Aunque suene a trabalenguas, la esfigmomanometría es el término técnico dentro de la medicina que recibe la toma de la presión arterial o, como se le conoce coloquialmente, de la tensión arterial a través de un dispositivo que recibe el nombre de esfigmomanómetro o tensiómetro. Este tipo de prueba médica se trata de un procedimiento no invasivo, es decir, no requiere ninguna punción o incisión en la piel de instrumentos o dispositivos médicos. Esto es de gran ayuda sobre todo cuando el paciente debe realizársela diariamente a sí mismo siempre y cuando presente problemas cardiovasculares.
La medición de la tensión o presión arterial a través del esfigmomanómetro proporciona una medición indirecta de esta en milímetros de mercurio (mmHG) pues la forma directa solo se puede realizar en algunos casos clínicos mediante el cateterismo arterial, también conocido como canulación, que consiste en la introducción de un tubo estrecho y alargado dentro de las venas y/o arterias. Para poder explicar mejor en qué consiste una esfigmomanometría, primero hay que conocer qué es la tensión arterial, cómo es el aparato con el que se mide y en qué consiste la prueba.
La presión arterial es la fuerza que la sangre ejerce sobre las paredes de las arterias y gracias a la cual puede circular por los vasos sanguíneos de todo el cuerpo. Sabiendo esto, se da por hecho de que el transporte de oxígeno y de nutrientes se da gracias a dicha presión pues permite que la sangre fluya por todas las venas y arterias hasta los distintos órganos. Esta presión se encuentra determinada por el bombeo del corazón (que es quien propulsa la sangre) y por la elasticidad de los vasos.
Para que la sangre pueda circular correctamente debe mantener una presión arterial constante y para poder hacer la prueba de la esfigmanometría, la técnica clave para medir dicha presión es comparar la tensión sanguínea del cuerpo con la presión atmosférica. Una vez obtenida la diferencia entre ambas, uno podrá conocer su propia tensión arterial que tendrá dos valores: la tensión arterial sistólica y la diastólica.
La presión arterial sistólica es el mayor grado que alcanza dicha presión y que se corresponde con el latido del corazón, es decir, cuando este bombea la sangre hacia el resto del cuerpo. Por otro lado, la presión arterial diastólica se trata del valor mínimo que alcanza dicha presión y que se da cuando el corazón se relaja tras un latido cardíaco.
¿Cómo se realiza una esfigmomanometría?
Esta prueba médica cuenta con la ventaja de que es indolora, no hace daño físico ni moral y además es sumamente práctica pues la presión arterial varía en función de la presencia de enfermedades e incluso mantener unos valores constantes altos ya es una enfermedad por sí sola.
La medición es muy sencilla, lo único que uno debe hacer es descubrir el brazo donde se va a realizar la prueba y lo más recomendable es quitar toda la ropa que pueda cubrir esta parte del cuerpo (no solo arremangar las mangas pues esto puede influir en la presión del brazo y, por tanto, también en la de las arterias). Una vez hecho esto se coloca una especie de manguito alrededor del brazo y normalmente por encima del codo.
Una vez llegados a este punto, el manguito que se mencionaba antes se infla y uno empezará a notar la presión de este en el brazo. Comprimido el brazo, aquí es donde se hará una primera medición del flujo sanguíneo, que será donde se noten los golpes de la sangre circulando por las venas (presión arterial sistólica) y donde también haya paros intermitentes acompañando a dichos golpes (presión arterial diastólica).
Lo más recomendable una vez se ha hecho una primera medición, es volver a hacerla pasados unos minutos o si no, en otro día pero siempre a la misma hora que cuando se hizo esa primera toma. También, para que el resultado de la esfigmomanometría sea lo más fiable y verídico posible, es aconsejable seguir un par de recomendaciones.
Es sumamente importante que las condiciones en las que se encuentre el paciente sean lo más relejadas posible. Antes de acudir a hacer la prueba, es importante que no se haga ejercicio físico y también, durante esta, se aconseja no hacer ningún tipo de actividad de fuerza como puede ser mantener el brazo en tensión o en alto. Será de gran ayuda hacer la medición en un contexto relajado y en el que la persona a la que se le vaya a realizar la prueba esté en total reposo y relajada.
El consumo de nicotina y de cafeína no se recomienda en absoluto hasta una hora antes de hacer la prueba pues puede influir bastante en los resultados finales de la medición. Por otro lado, otras de las cosas que también influyen en el resultado de la presión arterial es si la persona tiene o no ganas de orinar. Lo ideal es, antes de hacerse la prueba, ir al baño pues tomarse la presión con la vejiga llena puede incrementarla en un total de 10 mmHG.
Por otro lado, hablar o moverse tampoco es lo adecuado cuando se está realizando una esfigmomanometría. Aunque el procedimiento no sea invasivo y no produzca molestia de ningún tipo, es importante mantenerse concentrado en el proceso y estar en silencio y quieto pues cualquier actividad que se esté haciendo a la vez que se realiza la toma de la presión arterial puede hacer que esta se incremente en unos valores de 6 o 7 mmHG.
En cuanto a la frecuencia con la que debe realizarse esta prueba, lo cierto es que esto depende de los valores de la presión arterial que una persona tenga. De todas formas, cuanto más grande sea el riesgo cardiovascular o más alta tenga la tensión, con más asiduidad deberá acudir a realizarse dicha prueba. Por lo demás, y salvo que haya antecedentes de problemas cardiovasculares, en personas menores de 30 años será suficiente con una vez cada 3 años y, en personas mayores de 40, una vez cada año.