Si te hablan acerca de la presión arterial y la hipertensión, es más que probable que sepas, a rasgos generales, de qué patología se trata y qué complicaciones o riesgos puede traer consigo. Cuando una persona tiene la presión arterial por encima de los valores normales dentro de su sexo y rango de edad, el flujo sanguíneo es bombeado por el corazón con tal fuerza que suele acabar con daños en este mismo órgano o en las paredes de las arterias y venas. A esta condición se la conoce popularmente como hipertensión, pero es importante concretar que se trata de un problema de tipo cardiovascular puesto que no es la única hipertensión que una persona puede padecer.
Aunque más desconocida y cuya información quizá no está tan extendida, existe también un trastorno con el nombre de hipertensión intracraneal (HIC). Este tipo de hipertensión nada tiene que ver con la presión arterial sino que, como su nombre indica, el origen del problema radica en el interior del cráneo y concretamente en el propio cerebro. Si quieres conocer más acerca de este trastorno, las causas, síntomas y tratamiento, entonces continúa leyendo.
¿Qué es la hipertensión intracraneal?
La hipertensión intracraneal se trata de un trastorno grave que consiste en que el líquido cefalorraquídeo ejerce una presión muy alta dentro del cráneo, lo que provoca, entre otros síntomas, problemas de visión y fuertes dolores de cabeza. La función del líquido cefalorraquídeo es vital para el correcto desempeño del organismo pues actúa como amortiguador ante los golpes y traumatismos del sistema nervioso central, se encarga de la nutrición del tejido del cerebro, elimina metabolitos producidos durante el metabolismo, constituye un buen método para diagnosticar numerosas enfermedades neurológicas, y un largo etcétera.
Para entender bien cómo se produce la hipertensión intracraneal, es importante saber que los valores de la presión intracraneal son relativos a la presión atmosférica y que cuando esta es superior a 20 mmHg de forma constante, entonces ya se considera un nivel de presión excesivo. El líquido cefalorraquídeo y el volumen del torrente sanguíneo cerebral, si se expanden, tienen poco sitio dentro del cráneo para propagarse cómodamente y esto es precisamente lo que hace aumentar la presión intracraneal (PIC).
¿Qué causa el aumento de presión intracraneal?
Actualmente, se desconocen las causas concretas que determinan el aumento de la hipertensión intracraneal. No obstante, sí se sabe que todo aquello que añada volumen dentro de la cavidad ósea del cráneo y que, por su parte, restrinja el espacio del líquido cefalorraquídeo o del flujo sanguíneo cerebral, seguramente acabe provocando el aumento de la presión endocraneal.
Existe un tipo de hipertensión intracraneal, que es la primaria o idiopática, que no tiene una causa justificada por la comunidad científica. Antiguamente, a este tipo de trastorno se lo conocía como seudotumor cerebral, pero luego se le retiró el término por no adecuarse realmente a la descripción del problema. Sea como sea, existen todavía muchas incertidumbres alrededor de este trastorno y lo cierto es que cualquier persona, independientemente de su edad, sexo o raza, puede desarrollarlo.
De igual forma que existe el tipo idiopático de la hipertensión intracraneal, también existe otra clasificación conocida como hipertensión intracraneal secundaria. Las causas que provocan esta última sí son un poco más claras, aunque estas siempre dependen de factores subyacentes como, por ejemplo, padecer un derrame o tumor cerebral, tener una acumulación de sangre o coágulos en el cerebro, consumir ciertos medicamentos o estar bajo los efectos de algún tipo de tratamiento hormonal, sufrir de apnea del sueño, etc.
¿Cuáles son los principales síntomas?
Los signos más notorios que un paciente de hipertensión intracraneal puede llegar a experimentar son un intenso dolor de cabeza, vómitos y visión borrosa. La manifestación clínica más común es la cefalea, que se caracteriza por ser un dolor punzante, bien difuso o concentrado, y que a menudo va acompañado de sensación de pesadez. Experimentar este dolor de cabeza no es un síntoma inicial ni aislado pues puede sufrirse junto a otros y en un estado avanzado del trastorno.
Los vómitos que no presentan relación con la comida ingerida son también otros de los síntomas más comunes cuando se tiene la presión endrocraneal alta. Son bastante frecuentes cuando la persona en cuestión cambia de posición de manera brusca y vienen acompañados por vértigos y mareos. Debido a esto, el paciente suele presentar irritabilidad, fatiga y cansancio emocional. La pérdida total o parcial de visión también es muy común con la presión intracraneal alta y suelen experimentarse oscurecimientos parciales o incapacidad para enfocar bien las formas.
Otros síntomas pueden ser notar un zumbido constante en el oído, sentir el cuello rígido o que el dolor de cabeza se extienda hasta la espalda. Todos estos signos acaban por comprometer la rutina cotidiana del paciente haciendo que su calidad de vida empeore considerablemente. Por desgracia, los síntomas de la hipertensión intracraneal no suponen un deterioro en el aspecto físico del paciente por lo que, en muchas ocasiones, el entorno del enfermo puede incluso restar importancia a los posibles síntomas, haciendo que un posible diagnóstico se retrase y, por tanto, también su tratamiento.
Tratamiento de la HIC
Actualmente, existen dos tipos de modalidad que logran tratar la hipertensión intracraneal: una responde al nombre de medidas de orden general y otra a las de orden específico. El primer tipo de tratamiento es el menos concreto y busca aliviar de forma menos invasiva la presión del líquido cefalorraquídeo. Para ello se busca colocar la posición de la cabeza en un ángulo que mejore el drenaje venoso y también se recurre a la hiperventilación, que rápidamente reduce la presión endocránea y aumenta los niveles de oxígeno en la sangre.
En cuanto a los tratamientos más específicos, está la fluidoterapia, el uso del manitol y también la toma de medicamentos como los corticoesteroides, barbitúricos e indometacita. También es posible recurrir a las intervenciones quirúrgicas cuando la terapia medicinal no funciona y estas consisten en la perforación del nervio óptico para aliviar la inflamación y la anastomosis neuroquirúrgica. Sea cual sea el tratamiento final, si una persona experimenta cualquiera de los síntomas anteriormente mencionados, es muy importante que visite con urgencia a su médico para asegurarse un tratamiento adecuado a su caso.