Trabajar cumple innumerables y beneficiosas funciones: nos proporciona la forma de ganarnos la vida, nos otorga identidad y estatus social, nos permite desarrollarnos como personas y como profesionales, nos ofrece la posibilidad de relacionarnos y de emprender acciones e iniciativas significativas. Sin embargo, el trabajo conlleva riesgos y es origen de daños y alteraciones de nuestro estado de salud. Especialmente, cuando se lleva a cabo en situaciones y condiciones inseguras y precarias.
Resulta evidente que el ejercicio de un trabajo puede llegar a originar daños en el normal funcionamiento de nuestro cuerpo y nuestra mente. Desempeñar una profesión puede conllevar situaciones que generen disfunciones que acaben dañando nuestra salud. ¿Estamos hablando en estos casos de enfermedad o de accidentalidad? ¿Constituyen el mismo fenómeno?
Según los datos de siniestralidad del 2014 extraídos de un reciente informe de UGT, cada día 2 trabajadores fallecen en España como consecuencia de su trabajo, 11 sufren un accidente grave y 1.310 tienen un accidente leve. Cada día 47 personas son víctimas de una enfermedad profesional en nuestro país, pero: ¿qué son las enfermedades profesionales?
Por enfermedades profesionales entendemos aquellas alteraciones o desviaciones del estado adecuado de salud que, además de estar causadas por el trabajo (en cualesquiera de sus condiciones), están catalogadas e incluidas en un listado oficial publicado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social, esta última consideración le otorga al trabajador el derecho al cobro de las oportunas indemnizaciones. Según el Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social, en su art. 116, establece que la enfermedad profesional es "la contraída a consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta ajena en las actividades que se especifican en el cuadro aprobado por las disposiciones de aplicación y desarrollo de esta Ley, y siempre que la enfermedad proceda por la acción de elementos o sustancias que en dicho cuadro se indican para cada enfermedad profesional".
De esta definición basada en la naturaleza de empleo tradicional podemos destacar tres aspectos fundamentales, se trata de trabajo por cuenta ajena, incluye una lista de actividades y sustancias peligrosas e implica la doble relación de casualidad trabajo/enfermedad y elementos nocivos/dolencia. De manera complementaria considera también dentro de este concepto a trabajadores por cuenta propia en el régimen especial agrario, trabajadores del mar y trabajadores autónomos.
Diferencia entre enfermedades profesionales y enfermedades producidas en el trabajo
Estas clasificaciones y terminología no debe hacernos confundir las enfermedades profesionales con las enfermedades producidas en el trabajo, estas últimas son patologías que se han contraído por motivo de la realización del trabajo, pero que no están incluidas en la lista; en función de lo establecido en el art. 115 del texto citado anteriormente podrían ser consideradas dentro del concepto de accidente de trabajo, pero no dentro del término de enfermedad profesional.
El accidente de trabajo es definido en el art. 3 de la Ley 1562 de 2012 como "todo suceso repentino que sobrevenga por causa o con ocasión del trabajo, y que produzca en el trabajador una lesión orgánica, una perturbación funcional o psiquiátrica, una invalidez o la muerte".
Volviendo a la lista de enfermedades profesionales, podemos destacar que están dividas en 6 grupos (Real Decreto 1299/2006) según su causa, estas pueden ser originadas por agentes químicos (Grupo 1); agentes físicos (Grupo 2); agentes biológicos (Grupo 3); por inhalación de sustancias y agentes no comprendidos en otros apartados (Grupo 4); enfermedades de la piel causadas por sustancias y agentes no comprendidos en algunos de los otros apartados (Grupo 5); enfermedades de la piel causadas por agentes carcinógenos (Grupo 6).
Siguiendo con el mismo informe de la UGT de enfermedades profesionales de agosto de 2014, el 83% de las enfermedades profesionales son causadas por agentes físicos, seguidas de las enfermedades de la piel y agentes biológicos (con un 5.21% y 5.14% respectivamente cada grupo). Dentro de las enfermedades laborales causadas por agentes físicos, el 59% son tendiciosas (como, por ejemplo, la tendinitis, síndrome de túnel del carpio, lumbago, síndrome de extensión cervical, provocado por posturas forzadas, y movimientos repetidos). Un 29% en parálisis de nervios provocadas por transtornos músculo esqueléticos, también ocasionados por posturas forzadas y movimientos repetidos que provocan parálisis en los nervios debidos a la presión. Esto se puede dar en trabajos en los que se tiende a pasar 8 horas delante de un ordenador, conduciendo un vehículo, trabajos de carga y descarga, etc.
Muy lejos de las enfermedades laborales del Grupo 2, nos encontraríamos con las del Grupo 6, las enfermedades causadas por los agentes carcinógenos con un 3,4 %; por la gravedad de la patología y su gran índice de mortalidad es importante tener en cuenta, dentro de éste, al agente que ha provocado más cáncer como enfermedad profesional: el amoniato (con un 24%); se da en trabajos tales como astilleros y desguace, industrias textiles de amianto, tintorería industrial, sustitución de suelos de aminianto-vinilo, seguido por hidrocarburos aromáticos policlínicos, hollín, alquitrán, betún, brea, aceites minerales, etc.
También nos encontraríamos con radiación ionizante como explotación de minerales radioactivos, producción, tratamiento, manipulación, utilización, posesión, almacenamiento, transporte, importación, exportación y eliminación de sustancias radiactiva s, operario de todo tipo eléctrico de potencial superior a 5kv, etc., y el níquel, por ejemplo, en industrias de cerámica y vidrio, bisutería, fundición de hierro y acero inoxidable, etc.
Las enfermedades profesionales más comunes
1. Fatiga visual, por una exposición a lo largo del tiempo a las pantallas de ordenadores, tabletas, televisiones, etc., los síntomas pueden ser pesadez y picor de los ojos, dolor de cabeza, entre otros.
2. Dolor de espalda, después de muchas horas sentado la mala posición puede afectar a la espalda, provocando dolor de cuello, cervicales, hombros, etc.
3. Estrés, primera causa de absentismo laboral y como consecuencia responsable de la disminución de la productividad, entre los síntomas más habituales se encuentra la cefalea y las migrañas.
4. Síndrome de fatiga crónica, se trata de un cansancio prolongado que no se alivia con el descanso, como sintomatología se puede encontrar la pérdida de autoestima, abandono de tareas, insomnio, pereza, etc.
5. Síndrome de túnel carpiano, pérdida de fuerza en las manos causada por la flexión reiterada de la muñeca, produce dolor en muñeca y codo pudiendo derivar en tendinitis.
Todos estos ejemplos de enfermedades profesionales más comunes afectan a buena parte de profesiones y empleos, sin distinción del sector económico. A esto se une la aplicación masiva de nuevas tecnologías en todas las tareas laborales y organizacionales, generando la aparición de nuevos riesgos laborales con alteraciones de la salud totalmente distintas.
Con todo ello, y para concluir, debemos indicar que muchas de las enfermedades profesionales no son tenidas en cuenta como tal y pasan por enfermedades comunes, con lo cual los datos y los porcentajes no siempre ofrecen un diagnóstico completo y veraz de los riesgos, accidentes y enfermedades que se producen a diario en el ámbito laboral. Por ello, el conocimiento de las mismas y la prevención se tornan fundamentales para mantener y mejorar nuestra salud en el trabajo y, por ende, en nuestra vida.