El flujo vaginal es uno de los grandes misterios para toda mujer. Es algo normal, que nuestro cuerpo produce de manera natural y cuya función es la de mantenernos en buen estado y libre de infecciones.
Eso no evita que no dejemos de hacernos preguntas acerca de si es demasiado o poco abundante, si tiene un color correcto, si ha de tener otro tipo de textura o si huele o no huele. Lo dicho, uno de los grandes misterios de las mujeres. No nos sirve con que nos digan que es una sustancia que segregamos de manera natural. El haber manchado las braguitas es síntoma suficiente para alterarnos.
A pesar de ellos tendemos a ver preocupaciones y síntomas de que algo no marcha bien a la mínima de cambio. Prestar atención al flujo vaginal está bien, porque precisamente si percibimos un cambio en él es que algo está pasando en nuestro organismo, sea una infección o un cambio de fase en el ciclo menstrual.
Pero antes de ponernos alarmistas y empezar a pensar en lo peor vamos a repasar qué es el flujo vaginal, cuándo se considera que deja de ser normal y a qué pueden deberse esos cambios. Empezamos a desmitificar alguna de las creencias que existen en torno a esta sustancia.
¿Demasiado flujo?
La cantidad o longitud de algo siempre nos ha preocupado. Consideramos que es la forma de medir las cosas y que un centímetro más o un milímetro menos suponen una gran diferencia. En el caso del flujo vaginal no es así, aunque lo creamos. No pasa nada por tener flujo vaginal abundante. Incluso porque haga un manchado en la ropa interior.
No todas las mujeres somos iguales y lo mismo ocurre con nuestro flujo vaginal. No hay una forma para medir la cantidad de flujo vaginal que segregamos igual que tampoco hay unos estándares para decir si es mucho o poco.
Lo que sí podemos es aplicar el sentido común. Desde que en nuestra adolescencia empezamos a percibir la presencia de esta segregación nos familiarizamos con ella y somos conscientes de su color, olor y densidad, así como de la cantidad de la misma.
Esa cantidad se altera por determinadas circunstancias a lo largo de nuestra vida. Mientras se mantenga la misma no hay ningún problema. Cuando se altere, sea flujo vaginal abundante o escaso, es cuando debemos pararnos a pensar a qué es debido. Por lo general se trata de algo temporal ya que, una vez superado lo que modificó su cantidad, vuelve a la normalidad.
El flujo normal
El flujo vaginal se forma en el cuello del útero y es una especie de moco que hace que la vagina se mantenga lubricada y también libre infecciones. En función de las hormonas y del ciclo menstrual puede presentar diversas alternaciones, pero hay unas características estándar.
El color ha de ser blanco o amarillento. El moco original es transparente pero adquiere estas tonalidades al ser expulsado y entrar en contacto con el aire. Si se vuelve de color grisáceo, marrón o verde consulta con tu médico, porque probablemente tengas una infección.
La consistencia del flujo vaginal es, precisamente, la del moco. Si se vuelve demasiado líquido o denso puede que tu cuerpo esté tratando de decirte algo. Lo mismo ocurre si empiezas a detectar que huele, dado que por lo general no lo hace.
La cantidad de flujo vaginal que es normal depende de cada mujer. Una vez has empezado a segregar esta sustancia tú sabes qué es lo normal para ti. Puedes pensar que es mucho pero no ocurre nada porque así sea. No es sintomático de nada, únicamente si se produjera un cambio de repente.
Da la voz de alarma
En caso de que percibas que un flujo vaginal abundante, mayor que de costumbre puede ser que estén ocurriendo varias cosas. Por un lado es un proceso normal dentro de tu ciclo menstrual. La liberación de un óvulo supone un incremento de hasta el 30% del flujo vaginal. Ese exceso de humedad te está diciendo que empiezas a ovular.
Un incremento del flujo vaginal puede ser un síntoma de que estás embarazada. Al fecundar un óvulo se produce una revolución hormonal que hace que el cuerpo de la mujer produzca una mayor cantidad de electrógenos y también que haya un mayor flujo de sangre hacia la vagina obligando al útero a crear más moco. Semanas después de dar a luz la cantidad de flujo vaginal volverá a ser la misma que antes del embarazo.
Uso de ropa adecuada
En ocasiones, aunque es menos frecuente, el tipo de ropa que utilicemos puede hacer que la cantidad de flujo vaginal que segrega nuestro cuerpo cambie. El uso de prendas apretadas no es recomendable por muchos motivos.
Uno de ellos es que puede segregar más flujo por la irritación que provoca la ropa interior sintética. El cuerpo genera más moco a modo de defensa y puedes descubrirlo al ver que has manchado las braguitas.
Casos en que consultar con el médico
También puedes percibir menor cantidad de flujo si has empezado a tomar la píldora.
Por lo general una mayor cantidad de flujo no es sintomático de una infección o de haber cogido una enfermedad de transmisión sexual, pero puedes consultar con el médico si no se da ninguna de las anteriores circunstancias.
Incluso el estrés puede ser motivo de que segregues más flujo vaginal, así que no está de más hablar con el médico si esta pudiera ser la razón.
Convivir con flujo abundante
Si tienes flujo vaginal abundante de manera habitual has de ir haciéndote a la idea de que eso va a ser así siempre a lo largo de tu vida, salvo cuando se dé alguno de los casos anteriores. Para llevarlo de la mejor manera posible conciénciate y extrema al máximo la higiene en tus partes íntimas.
Si has visto que has manchado las braguitas puedes usar salva slips de manera habitual para evitarlo. También es recomendable el uso de toallitas para evitar tener la permanente sensación de humedad y cambiar de braguitas un par de veces al día. Para ello es importante también 'airear'. Prueba a estar en casa un par de horas sin braguitas, a dormir desnuda y a no usar ropa interior sintética. Te ayudarán a llevar mejor el flujo vaginal abundante.