Como puedes llegar a intuir, el hambre emocional es un trastorno alimentario que se relaciona con las emociones y los sentimientos que tiene una persona en dicho momento. Son muchas las personas las que pueden experimentar en un momento del día una ganas insaciables de comer son saber por qué ocurre esto y sentirse mal unos minutos después al darse cuenta del atracón que se ha pegado. El hambre emocional se produce en personas que experimentan emociones tales como la tristeza, el estrés o el aburrimiento.
Ante ello la persona en cuestión acude a la comida como una posible solución a sus problemas emocionales. Es verdad que en el mismo momento de comer le ayuda a subir su estado de ánimo y a sentirse mejor pero al cabo de los minutos se vuelve a sentir mal por lo que ha comido por lo que se convierte en un círculo vicioso del que es muy difícil salir. La diferencia con el hambre física es que ésta se produce por una necesidad del organismo mientras que en el caso de la emocional, el hambre llega de repente y necesita ser saciada rápidamente.
Perfil de la persona que sufre hambre emocional
Una persona que es inestable a nivel emocional tiene todas las papeletas para sufrir este tipo de trastorno alimentario. Suelen ser personas que tienen problemas con el peso y que no consiguen perder los kilos que necesitan. Su estado emocional se tambalea e intentan calmar su pesimismo y tristeza mediante la comida.
Estas personas llegan a pensar que el problema de todo es emocional y que no logran perder el peso deseado a causa de su baja autoestima o el estrés al que se encuentran sometidos continuamente. La culpa que sienten a todas horas del día, hace que quieran comer de manera repentina sin tener en cuenta las fatales consecuencias de dicho acto.
Las personas que sufren dicho trastorno alimentario tienen poca cultura sobre todo lo que rodea a los alimentos. No han seguido una dieta saludable y equilibrada por lo que han tenido problemas de peso de manera habitual. La depresión y la ansiedad también sin rasgos bastante significativos de las personas aquejadas de la llamada hambre emocional.
Consecuencias del hambre emocional
El hambre emocional va a tener una serie de consecuencias en la persona que la sufre tanto a nivel físico como a nivel psicológico. En el aspecto psicológico el paciente sufre entre otras cosas una baja autoestima, una baja tolerancia a la frustración o un desajuste emocional bastante importante. Todo ello desencadena en continuos episodios de ansiedad y de depresión que hay que tratar cuanto antes.
Desde el punto de vista físico la consecuencia más importante y visible es el aumento considerable de peso. El ingerir continuamente una gran cantidad de calorías hace que la persona engorde a pasos agigantados. Si ello va a más y no se trata a tiempo puede hacer que el paciente tenga serios problemas de salud como es el caso de la hipertensión, del aumento del colesterol o de la diabetes.
Cómo tratar el hambre emocional
Si la persona no se da cuenta del problema que tiene, va a entrar en un círculo vicioso del que va a ser muy complicado salir. Ante ello lo aconsejable es acudir de una manera rápida a un profesional que sea capaz de solucionar tal problema. El seguir un tipo de alimentación que sea lo más sana posible sin la presencia de productos ultra procesados o ricos en azúcares, es clave a la hora de evitar dicho trastorno alimentario. El realizar deporte de manera habitual y el mantener unas buenas relaciones sociales son claves, ya que ayudan a que la persona evite el aislarse en su mundo y opte por la comida como vía de escape de todos sus problemas.