El Ibuprofeno es un medicamento del tipo antiinflamatorio no esteroideo (AINE). Este tipo de medicamentos, además de tener propiedades antiinflamatorias, también es antipirético, es decir, que reduce la fiebre, y analgésico porque reduce el dolor. El mecanismo de acción de este tipo de sustancias es la inhibición de la enzima ciclooxigenasa (COX), que hace posible que el organismo sintetice prostaglandinas, sustancias que intervienen en los procesos inflamatorios.
Así, el ibuprofeno, al igual que otras sustancias pertenecientes a los AINEs, reduce esa respuesta inflamatoria del organismo. Sin embargo, este producto lo hace de una manera más potente, por lo que el ibuprofeno es más fuerte que, por ejemplo, la aspirina en este tipo de dolencias que implican un proceso de inflamación.
Cuándo podemos usar ibuprofeno
El ibuprofeno se indica para aquellos estados de dolor leve y moderado que vayan acompañados de un proceso inflamatorio. Estos pueden ser enfermedades como la artritis reumatoide, artrosis, osteoartritis o lupus, y también en procesos como lumbago, bursitis, esguinces, tendinitis, torceduras u otros dolores musculares. Los dolores de cabeza no migrañosos, el dolor menstrual, dolor de muelas, y en procesos postoperatorios también se pueden tratar de manera eficaz con ibuprofeno.
Los riesgos del ibuprofeno en personas con problemas vasculares
El Ministerio de Sanidad publicaba el 13 de abril de 2015 una nota informativa sobre los riesgos que acarrea seguir un tratamiento que implique dosis altas de ibuprofeno en personas con patologías cardiovasculares. Esto ha levantado la alarma sobre el uso y abuso del ibuprofeno, pero este riesgo se da en casos concretos que explicaremos a continuación.
Al hablar de dosis altas de ibuprofeno se hace referencia a tomar más de 2.400 mg al día, lo que equivale a 4 tomas de 600 mg diarias. Así mismo, tampoco se recomienda tomar dosis altas de dexibuprofeno, medicamento usado en casos similares al ibuprofeno, y en el que se consideran dosis altas aquellas de 1.200 mg al día. La nota informativa apunta que menos del 2% de las ocasiones en las que se prescribe un tratamiento con ibuprofeno se utilizan estas cantidades, aunque con el dexibupofeno sí es más frecuente recetar 1.200 mg diarios.
Estos tratamientos, especialmente si son a largo plazo, no se deben aplicar en enfermos con insuficiencia cardíaca, enfermedad cerebrovascular, enfermedad arterial periférica o cardiopatía isquémica establecida. Lo que haría el ibuprofeno en dosis altas en estos casos es aumentar el riesgo de trombosis arterial, además de disminuir el efecto protector que el ácido acetilsalicílico (la aspirina) tiene para el corazón.
Los riesgos del ibuprofeno para el resto de la población
Los riesgos cardiovasculares del ibuprofeno no afectan a la población que no tiene enfermedades cardiovasculares o cerebrovasculares, por lo que la alarma no debe ser tan extendida. El problema que presenta el ibuprofeno es que lo tenemos como medicamento de referencia en casa y lo tomamos en muchas ocasiones sin saber si es el medicamento adecuado. Los tratamientos con ibuprofeno deben ser lo más cortos posibles y con la cantidad mínima posible, pero es una práctica que debe llevarse a cabo con prácticamente todos los medicamentos. Por ello, lo recomendable es acudir al médico a que nos indique en qué cantidad y durante cuántos días debemos seguir este tratamiento.
Si abusamos de los antiinflamatorios, es decir, tomamos grandes cantidades durante períodos prolongados, nos pueden causar problemas gástricos y/o renales, principalmente. Existen otros riesgos secundarios con una menor probabilidad de aparición, que tienen que ver más con la respuesta concreta de nuestro cuerpo que al abuso de los mismos, como también tiene el resto de medicamentos.
Lo importante es saber que no debemos de abusar del ibuprofeno ni de ningún otro medicamento, porque todos pueden tener efectos secundarios. Sin embargo, no debemos temer los efectos de los mismos cuando se toman de manera controlada, tal y como nos ha indicado nuestro médico. Y, ante todo, no creer que sufriremos unos efectos que son propios de una población concreta.
Debemos recordar, no obstante, que hay casos en los que no debemos automedicarnos con ibuprofeno, sino que tenemos que consultar a nuestro médico por nuestra situación particular, como el embarazo. Esas indicaciones también son parte de la información que contiene el prospecto.