¿Es lo mismo la infertilidad y la esterilidad? Aunque con frecuencia estos dos conceptos se usan como sinónimos, pues ambos hacen referencia a la imposibilidad de tener un bebé, en realidad no lo son. Te contamos qué diferencias hay entre ser infértil y ser estéril.
En realidad, se tratan de dos términos absolutamente diferentes. Sin embargo, con frecuencia la sociedad los mezcla porque ambos hablan de la dificultad que tiene una pareja para conseguir un hijo. La esterilidad es la incapacidad para concebir, mientras que la infertilidad, es la imposibilidad de finalizar la gestación con el nacimiento de un niño sano. Aunque la diferencia parezca ser insustancial, sobre todo, teniendo en cuenta que ambos casos la pareja no logra obtener el deseado hijo; en términos médicos no es sólo una semántica conceptual en la definición lo que importa, pues los estudios dirigidos a conocer las causas y posibles tratamientos son totalmente diferentes. De ahí, la importancia de un correcto diagnóstico. No es lo mismo una pareja que no puede concebir, que aquella que concibe, sin dificultad pero en la que la gestación final no llega a término.
En términos generales, se considerea que el 96% de la parejas que tienen relaciones sexuales sin protección logran el embarazo a los 12 meses de intentarlo. Por lo tanto, los especialistas recomiendan esperar este tiempo antes de acudir a un especialista. Este periodo de espera se reducirá si la mujer tiene entre 35 y 40 años y no se debe demorar la orientación terapéutica a mujeres mayores de 40 años.
Por tanto, ser estéril o ser infértil no es lo mismo, no sólo en términos médicos, sino también son diferentes sus casusas y tratamientos. ¿Te cuesta lograr el embarazo deseado? Os informamos sobre las diferencias entre esterilidad e infertilidad, su frecuencia y diagnóstico, y las causas que las provocan para conocer cómo abordarlas con éxito.
¿Cuándo hablamos de infertilidad?
Se habla de infertilidad cuando una mujer ha conseguido uno o más embarazos, pero no han llegado a término o se ha producido la muerte del bebé horas después del alumbramiento. Podemos distinguir entre, la infertilidad primaria y la secundaria. En la primaria, la mujer se queda embarazada, pero la gestación pero no llega a término o el bebé muere poco después de nacer. En el caso de la infertilidad secundaria, los abortos aparecen después de haber logrado alguna gestación normal. Cuando vuelven a intentar un embarazo, se consigue la gestación, pero ésta no llega a término.
Entre las causas más frecuentes de infertilidad masculina son comunes las alteraciones en el semen, la obstrucción de conductos espermáticos, problemas de próstata o factores como el estrés, la mala alimentación, el tabaco o el alcohol, que inciden directamente sobre la cantidad y calidad del esperma. En cuanto a la mujer, es especialmente reseñable la tendencia a retrasar cada vez más la gestación, junto con problemas ginecológicos como la endometriosis, las lesiones de las trompas de Falopio o anomalías uterinas.
Hace años se comenzaba a sospechar que una pareja era infértil cuando había sufrido tres o más abortos. En actualidad el sufrimiento emocional que desencadena la pérdida de un embarazo deseado, ocasiona que los estudios de infertilidad de inicien cuando se han producido dos pérdidas gestacionales. Las parejas con un solo aborto no requieren valoración específica. Pueden precisar una información adecuada acerca del pronóstico para un futuro embarazo, que suele ser favorable, el 80-90% lograrán una gestación normal posteriormente. En el caso de los abortos de repetición, se sabe que el riesgo de un nuevo aborto se duplica tras el segundo, y se triplica tras el tercero. Esto hace que habitualmente se recomiende realizar un estudio de infertilidad en la pareja, tras dos abortos consecutivos.
Lo principal, es individualizar cada caso teniendo en cuenta factores como la edad de la mujer y su historial ginecológico y el estado de ansiedad de la pareja. Los aspectos económicos y emocionales también son importantes. Supone un dato de gran relevancia el trimestre en el que se produjeron los abortos, la posible exposición a medicamentos, tóxicos ambientales o traumatismos, las infecciones, los antecedentes de patologías de carácter autoinmune y la genética de los progenitores.
El estudio de la infertilidad ha de ser completo y no se deben iniciar las medidas terapéuticas hasta que no se haya concluido el estudio. Es importante, tomar medidas anticonceptivas mientras dure, para evitar la posibilidad de un nuevo embarazo antes de llegar a un diagnóstico.
¿Qué es la esterilidad?
La fertilidad hace referencia a la capacidad para reproducirse, mientras que la esterilidad lleva consigo la carencia de esta capacidad. Desde el punto de vista médico, la esterilidad es la imposibilidad de lograr un embarazo. En términos generales, una pareja es considerada estéril cuando, tras un año de relaciones sexuales sin uso de métodos anticonceptivos, no logra el embarazo. No existe un porcentaje fiable de parejas estériles, aunque normalmente se considera que se encuentra entre un 10 y un 15% de las parejas.
Debemos igualmente diferenciar igualmente entre esterilidad primaria y secundaria. Hablamos de esterilidad primaria si la pareja nunca ha conseguido tener un hijo, y esterilidad secundaria cuando el problema surge después de haber logrado un embarazo, sin que sea posible lograrlo de nuevo.
Entre las causa más comunes de esterilidad femenina encontramos los defectos de ovulación, problemas en las trompas de Falopio, en el útero: cicatrices y miomas; o en el cérvix: obstrucción o alteración del moco vaginal que dificulta el ascenso del semen. Entre los factores de esterilidad masculina destacan: alteraciones genéticas, problemas en la eyaculación, falta de testículo/s, alteraciones en la vascularización a nivel testicular, tóxicos como el tabaco y el alcohol, radiaciones...
Un diagnóstico preciso y adecuado, puede solucionar los problemas de esterilidad. Para ello se evalúa la función ovulatoria de la mujer, lo cual puede suponer un 20% de todas las causas de esterilidad, por lo que será uno de los primeros estudios a realizar. También puede ser necesario un e studio hormonal o un estudio endocrino que nos indica si existe un desequilibrio que pueda alterar la función ovárica. Puede ser necesario también un estudio de las trompas de Falopio, ya que éstas desempeñan un papel fundamental en la fecundación. Las técnicas diagnósticas de las que se dispone para estudiar las trompas son: histerosalpingografía, histerosonosalpingografía, y salpingoscopia. Otras veces es necesario un estudio del endometrio de la mujer. El endometrio es un órgano regulado hormonalmente del que depende la posibilidad de que el embrión pueda implantarse en el útero. Su análisis es necesario para descubrir las posibilidades de implantación que tiene una paciente durante un ciclo determinado. Para ello, se recurre a la biopsia endometrial o a la ecografía.
En cuanto a la esterilidad en el hombre será necesario un análisis convencional del semen. El varón es responsable de la esterilidad de la pareja en aproximadamente un 40% de los casos, debido principalmente a alteraciones de la concentración y de la calidad de los espermatozoides. Los principales factores estudiados son: recuento de espermatozoides, movilidad espermática, vitalidad espermática y morfología. Además de test funcionales para observar cómo actúan los espermatozoides.