Vivimos en un mundo donde los interrogantes son múltiples y constantes. Nos encontramos ante determinados fenómenos que aparentemente carecen de explicación, pero todo ha de tener un sentido, un por qué, aunque en un principio no lo hallemos. Es el caso de la llamada mejoría de la muerte, en la cual nos centraremos en este artículo.
La transición hacia el final del túnel
Cuando un ser querido se encuentra entre la vida y la muerte, nuestro deseo de que permanezca en este mundo es tan fuerte que nos aferramos a cualquier síntoma de mejora. Sin embargo, no siempre es una buena señal, sino todo lo contrario. Es lo que sucede con la mejoría de la muerte, un fenómeno que experimentan algunos pacientes terminales. Unos días o incluso unas horas o instantes antes de que se produzca su fallecimiento, el enfermo puede aparentar una progresión que lleva a muchos a pensar que se encuentran ante la recuperación del mismo, pues le encuentran lúcido y activo. Pero esa falsa recuperación no es más que una ilusión, una especie de puente el cual conduce al paciente a la muerte. Se trata de una manifestación difícil de explicar, y la ciencia aún no ha logrado despejar esta gran incógnita.
¿Existe realmente la mejoría de la muerte?
Aún no existe un término clínico para denominar este fenómeno, e incluso se ha negado su existencia. La ausencia de datos estadísticos, una descripción o una media que lleven a la conceptualización de la mejoría de la muerte ha descartado la posibilidad de que esto suceda realmente. El método científico no puede aplicarse al no tener pruebas de ello, pues para explicar este curioso fenómeno solo podemos basarnos en testimonios personales de familiares y amigos que han presenciado cómo un ser querido les ha sorprendido mediante la manifestación de ese estado.
Desconocemos por qué sucede, y la ciencia se escuda en que se trata de un proceso de agonía e interacción que una persona exterioriza en los últimos momentos de su vida. Pero el tema es mucho más complejo, pues al parecer no se trata de un proceso exclusivo en los seres humanos, sino que también ocurriría en los animales. En el caso de las personas estamos ante un periodo de tiempo en el cual el paciente vuelve a su estado de lucidez habitual, lo que puede parecer una evolución en su estado de salud. A pesar de todo, el enfermo es consciente de que su momento ha llegado, y que la muerte está cada vez más cerca. Si bien hay casos donde el paciente, a pesar de estar al borde la muerte, ha recuperado de nuevo su energía a través de la mejoría de la muerte y finalmente ha logrado sobrevivir, esto no sería lo habitual, y en la mayoría de los casos estamos ante una falsa alarma, una sensación de que nuestro ser querido va a quedarse en este mundo, pero que finalmente lo abandona en un viaje sin retorno.
Las teorías se suceden
Las casualidades no existen, y la necesidad de encontrar un por qué ha llevado a una serie de hipótesis, como que en casos de estrés extremo y una sensación de peligro, nuestro cuerpo actúa como un mecanismo de defensa, de emergencia, intentando así el paciente terminal enfrentarse a la muerte mediante la segregación de hormonas como la adrenalina sobreponiéndose ante cualquier dolor o malestar. No obstante, no se le da un crédito total a esta teoría debido a que los enfermos más graves suelen poseer grandes disfunciones metabólicas que le incapacitan a la hora de sacar las fuerzas o reservas necesarias para continuar luchando.
Otra explicación tendría como base el sistema nervioso central. Un sistema de emergencia se activaría ante la presencia inmediata de la muerte, cobrando fuerza una energía interna que se exteriorizaría exclusivamente en estos casos de peligro.
O incluso podría tratarse de una manifestación del paciente terminal para poder despedirse de aquellos que le rodean. Bien es conocido por todos otro fenómeno que se encuentra tras la muerte, donde el fallecido no puede descansar en paz porque tiene algo pendiente en este mundo, como por ejemplo un mensaje a alguien o una simple despedida. Para que esto no suceda, el enfermo podría emplear las únicas fuerzas que le quedan para dejar todos los cabos bien atados y no dejar nada pendiente, siendo ésta la única manera de descansar en paz.
A pesar de no poder negar que la mejoría de la muerte es una realidad, hay quien ha sopesado la posibilidad de que vemos lo que queremos ver. Buscamos una determinada reacción, y, finalmente, la encontramos. Pero, ¿ocurre realmente? Nadie quiere reconocer que aquella persona a la que tanto ama está a punto de dejarle, de irse para siempre. Por ello, se trataría de una mejoría que encontramos porque la buscamos sin descanso. Cualquier síntoma de mejora es tomado como una evolución positiva, dándole un valor del que realmente carece. La agonía desaparece por unos momentos, contrastando con una exhalación de energía y vitalidad que lleva a la confusión y al optimismo. Y es que, aunque la muerte es un tema cada vez menos tabú, no estamos preparados para enfrentarnos a ella, y mucho menos a los misterios que se encuentran tras ella.
No obstante, se trata de una respuesta que genera mucha controversia, pues quien ha vivido esta situación en primera persona, esta aparente y temporal mejoría del enfermo, asegura no haber sido víctima de su imaginación, sino que la exteriorización de esa inexplicable energía producida de un día para otro, sin esperarla, ha tenido lugar realmente. Es decir, la persona enferma parece que mejora sin explicación.
Aun así, ninguna de estas explicaciones parece convencer al 100%, y mucho menos al terreno científico. Es por ello que será necesario seguir investigando sobre la mejoría de la muerte, ese extraño fenómeno que a pesar de dar un halo de esperanza acaba por llevar a una persona enferma al otro mundo. Una especie de transición que, inexorablemente, nos lleva a ese lugar al que todos estamos destinados a ir, al final del camino: la muerte.