Con la llegada de la primavera llega, también, el terror de las alergias. Siendo esta la temporada de mayor incidencia, ya que la mayoría se refieren a reacciones ante gramíneas, polvo y otros elementos más frecuentes en esta época del año, también se dispara, por supuesto, el consumo de antihistamínicos o, como se les conoce mejor, las pastillas para la alergia. La Organización Mundial de la Salud dató la prevalencia de estas en un 35% de la población y, lo que quizás es peor, creciendo cada año.
Y, aunque pudiera no parecer demasiado grave, las personas que han desarrollado alguna reacción alérgica pueden sentirse incapacitadas en su vida diaria y trabajos, sobre todo cuando los síntomas desarrollados son de ámbito respiratorio. Por esto, en las últimas décadas se han ido desarrollando más y más antihistamínicos y mejorando la fórmula de estos con un único fin: eliminar las molestias sin producir efectos adversos.
Porque cuando hablamos de medicamentos siempre tenemos que tener en cuenta la posibilidad de efectos secundarios y, por desgracia, las pastillas para la alergia no están exentas de estas. Algunos son muy poco frecuentes: dolores de cabeza, sueño, diarreas... pero hay uno que parece afectar más y, en general, preocupa más: el aumento de peso. Y es que con la cercanía del verano y todas las operaciones bikini, engordar preocupa. Sobre todo si la causa es un medicamento que tenemos que tomar con frecuencia.
Se puede engordar, pero no con todos los antihistamínicos
Es una realidad, aunque no tal como la pintan. No es una causa directa. Las pastillas para la alergia, sobre todo las de primera generación, actúan deprimiendo el Sistema Nervioso Central. Pero debido a que su función es genérica y no actúan específicamente, en su proceso afectan también inhibiendo los receptores serotoninérgicos. Estos receptores son responsables, en parte, del apetito y al no funcionar como debiera aumenta esta sensación. Así, durante el tratamiento estamos provocando que nuestro cuerpo sienta más hambre y, por ello, ganemos peso al comer más de lo que era habitual.
Pero como no todos funcionan así, no todos tienen este efecto sobre nuestro peso. En realidad cuando hablamos de antihistamínicos estamos hablando de una familia grande y longeva y, por ello, se divide en tres generaciones. La primera, de la que hemos hablado, es la que te puede hacer engordar (entre estos están englobados algunas marcas como Dimetapp, Chlor-Trimeton, Dramamine, Benadryl Allergy, Nytol, Sominex...) la segunda y la tercera, con un efecto menos invasivo y más específico sobre el SNC, están exentos de este problema al evitar ciertas zonas.
¿ Entonces qué puedo hacer si no quiero ganar peso ?
Quizás lo más básico y sencillo sería cambiar las pastillas para la alergia. Pero habiendo tantas marcas en el mercado y con el desconocimiento sobre si en realidad no estamos dando salto entre generaciones, esto debería de hacerse con la consulta de nuestro médico o un farmacéutico si este no requiere receta o no ha sido prescripción médica. Pero como muchas veces estamos obligados a consumir ciertos medicamentos en concreto debido a alguno de sus otros efectos o para evitar ciertas interacciones maliciosas entre distintos tratamientos, hay otros medios para evitar el engorroso proceso de engordar.
Lo primero: Llevar una dieta saludable. No tenemos que comer menos, solo hacerlo con conciencia. Evitar picar entre horas, no realizar cenas copiosas poco antes de dormir, y, sobre todo, dejar de lado la mala costumbre de dejar de comer durante días para bajar de peso ya que, a la larga, el efecto rebote te devuelve rápidamente a donde estabas. Sabiendo que la medicación tiene efecto sobre el apetito, principal causa del aumento de peso, siguiendo estos consejos y comiendo con moderación deberíamos de poder evitarlo
Lo segundo : Vigilar la comida no es lo más importante. Si bien controlar la alimentación y buscar una dieta equilibrada es una de las grandes ayudas para no engordar, la vida sedentaria que llevamos ante ordenadores y televisores no ayuda en nada a no engordar. Salir a hacer ejercicio es básico para mantenernos en forma. No hay que ir al gimnasio o matarse a hacer pesas. Salir a andar después de comer facilita la digestión y, acercándose el buen tiempo, es una ocasión ideal para pasear y disfrutar de un momento de relax.