día.