Los fibromas uterinos son una alteración médica bastante frecuente que muchas veces pasa desapercibida. Ya sea porque es completamente asintomática o porque sus síntomas se confundan con variaciones propias del ciclo menstrual.
Estos síntomas suelen consistir en fuertes dolores, menstruaciones irregulares o alteraciones en el flujo. Muchas mujeres tomamos como normales estos problemas porque creemos que creemos propios de los ciclos y dejamos nuestra salud ginecológica en un segundo plano.
Para evitar los fibromas uterinos y cualquier otra patología ginecológica lo mejor es seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y hacerse revisiones cada tres años. Y, en caso de notar alguna de las alteraciones que comentaremos a continuación, adelantar la fecha de nuestra próxima cita médica.
¿Qué son los fibromas uterinos?
Los fibromas uterinos, también llamados miomas o leiomiomas, son tumores musculares benignos formados por células de tejido conectivo fibroso que se desarrollan en las paredes del útero. Menos de 1 de cada 1.000 fibromas es canceroso o maligno (denominados leiomiosarcomas) y no parecen desarrollarse a partir de los fibromas benignos existentes.
La investigación muestra que entre el 20 y el 80% de las mujeres desarrollan fibromas uterinos en algún momento de su vida. Como comentábamos, la mayoría pasan desapercibidos al ser asintomáticos y no necesitar tratamiento.
Es importante reiterar su carácter benigno, es decir, no son cáncer. Sino masas de tejido que crecen descontroladamente. Su tamaño es muy variable. Pueden ocupar desde el volumen de una semilla hasta el de una naranja de mesa. Además, pueden surgir uno o varios con prácticamente igual probabilidad.
¿Qué tipos de fibromas hay?
Aunque su composición es siempre similar, los médicos clasifican los fibromas en función de su localización en el útero:
- Fibromas submucosos : son los que crecen en la cavidad uterina. Los menos frecuentes y cuyo tratamiento es más complicado.
- Fibromas intramurales : así se llaman los que crecen entre las paredes del útero. Son los más asociados a sangrados abundantes durante la menstruación o entre ciclos.
- Fibromas subserosos : crecen sobre la capa externa del útero. Suelen estar más asociados a dolor y urgencia urinaria (secundaria a la presión sobre la vejiga).
¿Cuáles son las causas de su aparición?
Hasta ahora la causa del desarrollo de los fibromas uterinos es desconocida para la comunidad médica. Los investigadores mantienen la opinión de que no existe una única causa directa que los provoca, sino que habría un conjunto de factores diferentes que llevarían a su aparición.
Los principales factores inductores de desarrollo que se contemplan son hormonales (niveles elevados de estrógenos y progesterona) y genéticos.
Se ha demostrado que están bajo control hormonal, ya que las alteraciones de las hormonas femeninas provocan variaciones en su desarrollo. Por ejemplo, durante el embarazo, donde estas sustancias endógenas están por las nubes, aumentan su tamaño rápidamente. Otro ejemplo, es que se "secan" cuando se toman medicamentos para el control hormonal (como la píldora anticonceptiva) o al llegar la menopausia.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Aunque los fibromas uterinos se pueden desarrollar en cualquier mujer, hay ciertos factores que aumentan la probabilidad de que se desarrollen:
- La edad : su frecuencia de aparición aumenta según pasan los años fértiles, especialmente en la década de los 30 y 40. Después de la menopausia suele disminuir su incidencia y, en caso de que estén presentes, reduce su volumen y los "seca".
- Historia clínica familiar : tener antecedentes directos de fibromas musculares incrementa el riesgo de aparición. En concreto, tener una madre que los haya padecido aumenta la probabilidad hasta en 3 veces. Las posibilidades de que aparezcan son directamente proporcionales a la relación genética: cuánto más cerca en el árbol genealógico, más probabilidad.
- Origen étnico : estudios estadounidenses han mostrado que las mujeres afroamericanas tienen más probabilidad de presentar estas alteraciones que las de origen caucásico.
