El lupus eritematoso sistémico -también conocido como LES- es una afección autoinmunitaria no infecciosa. Es decir, no es una enfermedad que se pueda contagiar, por lo que la persona que la padece puede hacer vida perfectamente normal en lo que se refiere al aspecto laboral, familiar o social. El lupus produce que el sistema inmunitario ataque por error al tejido sano del cuerpo al no poder diferenciarlo de antígenos como bacterias, virus u otras sustancias extrañas al organismo y que son nocivas.
Se trata, además, de una patología que se caracteriza por ser sistémica -al poder afectar a diversos órganos y partes del cuerpo-, así como crónica al no tener cura. La enfermedad estará presente durante toda la vida del paciente, aunque esto no quiere decir que los síntomas siempre se manifiesten. Y es que hay personas que desarrollan la enfermedad más tarde o que sus síntomas van y vienen alternando periodos de remisión o inactividad con brotes.
¿Cuáles son los síntomas del lupus eritematoso sistémico?
Una de las principales características de esta enfermedad es que las manifestaciones pueden ser muy diversas y diferentes de un paciente a otro. Estos síntomas suelen afectan a las articulaciones o a la piel, pudiendo dañar también otros órganos como los riñones o el cerebro. Entre las manifestaciones más comunes se encuentran:
- Dolor e hinchazón en las articulaciones -especialmente en las manos, muñecas, hombros y rodillas- que pueden llegar a derivar en una artritis.
- Sensación de ahogo y fatiga ante un esfuerzo físico a pesar de que éste sea moderado o leve. Esto se debe a que la enfermedad produce una inflamación de las membranas que recubren los pulmones (pleuritis).
- Pérdida de peso.
- Dolor y malestar en la zona del tórax a la hora de respirar al inflamarse también las membranas que revisten el corazón (pericarditis).
- Fiebre, normalmente relacionada con la peluritis y la pericarditis.
- Desarrollo de úlceras en la zona de la boca.
- Malestar general en todo el cuerpo sin tener relación con ningún proceso vírico o enfermedad previa.
- Lesión de riñón, siendo lo más común que se produzca una inflamación del mismo, fenómeno conocido como nefritis. Debido a ello puede producirse un aumento de la aurea en la sangre, así como la aparición de sangre en la orina. Además, también puede provocar un aumento del cansancio o una subida de la presión arterial.
Además de todos estos síntomas, los pacientes afectados de lupus eritematoso sistémico es común que también muestren lesiones en la piel. Y, en caso de que la enfermedad tan sólo se manifieste en la dermis, ésta recibe el nombre de lupus eritematoso discoide. Entre estos síntomas se encuentra el desarrollo de una erupción en la cara que afecta a la piel de las mejillas y de la nariz -de ahí que se conozca como 'eritema en alas de mariposa'- y que empeora con la exposición a la luz del sol. También se puede producir un cambio de pigmentación irregular en ciertas zonas de la piel, así como el síndrome de Raynaud por el cual los dedos cambian de color -normalmente al blanco- por una exposición continuada a bajas temperaturas.
Las causas de esta enfermedad
Se desconoce cuál es el origen que desencadena la enfermedad, aunque hay expertos que consideran que está relacionada con un virus y una serie de condicionantes entre los que se encuentra la herencia genética, las características medioambientales, una serie de factores hormonales o el consumo de ciertos medicamentos. En todo caso, se trata de una afección que suele tener una mayor incidencia en las mujeres y, aunque se puede presentar a cualquier edad, suele ser entre los 15 y 44 años cuando la enfermedad hace sus primeras manifestaciones.
Diagnóstico del lupus eritematoso sistémico
A la hora de acudir al médico para que éste realice un diagnóstico de la enfermedad, lo primero que hará será un examen físico para comprar cuántos de los síntomas relacionados con la enfermedad manifiesta el paciente. Si el médico efectivamente considera que cumple con varias de las manifestaciones relacionadas con la afección, entonces pasará a prescribir una serie de exámenes que confirmen o descarten el lupus eritematoso sistémico. Entre estas pruebas destacan:
- Una prueba de anticuerpos antinucleares
- Una radiografía del tórax
- Un análisis de la orina
- Un conteo sanguíneo completo con fórmula leucocitaria
En todo caso, se trata de una afección bastante difícil de diagnosticar debido a que cada persona puede desarrollar diferentes patrones en lo que se refiere a los síntomas.
¿Hay un tratamiento para la enfermedad?
El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad crónica, por lo que no hay un tratamiento que lo cure de forma completa. Sin embargo, sí que se pueden seguir una serie de pautas señaladas por el médico que ayudarán a reducir los síntomas derivados de la afección:
- Antipalúdicos para el tratamiento de la artritis o de las lesiones que se desarrollan en la piel. Es el primer tratamiento que se impone a una persona con la enfermedad, independientemente del grado de gravedad de ésta o de los síntomas que manifiesta el paciente. Y es que entre sus beneficios se encuentran que ayudan a controlar la enfermedad o que disminuyen el daño irreversible que puedan sufrir los órganos.
- Medicamentos antiinflamatorios no esteroideos que ayudan a prevenir el dolor en las articulaciones y en los músculos, así como a reducir la información de las membranas que recubren el corazón y los pulmones y que provocan síntomas como el dolor o la fatiga.
- Corticoides para tratar gran parte de los síntomas relacionados con la enfermedad como son las lesiones en la piel. Sobre todo, se recomiendan en caso de que los medicamentos antiinflamatorios no hayan tenido el éxito esperado.
- Inmunosupresores, especialmente recomendados para aquellas personas que han desarrollado síntomas graves de la enfermedad, en especial para los pacientes que experimenten problemas de riñón.
Independientemente de los síntomas manifestados por el paciente, la persona puede hace vida totalmente normal, aunque siempre manteniendo las precauciones debido a que una persona con lupus eritematoso sistémico es más sensible a las infecciones. Además, se recomienda realizar deporte de forma rutinaria para mejorar la musculatura y evitar que ésta se debilite, aunque siempre realizando periodos de descanso de forma habitual para que no se produzca un exceso de fatiga.