El mundo de la alimentación no está exento de mitos. Todos hemos escuchado alguna vez frases como " si no lavas las pechugas de pollo antes de cocinarla quedarán restos de bacterias en tu comida" y si el pollo es uno de los alimentos que más mitos ha generado en la sociedad, tampoco debemos de olvidarnos de los huevos; una de las mayores fuentes proteicas de la alimentación ha sido demonizada hasta hacernos creer que la culpa del colesterol está estrechamente ligada a su consumo, pues esto también es falso.
Por eso hoy queremos realizar una lista con los mitos alimenticios más famosos que han ido transcendiendo, realizar una valoración sobre aquellas leyendas nutritivas que seguro que en algún momento de nuestra vida nos hemos replanteando si eran ciertas o no.
10 falsos mitos de la alimentación
1. El consumo del huevo y el crecimiento del "colesterol malo"
Aunque nos hemos anticipado con la respuesta, el huevo no es uno de los alimentos que más colesterol produce, queremos descubrir el porqué de este mito.
Seguramente un día se lo oímos decir a nuestros abuelos lo de que la yema del huevo aumenta los niveles de colesterol en nuestro cuerpo, y desde entonces pensamos que si comiésemos más de tres huevos por semana, estaríamos poniendo en riesgo nuestra salud. Lo cierto es que aunque sí que tienen colesterol, sus niveles no son tan altos, es más diariamente comemos algunas comidas que tienen más colesterol que la yema del huevo. El consumo moderado de este alimento (uno al día) no tiene ningún efecto negativo en la salud cardiovascular de las personas.
2. Lavar el pollo antes de cocinarlo
Otro gran mito que ya vaticinábamos como falso es que hay que enjuagar las pechugas de pollo antes de cocinarla si no queremos que la bacteria campylobacter siga estando en nuestro almuerzo. Esta práctica que tan extendida está en todos lo hogares debería ser desterrada de inmediato, pues al lavar o enjuagar en el fregadero nuestra pieza de pollo estamos incrementando el riesgo de propagación de la bacteria. Lo mejor es asegurarnos que nuestro filete esté bien cocinado y listo.
3. La fruta después de la comida engorda
La fruta es uno de los grupos alimenticios que más nutrientes aportan a nuestro organismo, sin embargo no está exenta de polémica. Todos hemos escuchado eso de que si ingerimos alguna pieza de fruta justo después de comer podríamos engordar bastante. Lo cierto es que la fruta siempre tiene las mismas calorías, es decir su aporte calórico será el mismo si la ingerimos por la noche o en la hora de la merienda. Lo que sí es cierto es que al contener grandes cantidades de fibra tendemos a saciarnos antes.
4. Lo que más engorda es la miga del pan
El pan sin duda es uno de los alimentos más demonizado en cuanto a nuestra alimentación, pues cuando empezamos un plan alimenticio tendemos a suprimir este alimento por miedo a engordar. Pero el pan no es un alimento que tenga un gran aporte calórico y además apena tiene grasa, es rico en hidratos de carbono y debería de constituir gran parte de nuestra alimentación.
Por eso además de desterrar la idea de que el pan nos aporta muchas calorías, queremos indicar que es falso aquella idea de que la miga del pan engorda más que la corteza. Ambas partes son el mismo producto, tanto la corteza como la miga contienen las mismas calorías, solo que la corteza por acción del horneado se deshidrata mientras que la parte interior sigue conteniendo agua, de ahí su aspectos esponjoso.
5. Los productos light no engordan
Cuando estamos realizando un plan alimenticio para bajar de peso tendemos a buscar en el supermercado aquellas versiones más light de los alimentos que consumimos a diario para evitar esas calorías de más. Pero realmente lo que significa la palabra diet o light en estos alimentos es que algunos de sus componentes han sido reducidos; sal, azúcar, grasas... pero esto no indica que se esté ingiriendo menos calorías. Así pues si consumimos el producto en abundancia al final engordaremos aún más.
6. El chocolate produce acné
Siempre nos han dicho que el consumo de chocolate, fritos u otros alimentos ricos en grasas saturadas pueden producirnos acné, pero lo cierto es que no está comprobado científicamente que haya una relación directa entre el consumo de chocolate y la aparición de acné en nuestra piel.
7. Mezclar hidratos de carbono y proteínas engorda
Si hemos leído algún plan alimenticio de las llamadas "dietas disociadas" seguro que pensamos que consumir hidratos de carbono y proteínas en alguna de nuestras comidas es un grave error pues podemos engordar, pero es totalmente falso y no tiene ninguna base científica. Mezclar proteínas con hidratos de carbono en una misma comida no nos engorda, es muy difícil separar los alimentos por los nutrientes que nos aportan puesto que cada alimento es una mezcla de nutrientes.
8. La sal engorda
Más de una vez hemos dejado de echar sal a nuestras comidas por miedo a engordar, lo cierto es que si no sufrimos retención de líquidos, las calorías de la sal no nos debe importar. Pues la sal no engorda, es un mineral, y al igual que las vitaminas y los minerales, no aporta calorías. pero sí que favorece la retención de líquidos y su consumo puede ser perjudicial para las personas hipertensas.
9. La comida calentada en el microondas pierde los nutrientes
Aunque el microondas es uno de los electrodomésticos que más utilizamos a diario siempre pensamos que nuestros alimentos dejarán de ser tan nutritivos. La idea de que el microondas aporta radiactividad a nuestros platos y hace que perder nutrientes a los alimentos es totalmente falso. Es cierto que algunos nutrientes de los alimentos se descomponen, como la vitamina C, pero no pierden más nutrientes que por ejemplo otro método como el agua de cocción; el llamado baño maría es más dañino para nuestros alimentos.
10. No desayunar adelgaza
Además de ser un pésimo hábito, tampoco hará que adelgacemos. No desayunar altera todo nuestro sistema digestivo, por eso los especialista aconsejan 5 comidas al día pues de esta manera estamos controlando nuestro sistema hambre-saciedad, lo que nos permite no llegar con un hambre excesivo a la próxima comida.