Los terrores nocturnos suelen producirse al principio del sueño o hacia al final del mismo. La gente que los padece suele pasarlo bastante mal y son normales los gritos o los movimientos violentos. Dichos terrores se pueden producir con los ojos abiertos o cerrados y no es algo que guste ni a los padres, ni a las parejas ni a las propias personas que lo padecen. En el siguiente artículo te hablamos de las diferencias entre las pesadillas y los terrores nocturnos y como evitar las mismas.
La diferencia con las pesadillas
Mucha gente suelen confundir las pesadillas con los terrores nocturnos. Aunque las pesadillas son mucho más habituales y frecuentes, hay que decir que los terrores nocturnos son mucho más frecuentes de lo que la gente pueda llegar a pensar. Es raro el niño que no tiene un terror nocturno a lo largo de su vida. Incluso hay adultos que lo pueden sufrir de una manera esporádica.
Lo normal es que den hasta los 8 o 9 años de edad y partir de ahí desaparezca. Sin embargo como hemos dicho más arriba, puede haber episodios esporádicos de terrores nocturnos durante la edad adulta. La principal diferencia con las pesadillas es que en el caso de los terrores nocturnos la persona no recuerda nada de lo vivido. En los terrores la persona no se despierta, mientras que en el caso de las pesadillas la persona se despierta de una manera sobresaltada y con una sensación de angustia bastante importante.
Por qué se producen los terrores nocturnos
En la gran mayoría de los casos, los terrores nocturnos se suele deber a factores emocionales. El vivir en un entorno familiar nada propicio o el tener problemas en el ámbito escolar, puede propiciar que el niño acabe por sufrir terrores nocturnos.
De todas maneras, hay que decir que en el caso de los terrores nocturnos el susto es mucho mayor para los padres que para los propios niños. Los expertos en el tema, aconsejan no hacer nada ante tales terrores ya que forman parte del propio sueño del niño.
Qué hacer ante los terrores nocturnos
En el caso de que el menor se mueva de una manera brusca, los padres deben intentar que no se de golpes ni que se pueda caer de la cama. No se debe despertar ya que se puede llegar a poner mucho más nervioso de lo que está y empeorar la situación.
Hay que decir que los terrores nocturnos forman parte del proceso natural del sueño, por lo que es algo que por desgracia no se puede evitar.
Los profesionales aconsejan el intentar conseguir que el niño vaya lo más relajado y tranquilo a la cama. En muchos casos, el exceso de estrés vivido durante todo el día suele estar detrás de tales terrores nocturnos. Si el niño se va demasiado nervioso a la cama y con altos niveles de ansiedad y de estrés, es posible que acabe teniendo algún episodio de terror nocturno.
En definitiva, resulta complicado el saber si el niño está sufriendo una pesadilla o un terror nocturno. La clave está en la fase del sueño en la que se encuentre el pequeño. Recuerda que en la gran mayoría de los casos, los problemas de tipo emocional son los causantes de los citados terrores nocturnos. Es por ello que es importante conseguir que el niño se mueva en un entorno lo más estable posible. El establecer una serie de rutinas en lo que se refiere a la hora de dormir, es clave para conseguir que el niño duerma lo mejor posible y no sufra ningún tipo de problema, ya sea en forma de pesadillas o de terrores nocturnos.