La miosis cutánea es un tipo de afección producida por la infestación de larvas en el organismo y que se encuentra dentro de las enfermedades zoonóticas; es decir, aquellas que pueden transmitirse entre animales y seres humanos. Además de las personas, los animales con mayor propensión a sufrir esta enfermedad son los mamíferos domésticos -gatos o perros- y silvestres, aunque también se pueden dar casos en aves, reptiles o anfibios.
Por otra parte, aunque el parásito que produce la miasis cutánea se puede encontrar en cualquier parte del mundo, es en los países tropicales y subtropicales donde el riesgo de contraer la enfermedad es mayor.
¿Cómo se contrae la miasis?
El proceso de infección, ya sea en el caso de un animal o de una persona, se resume en que la mosca pone los huevos, unas 24 unidades, en la piel del húesped. Con el calor, los huevos comienzan a desarrollarse hasta que eclosionan y surge la larva, un proceso que puede tardar entre 5 y 10 semanas.
Finalmente, los gusanos se introducen en el organismo del huésped pudiendo afectar tanto a tejidos -vivos o necróticos- como a los órganos del sistema gastrointestinal, urinario, auditivo u oftalmológico. Además, las larvas también pueden encontrar una fuente de alimento en los fluidos orgánicos del huésped.
Según el parásito y la forma en que produce la infección, cualquier tipo de miasis -incluida la cutánea- se puede dividir en 3 categorías :
- Miasis facultativa: las hembras de mosca adultas ponen sus huevos en restos orgánicos como excrementos o materia en descomposición. Se denominan parásitos oportunistas y también pueden poner los huevos sobre organismos vivos.
- Miasis obligatoria: se produce en aquellos casos en los que las larvas necesitan de tejido vivo para poder proseguir con su normal proceso de desarrollo. Es decir, el huésped es imprescindible para su ciclo de vida.
- Miasis accidental: esta es la forma menos común de infectarse con la enfermedad y se produce cuando los parásitos son ingeridos por el huésped sin percatarse de ello.
Tipos de miasis
La miasis es un tipo de afección dentro de la cual se pueden encontrar varias categorías además de la cutánea. Las larvas que llegan a desarrollarse en el interior del organismo del huésped pueden llegar a infectar tejidos necróticos o vivos, tanto en la piel como en los ojos, los oídos, el tracto gastrointestinal o el urinario. Además de los huevos que la mosca parasitaria pone en la piel, otra forma de contraer la enfermedad es cuando se produce a través de heridas abiertas en la dermis o de úlceras, así como cuando los parásitos penetran por los orificios nasales o auditivos. Entre ellas destacan:
- Miasis oftálmica: cuando las larvas llegan al sistema oftalmológico produciendo síntomas como edema o dolor.
- Miasis nasal: en este caso, los parásitos pueden producir la obstrucción de los conductos nasales, produciendo gran irritación, edemas en la zona de la cara e, incluso, fiebre elevada.
- Miasis entérica: los gusanos llegan al sistema gastroinestinal produciendo gran malestar en la zona del abdomen y otros problemas intestinales que también pueden ir acompañados de fiebre.
- Miasis auditiva: este tipo de infección es una de las más graves, ya que si se produce en el oído medio las larvas pueden llegar hasta el cerebro del huésped. Una intensa sensación de comezón o un molesto zumbido dentro del oído son algunos de los síntomas de esta infección.
Miasis cutánea
Dentro de esta categoría también se puede encontrar otra clasificación que depende del tipo de mosca parásito, de la forma de infección o de las características de las larvas que se introducen en el interior del organismo del huésped.
1. Miasis foruncular
Se trata de la forma de miasis cutánea más común y está producida, principalmente, por las moscas comúnmente conocidas como moscardones. Se caracteriza por el hecho de que la infección no se produce cuando el insecto pone los huevos directamente sobre la piel del huésped, sino que éste lo hace en otros insectos como los mosquitos o sobre objetos que pueden llegar a tener contacto con la piel humana como es una prenda de ropa. Entre los síntomas destaca la sensación de notar que algo se está moviendo en una determinada zona de la dermis, así como picor o dolor agudo en el área.
Finalmente, aparece una lesión cutánea en la piel que en un primer momento puede parecerse a una picadura común de insecto pero que poco a poco irá aumentando de tamaño y en la que acabará apareciendo un pequeño agujero en el centro. Es a través de ese forúnculo donde puede salir un líquido de color amarillento o, incluso, el extremo de una de las larvas. Y es que para que los gusanos continúen su ciclo de vida una vez adquirido el status de adulto y un tamaño de entre 1 y 2'5 centímetros, deberán salir a la superficie de la piel para caer al suelo.
2. Miasis en herida
Como indica su nombre, este tipo de miasis cutánea se produce cuando las larvas se introducen en el organismo del huésped a través de laceraciones y lesiones abiertas en la piel. Sin embargo, esta no es la única vía de entrada que encuentran los gusanos, sino que también pueden penetrar a través de las mucosas de zonas como la boca, la nariz o los ojos. El tipo de mosca que produce la miasis en herida es de colores verde y negro, produciendo larvas que no sólo se aferran al tejido sano, sino también al necrótico o muerto.
3. Miasis migratoria
Las moscas que actúan en estos casos son fáciles de reconocer y, por lo tanto, de evitar. Son aquellas que rondan al ganado y a los caballos y es cuando el humano entra en contacto con un animal ya infectado cuando se produce el desarrollo de la enfermedad. Y es que estas moscas es muy poco común que pongan huevos en los humanos. Los síntomas de la miasis migratoria son fácilmente confundibles con las reacciones que produce la larva cutánea migratoria, ya que también se mueve por debajo de la piel formando heridas.
Tratamiento de la miasis cutánea
Dependiendo del tipo de maisis cutánea con el que se haya infectado el paciente, el médico puede recetar un tipo de tratamiento u otro. En términos generales, la presión sobre la piel para extraer las larvas suele ser el método más adecuado. En ocasiones, taponar la herida con algún tipo de material parecido a la vaselina puede ayudar a que los gusanos salgan a la superficie, pues necesitan de oxígeno para vivir. Eso sí, una larva muerta es mucho más difícil de extraer que una viva y en muchas ocasiones puede producir una inflamación de la zona. Une vez se han extraído las larvas puede que sea necesario aplicar desinfectante a la herida y examinar la presencia de tejido necrótico, así como usar antibióticos.