- Obesidad : un exceso considerable de peso hace que estas mujeres tengan entre 2 y 3 veces más posibilidades de desarrollar fibromas.
- Hábitos alimenticios : los nutrientes de os alimentos influyen en el desarrollo de todos los tejidos corporales, incluyendo los de estas masas. Parece que las carnes rojas y el jamón favorecen su desarrollo, mientras que las verduras constituyen un factor protector.
¿Cuáles son los síntomas asociados a los fibromas?
La mayoría de las mujeres no experimentarán síntomas de ningún tipo. De todas formas, para otras muchas, los fibromas grandes o numerosos pueden provocar síntomas variados. Entre ellos:
- Menstruaciones abundantes (que pueden producir anemia) y que se prolongan excesivamente en el tiempo.
- Sangrado entre periodos menstruales.
- Dolor intenso y presión en la zona baja del abdomen que puede coexistir con inflamación de esta zona. El dolor también puede presentarse en la zona baja de la espalda y la presión llevar a micciones frecuentes.
- Dolor durante las relaciones sexuales.
- Complicaciones durante el embarazo y el parto (donde se incrementa notablemente la necesidad de cesárea).
- Problemas reproductores, incluso infertilidad (aunque se produce en el menor de los casos).
¿En qué consiste el diagnóstico y el tratamiento?
Si sospechas de la presencia de esta alteración y acudes a consulta, tu ginecólogo utilizará una serie de pruebas para el correcto diagnóstico.
Siempre que se notas irregularidades durante un examen manual de la región pélvica y abdominal, se utilizan instrumentos como la ecografía intravaginal, la resonancia magnética (que ofrece las imágenes más detalladas) o una histeroscopia (procedimiento quirúrgico en caso de que sea necesaria la visualización directa).
Una vez confirmado el diagnóstico, el tratamiento solo se recomienda para aquellas mujeres que experimentan síntomas fuertes. En caso de que se detecte y no sea una molestia, es común que el médico recomiende su observación.
Cuando el tratamiento resulta necesario ese puede tomar dos formas: medicación o cirugía. La decisión depende de la gravedad de los síntomas y la localización y características de la masa (o masas).
La farmacoterapia suele ser el tratamiento de primera elección. Con frecuencia se utilizan fármacos agonistas de la hormona liberadora de corticotropina. Estos buscan secar los fibromas uterinos al frenar el ciclo hormonal sin afectar secundariamente a la fertilidad.
Otros fármacos utilizados, aunque de menor eficacia son : fármacos antiinflamatorios no esteroideos (como el ibuprofeno, reducen el dolor a través de su interacción con las prostaglandinas), píldoras anticonceptivas o el dispositivo intrauterino hormonal (DIU).
En el caso de que la paciente no responda a la medicación, la cirugía podría ser necesaria. Hay múltiples procedimientos, entre los que destacan:
- Histeroctomía : consiste en la extirpación parcial o total del útero. Se suele contemplar en el caso de fibromas uterinos muy grandes o sangrados excesivos.
- Ablación del endometrio : se contempla como alternativa a la anterior en algunos casos. Se trata de extirpar la capa interna del útero.
- Miomectomía : en este caso se retiran los fibromas de la pared uterina. No elimina la posibilidad de reaparición y suele elegirse en caso de que la mujer quiera ser madre.
- Embolización de la arteria uterina : se trata de una intervención muy eficaz ya que reduce o elimina los síntomas en más del 90% de las mujeres con fibromas. Consiste en impedir el suministro sanguíneo directo que alimenta la masa tumoral. No es apto para mujeres embarazadas o aquellas que quieren tener hijos en el futuro.
Como punto final, estacamos que no hay ningún tratamiento natural eficaz para el tratamiento de los fibromas uterinos. Fuera de la intervención médica directa o que sí está en nuestra mano es mantener un peso y alimentación saludables que ayuden a moderar los niveles de estrógenos.