Todo el mundo va en búsqueda de la felicidad, quieren saber qué se siente o qué deben hacer para conseguir ese secreto para sentirse felices todo el tiempo. Muchas personas piensan que la felicidad es una meta, es el final de un camino después de haber atravesado muchos obstáculos y haber conseguido objetivos. Pero no, la realidad es que la felicidad no es ni debe ser una meta. La felicidad es un camino, es el proceso de disfrutar de lo que haces en el momento en que lo estás haciendo.
Un estudio en 8 países así lo consta
El estudio intercultural incluyó a 2.324 estudiantes universitarios de ocho países: Estados Unidos, Brasil, China, Alemania, Ghana, Israel, Polonia y Singapur.
Los participantes en general querían experimentar emociones más agradables y menos emociones desagradables de lo que sentían en sus vidas, pero no siempre fue así porque la vida puede tener obstáculos.
Curiosamente , el 11% de los participantes quería sentir menos emociones trascendentes, como el amor y la empatía, de lo que experimentaban en la vida cotidiana. El 10% quería sentir emociones más desagradables, como la ira o el odio. Solo había una pequeña superposición entre esos grupos.
Incluso si nos sentimos bien la mayor parte del tiempo, todavía podemos pensar que debemos sentirnos aún mejor, lo que podría hacernos menos felices en general pensando que podemos ser más felices de lo que lo somos en la actualidad.
Por ejemplo, alguien que no siente cólera al leer sobre el abuso infantil podría pensar que debería estar más enfadado por la situación de los niños maltratados, por lo que quiere sentir más enfado de lo que realmente tiene en ese momento. Una mujer que quiere dejar a su pareja tóxica pero no está dispuesta a hacerlo puede pensar que quizá sea más feliz si le ama menos.
En todas las culturas del estudio, los participantes que experimentaron más de las emociones que deseaban informaron una mayor satisfacción con la vida y menos síntomas depresivos, independientemente de si esas emociones deseadas eran agradables o desagradables.
El estudio concluyó que la gente quiere sentirse muy bien todo el tiempo en las culturas occidentales, especialmente en los Estados Unidos.
Disfrutar del camino
Pero para ser feliz no hay que pensar en cuánto más felices podemos ser de lo que somos ahora, porque entonces nunca se será feliz realmente. Anhelar lo que pensamos que no tenemos solo nos hará sentir miserables. Por eso, el secreto de la felicidad consiste en disfrutar del momento presente, en apreciar las pequeñas cosas que tienes en tu vida, en los momentos que parecen poco importantes pero que en realidad te llenan de vida.
Si te pasas la vida comparándote con los demás, mirando lo que otros tienen en lugar de pensar en lo que tienes tú y en apreciar tu vida, entonces no alcanzarás la felicidad. Si aspiras a un mejor trabajo pero no haces nada por conseguirlo o solo te lamentas de no tenerlo, tampoco podrás ser feliz. Si quieres conseguir buenos resultados pero no disfrutas en el camino mientras lo consigues, cuando llegues a ese resultado querrás mejorar aún más y no disfrutarás de tu felicidad.
Para ser feliz no importan tanto los objetivos sino el camino que sigues para conseguirlo. Por ejemplo, disfrutar de lo que estás estudiando, disfrutar de tu puesto de trabajo aunque aspires a otro mejor, disfrutar de las tardes de juego con tus hijos, disfrutar de cualquier cosa que estés haciendo sin pensar en el resultado sino pensando en lo que puedes conseguir.
Cuando te des cuenta que la felicidad no es una meta sino un camino, entonces podrás disfrutar de tu vida y sentirte mejor con las pequeñas cosas. Sin comparaciones. Sin mirar al otro... Solo disfrutando de ti y de tu vida.