La menopausia es uno de los momentos trascendentales en la vida de la mujer, ya que supone un cambio importante en su cuerpo. Significa el fin de la reproducción y la entrada en una etapa más madura y sosegada, pero que lleva parejos una serie de cambios hormonales que pueden afectar a la salud de la mujer. La relación entre menopausia y edad hace que los riesgos a padecer determinadas enfermedades o procesos aumenten.
Es por ello que se trata de un momento para pararse a pensar en una misma y en qué puede hacer para mejorar su salud. Por lo general, la menopausia llega a una edad -en torno a los 50- en que ya se ha criado a los hijos y la situación laboral está asentada, por lo que una puede dedicar tiempo y esfuerzo a evitar estos riesgos que, por otra parte, podrían tener consecuencias dañinas en su cuerpo.
Lo primero es tener en cuenta es que la menopausia es un proceso, no sucede de repente. Por ello, lo mejor es empezar a cuidarse con cierta antelación. Además, nunca viene de más atender las necesidades de nuestro cuerpo. Y más aún, si cabe, a partir de los 45, con el fin de prepararlo para los cambios que próximamente va a experimentar.
La subida de peso
Cada mujer es diferente, al igual que lo es cada cuerpo, así que los efectos de la menopausia no son iguales en todas. Sin embargo, podemos decir que existe una serie de factores que se reproducen en la práctica totalidad de los casos. Son conocidos los sofocos, pero también el aumento de peso, lo que puede conllevar importantes riesgos para la salud.
Diversos estudios apuntan a que durante la menopausia una mujer engorda, de media, siete kilos. Los estrógenos y la progesterona disminuyen, lo que favorece la acumulación de grasas, al igual que ocurre con las hormonas relacionadas con la masa muscular, que hacen que aparezcan michelines en el abdomen incluso cuando no se han cambiado los hábitos alimenticios.
Si a eso sumamos un estado anímico bajo que nos incita a comer más o alimentos menos saludables, el aumento de peso puede llegar a dispararse en apenas un par de años. Por lo que es un aspecto a controlar y tener en cuenta. Como en cualquier otro momento de la vida de una mujer, el peso no debe ser una obsesión, pero sí algo a tener en cuenta cuando los últimos pantalones que nos hemos comprado no nos abrochan o vemos que hemos movido dos agujeros el cinturón.
Alimentación y ejercicio físico
Tampoco se hace necesario crear una rutina exigente para perder peso, pero sí acostumbrarnos a ciertas prácticas saludables. Para empezar a cuidar nuestro cuerpo, lo primero es fijarnos en la alimentación, que sea lo más saludable posible. Hay que decir adiós a las grasas saturadas y dar la bienvenida al pescado azul, los frutos secos y los cereales integrales.
Como no, la buena alimentación ha de venir acompañada de un ejercicio adecuado. Si no eres una mujer deportista, salir a caminar, apuntarte a clases de aeróbic o acudir a nadar a la piscina pueden ser suficientes para mantener el cuerpo en forma al mismo tiempo que frenas el aumento de peso.
Estas prácticas saludables nos evitarán otros riesgos de la salud relacionados con la menopausia y la edad, como son ser más propenso a sufrir enfermedades cardiovasculares o tener colesterol alto, algo que también está relacionado con dichas dolencias.
Aparición de la depresión
Ya comentamos anteriormente cómo los cambios hormonales afectan al cuerpo de una mujer durante la menopausia. No sólo tienen una repercusión física, sino que también puede ser psicológica, ya que pueden llevar asociada la aparición de un estado depresivo.
Además de estar más baja de ánimo, los cambios físicos que está experimentando el cuerpo, como el aumento de peso, el hecho de no poder tener hijos o que haya desaparecido el apetito sexual, pueden hacer mella. Todo esto lleva a una angustia emocional que puede derivar en cambios de humor, mayor sensibilidad y, finalmente, en depresión.
Más actividad física, una dieta equilibrada o, en el los casos más extremos, un tratamiento farmacológico adecuado pueden ayudar a luchar contra la depresión que podría sobrevenir coincidiendo con la menopausia.
Cáncer de mama y menopausia
Una enfermedad de importancia y relacionada con la menopausia es el cáncer de mama. No es que sólo afecte a aquellas mujeres que han pasado por la menopausia, pero sí que el hecho de haber alcanzado esa etapa supone un incremento de las posibilidades de padecerlo. Una mujer con una menopausia natural a los 45 años tiene la mitad de riesgo de padecer cáncer de mama que la mujer que tiene la menopausia a los 55 años, por poner un ejemplo.
Es por ello que se realizan campañas informativas entre las mujeres que han cumplido los 50 años a fin de que se realicen mamografías, con las que detectar lesiones en estadios muy incipientes de la enfermedad y, por lo tanto, en caso de padecerla, poder iniciar el tratamiento con la mayor brevedad posible.
La mamografía no puede ser sustituida por la autoexploración de las mamas de la mujer, que es mucho más incierta. Aunque sí se recomienda consultar con el médico en caso de haber detectado alguna anomalía en el pecho.
Osteoporosis
La reducción del nivel de estrógenos tras la menopausia aumenta el riesgo de padecer osteoporosis, es decir, la disminución del tejido óseo. Eso provoca un aumento, entre otras cosas, de las fracturas de huesos, por ello se recomienda que las mujeres sigan unan dieta rica en calcio y vitamina D. Diversos estudios han mostrado que el ejercicio ayuda a mantener la masa ósea y reducir el riesgo de fracturas, además de favorecer el equilibrio para prevenir las caídas.