Los pequeños accidentes, los descuidos o la torpeza hacen que diariamente nos provoquen una herida, que, no suelen ser graves pero sí muy molestas y antiestéticas. En la mayoría de las ocasiones no nos percatamos del momento en el que nos hicimos una herida. Un tratamiento erróneo de la herida y una mala cicatrización dejan en nuestra piel marcas muy feas. Esto se debe a veces al desconocimiento y otras, a la dejadez o a no darle importancia que se merece a la herida.
Además, debemos ser conscientes que la causa de las heridas depende mucho del tipo de población. Es decir, la mayoría de las heridas que se hacen los niños se deben a caídas, golpes, mordiscos, accidentes durante el juego...En el caso de los adultos, muchas de estas heridas son consecuencia de pequeños accidentes domésticos o laborales. Y, en el caso de los ancianos, las caídas o las úlceras por presión (heridas crónicas en la piel como consecuencia de pasar muchas horas en la misma posición y dañarse la piel al contacto mantenido en el tiempo con otra parte del cuerpo o una superficie) están a la orden del día.
Qué es una herida
Una herida es aquella lesión que tiene como característica principal la de interferir en la integridad de la piel, pudiendo ser producida de manera habitual por agentes externos (cristal, piedra, cuchillo, clavo, zapato, etc...) o en algunas ocasiones por agentes internos (rotura de hueso, prótesis metálica, etc.). Hay varios tipos: abiertas, cerradas, simples o complicadas.
El cuidado básico de una herida leve
1º Lava bien tus manos: lávalas en profundidad con jabón (incluidas las uñas). Retira anillos y pulseras y sécalas correctamente.
2º Protege: tras limpiar la herida con una gasa estéril y desinfectarla, cubre la herida con un apósito.
3º Revisa: revisa la herida con frecuencia para observar el proceso de la misma (infección o cicatrización).
Mitos falsos sobre las heridas
Muchas veces utilizamos remedios populares que hemos leído, escuchado o que nos han recomendado. Sin embargo, no siempre son las medidas más acertadas. Se convierten en mito sobre la forma de tratamiento de una herida. Vamos a analizarlos:
1.No tiene importancia
Mentira. Cualquier corte o herida por pequeño que sea se ha de curar: lavado y desinfección. Es muy común hacernos un pequeño corte en la mano con un cuchillo mientras cocinamos. La mayoría de las veces, la tapamos unos segundos hasta que deja de sangrar y, si no hay sangrado, la ignoramos y aguantamos el escozor. Debemos lavarla con abundante agua y desinfectarla con un antiséptico. Si vamos a continuar cocinando, la taparemos con una tirita hasta que finalicemos. Luego, después de ser desinfectada, deberemos cubrirla un par de días hasta que se produzca una mínima cicatrización y quede protegida de agentes externos o roces inesperados. A veces, creemos que si no le damos importancia a la herida, no será grave y se puede curar sola. Muchas veces requiere de puntos o alguna intervención sencilla. Un ejemplo claro es cuando se nos clava algún objeto minúsculo. A veces confiamos en que por si solo se expulsará (es cierto en algunos casos) pero debemos acudir al médico a extraerlo, ya que el permanecer dentro puede ocasionar además de dolor, una infección.
2.Es bueno que se forme una postilla
La costra es depósito de sangre y productos de la degradación de los tejidos, que se seca y se adhiere al lecho de la propia herida, que únicamente forma un ambiente seco que retrasa la cicatrización y no se podrá curar. Lava frecuentemente la herida con abundante agua para evitar su formación.
3.No se debe lavar la herida
Es mentira. El lavado evita la infección e hidrata la herida en su justa medida.
4.Es bueno lavar la herida con agua y jabón
Se trata de otro mito. El jabón altera el ph de la piel, impidiendo una óptima cicatrización de la herida.
5.Aplica alcohol para desinfectar la herida o una bebida alcohólica
El alcohol sobre una herida abierta reseca la piel y contribuye a la formación de costra. Debe aplicarse sobre la piel sin heridas.
6.El sol acelera la curación de las heridas
El sol provoca que se inflame la zona por el impacto de los rayos y afecta el proceso de cicatrización. Por tanto, protege tu herida del sol.
7.Aplica una pomada para acelerar la curación
Nunca debemos aplicar un preparado o pomada si no sabemos el efecto que sus componentes pueden tener sobre la herida. En ocasiones, sólo puede empeorar la situación : provocar más dolor, generar infección o alergias.
8.Las curas deben realizarse una vez a la semana
La frecuencia de cura dependerá de la gravedad de la herida. No todas necesitan el mismo tratamiento.
9.La pasta de dientes, el aceite o la manteca son buenos remedios para las quemaduras
Se trata de otra mentira. Ningún potingue casero es útil para curar las quemaduras. Lo mejor es aclarar con abundante agua.
Qué debemos hacer ante una herida
-Valorar la gravedad de la herida de manera inmediata para determinar si podemos abordarla nosotros mismos o necesitamos acudir a un centro de salud.
-Buscar un lugar adecuado donde poder tratar la herida.
-Lavarnos de forma exhaustiva las manos para prevenir una posible infección en la herida durante su tratamiento.
-Detener la hemorragia en la herida si la hubiera: presionaremos sobre la zona herida sangrante con una gasa o con el material más limpio del que podamos disponer, hasta lograr que se forme el coagulo y cese el sangrado.
-Limpia totalmente la herida y sus alrededores. Con suero fisiológico empezaremos por el centro de la lesión y hacia los bordes para arrastrar los restos de suciedad y agentes extraños.
-Aplicar antisépticos, preferiblemente del tipo Clorhexidina o Povidona Yodada diluida.
-Cubrir la herida con un apósito de cura en ambiente húmedo.
-Tratar el dolor mediante la manipulación cuidadosa de la herida y si fuese necesario con analgésicos de primera elección (Paracetamol).
-Vigilar la evolución de la herida durante las 24-48h siguientes para detectar rápidamente si hubiera infección.
-Realizar las curas requeridas según las indicaciones.