A lo largo de nuestra vida seguramente iremos viviendo todo tipo de experiencias, algunas serán maravillosas, pero otras en cambio, pueden alterar nuestro bienestar emocional, a estas últimas se les llama heridas emocionales. Aparecen cuando tenemos que hacer frente a situaciones para las que no estamos preparados, que nos pillan de improvisto. Por ejemplo, los traumas dejan huellas muy profundas en la salud emocional de las personas, sin embargo, no hace falta irse tan lejos para sufrir esas consecuencias. Las humillaciones, traiciones, los abandonos de nuestros seres queridos... Todas esas experiencias también pueden formar heridas emocionales.
Cómo afectan a nuestra salud emocional y física
Arrastrar experiencias dolorosas del pasado altera nuestro bienestar emocional y físico. Muchas personas que han sufrido en su pasado intentan "tapar" estas heridas centrándose en el presente o mucho peor, en el futuro. Aunque al principio esto puede dar resultado, no deja de ser una "huida hacia alante", un intento de no pensar en algo que te duele mirando hacia algo que aun no has vivido ni sabes como lo vivirás. Pensar y preocuparte en el futuro hace que no pienses en el pasad o (ni en tus viejas heridas) pero así tampoco podrás disfrutar el presente.
Una persona que no ha curado completamente no podrá ser plenamente feliz porque esas heridas aun no se han cicatrizado. Al final, guardarse todo ese dolor solo producirá efectos negativos sobre nuestra salud. Y es que se sabe que hay una estrecha relación entre nuestra salud física y emocional.
¿Cómo afectan las heridas emocionales a la salud?
Hay diversos estudios que demuestran que el sistema endocrino, el nervioso y el sistema inmunitario están íntimamente relacionados. El sistema endocrino y el nervioso son los encargados de mantener la homoestasis en nuestro cuerpo, es decir, un estado de equilibrio natural en nuestro sistema, de manera que cuando algo lo altera, trabajan conjuntamente para obtenerlo de nuevo. El nervioso mandando las órdenes necesarias de lo que tienen que hacer nuestros órganos y estructuras y el endocrino regulando las hormonas de nuestro cuerpo para lograr ese fin. Por su parte, el sistema inmunitario es el que lo defiende de todos los elementos patógenos que intentan hacernos daño.
Pues bien, si nosotros estamos pasando por una fase de tristeza, estrés o ansiedad, nuestro sistema nervioso se va a disparar y dará una señal de alarma para que nuestro cuerpo se ponga "a la defensiva" (nuestro corazón va más deprisa para bombear más cantidad de sangre oxígenada nuestros músculos, se paralizan temporalmente funciones de nuestro cuerpo que no son prioritarias, la respiración se acelera, etc). A corto plazo es beneficioso para nosotros porque nos ayuda a defendernos contra esa amenaza externa. Sin embargo, cuando esta respuesta se mantiene en el tiempo nuestro cuerpo se "sobrecarga" y nuestros recursos (que son limitados) finalmente se agotan, desencadenando daños en nuestro cuerpo, sistemas y órganos.
Si has estado atento a la lectura seguramente te preguntarás: ¿Y qué tiene esto que ver con las heridas emocionales? Pues bien, si nosotros arrastramos problemas del pasado, por ejemplo por algún tipo de vivencia negativa que hayamos tenido, en el futuro pueden volver a reactivarse esas huellas que creíamos enterradas, produciéndonos ansiedad, miedo y dolor, si se mantiene a largo plazo no solo nuestro bienestar emocional se alterará si no también el físico.
1- Alteraciones del sueño. Cuando pasamos por una fase de ansiedad nos cuesta horrores dormir correctamente, tenemos problemas para conciliar el sueño, mantenerlo o incluso podemos despertarnos muy temprano y ser incapaces de volver a pegar ojo... Al día siguiente seguramente estaremos cansados, de mal humor, con problemas para concentrarnos... Un par de días sin dormir pueden aguantarse, pero cuando se alarga la situación los efectos se irán acumulando en nuestro cuerpo.
2- Inseguridad, mal humor y baja autoestima. Las personas con grandes heridas emocionales seguramente tendrán una imagen muy negativa de si mismos aunque no sepan exactamente el motivo ni puedan relacionarlo con aquello que les ha pasado, pero si somos un poco observadores podemos ver comportaientos que así lo indican: mal humor, irritabilidad, pose defensiva, pierden oportunidades de iniciar relaciones sentimentales de amistad o amor, crean una barrera invisible alrededor suyo, etc.
3- Falta de energía y dolores musculares. La persona siente como si tuviese a alguien colgado en la espalda continuamente y que le roba las energías. Hacer cualquier cosa le requiere un esfuerzo abrumador.
4-Mayor probabilidad de sufrir una adicción. La persona a menudo siente que no puede controlar su vida, por ejemplo le cuesta mucho tener iniciativa, implicarse, arriesgar... Eso puede conllevar a que muchas opten por el consumo de drogas u otras adicciones (no tienen porque ser químicas) como una manera de escapar de la realidad, de relajarse y de "no pensar". Asimismo, también se relacionó las heridas emocionales con el sobrepeso, el motivo es que muchas de estas personas ante los sentimientos de ansiedad paliaban su ansiedad con la comida. Estos datos fueron expuestos en el estudio "National Child Development Study" que se inició en 1958 en el Reino Unido y que terminó en el 2015.
5- Problemas sexuales. El tipo de experiencia que haya tenido la persona influye mucho sobre este efecto, sin embargo, no necesariamente se tiene que haber sufrido un trauma sexual para tener de adulto problemas de este estilo.
Como todos sabéis, la seguridad en uno mismo, el autoestima y el quererse y la capacidad para confiar en otros son variables vitales para que la persona pueda tener un bienestar emocional pero también sexual. ¿Cómo vamos a disfrutar del sexo si no confías plenamente en tu pareja? Hasta haber recibido una educación sexual muy estricta influye. Sobre todo aparece en mujeres que han estado bajo padres muy autoritarios o religiosos. El tema del sexo se ve como un tabú y a veces a mujer es incapaz de relajarse, la ansiedad que le produce esa situación desencadena en vaginismo, dispaurenia o falta de deseo sexual.
¿Qué puedo hacer para recuperar mi salud emocional y física?
No se pueden dar pautas generales que sirvan a todo el mundo, cada persona es única y su situación es diferente. Por eso, si realmente notas que las heridas emocionales del pasado han dejado huella en tu forma de pensar la mejor opción es ir a un psicólogo, que juntos podáis repasar esos episodios que te causaron dolor y que te ayude a comprenderlos y mirarlos desde otra perspectiva. No se trata de olvidarlos, si no de aprender a vivir con ellos sin dejar que nos roben la energía. No te fíes de las páginas web que dan consejos generales, son escritas para ser leídas por todo el mundo y realmente no te dicen nada nuevo, no pierdas el tiempo y acude a un profesional si quieres recuperar tu salud emocional.