Los tumores cerebrales son un grupo patológico muy heterogéneo. Su clasificación depende de la ubicación, del tipo de tejido afectado, si es benigno o maligno y otros factores. Esto conlleva que el tratamiento adecuado parta necesariamente de un examen profundo e individualizado del caso que determine el tipo, tamaño y ubicación del mismo, además del nivel de salud general del paciente.
A continuación expondremos las principales opciones de tratamiento. De forma complementaria es fundamental que la intervención médica vaya acompañada del mantenimiento de cierta actividad física, una buena alimentación y contar con el apoyo familiar y social.
Cirugía
Para que un tumor cerebral sea extirpado quirúrgicamente debe localizarse en un lugar accesible donde el cirujano pueda trabajar y extraer la mayor parte de la masa tumorosa.
Cuando se trata de una masa compacta, pequeña y separable de los tejidos circundantes es posible que se extirpe por completo. En otros casos más complejos, el tumor se encuentra entretejido con el resto de la masa orgánica (lo que se denomina tumor infiltrado ) o bien está muy cerca de zonas que cumplen funciones esenciales que hace que la intervención suponga un elevado riesgo. Son en estos casos difíciles donde si lo considera apropiado, el médico especialista interviene para eliminar la parte del tumor que sea seguro .
Puede parecer poco eficaz pero, en muchos casos, extraer solo parte del problema supone un gran avance que permite que, a través de otras intervenciones complementarias, aumentes las posibilidades de sobrevivir la enfermedad.
Como toda intervención quirúrgica, se trata de un tratamiento invasivo que conlleva riesgo y, al tratarse de un sistema tan sensible como el nervioso aún más. Entre los riegos comunes a otras operaciones encontramos la infección o el sangrado.
Los riesgos específicos de la extirpación del tumor cerebral dependen principalmente de la zona en la que esté ubicado dependiendo de la función que cumpla el conjunto de tejidos circundantes. Por ejemplo, de encontrarse en la zona izquierda del cerebro en la zona de la oreja, podría suponer una lesión de la función del lenguaje.
Radioterapia
Se trata de un método que utiliza alta energía, como rayos X o protones, para eliminar las células tumorales. Lo más común es que la energía o radiación sea emitida por un instrumento situado fuera del cuerpo, lo que se denomina radioterapia de haz externo. En una minoría de casos, se utiliza la braquiterapia donde la máquina de radiación se introduce dentro de la persona.
Los diferentes tipos de tumor determinan si se utiliza la radioterapia de haz externo de una forma u otra. Si el tumor cerebral se sitúa en una zona localizada (tratándose por tanto por lo común de un tumor primario ) la radiación se concentra en ese lugar concreto. La radioterapia total del cerebro se limita a casos en los que el tumor se encuentra acumulado en diferentes zonas del cerebro (normalmente tumor metastásico ).
Los efectos secundarios de este tratamiento suelen aparecer entorno a las 2 o 3 semanas tras la primera sesión. La caída del cabello parcial o total es común y se recupera tras la finalización de la intervención.
Otro efecto secundario frecuente es la irritación de la piel que se caracteriza por sequedad, enrojecimiento, picor o excesiva sensibilidad. Es indispensable que el tratamiento de estos efectos sea el recomendado por un especialista médico.
También es frecuente la aparición de fatiga para la que se recomiendas ejercicios físicos con el objetivo de evitar que esta se haga cada vez más frecuente e intensa. También suelen aparecer edemas o hinchazón cerebral que se expresan en forma de dolores de cabeza o sensación de presión.
Otros síntomas algo menos frecuentes son los problemas de audición, las náuseas, vómitos, pérdida de apetito, problemas de memoria o habla y dolor de cabeza.
Radiocirugía esterotáctica
Esta intervención emplea numerosas fuentes de radiación enfocadas en matar las células de un área muy pequeña. Todos los haces de radiación se juntan en un punto donde la energía se hace lo suficientemente potente como para destruir las células malignas.
A día de hoy los especialistas cuentan con diferentes instrumentos por los que emplear esta técnica al tratar los tumores cerebrales como son el bisturí de rayos gamma o el acelerador lineal. Suele tratarse de un tratamiento en una única sesión que permite el pronto regreso del paciente a casa.
Quimioterapia
En este caso no se utiliza energía sino medicamentos para matar la masa tumoral. Estos fármacos se pueden ingerir o bien inyectar. El más utilizado es la temozolomida.
Los efectos secundarios, como es común, dependen los diferentes tipos de medicamentos, la dosis y la sensibilidad del paciente. Es común la aparición de náuseas, vómitos y la caída del cabello.
Terapia con medicamentos dirigidos
En este caso se trata de fármacos que se centran en las anomalías específicas de las células malignas. A diferencia de tratamientos más invasivos como la quimioterapia y radioterapia que también destruyen tejidos sanos, estos medicamentos consiguen bloquear las anomalías celulares cancerosas lo que hace que mueran.
Por desgracia, no se tratan de los fármacos más comunes. Sí hay algunos tipos específicos para alguno de los tumores cerebrales. En la actualidad se investiga en la búsqueda de más tipos.
¿Cuáles son las complicaciones comunes del tratamiento?
Como comentábamos la radiación y la quimioterapia producen también la destrucción de tejidos sanos. Este grave efecto secundario se denomina necrosis y se suele producir cuando las dosis de radiación son elevadas.
La necrosis puede provocar dolor de cabeza, convulsiones o incluso la muerte en un plazo bastante amplio una vez finalizado el tratamiento (entre 6 meses y 4 años).
No obstante se trata de un riesgo que ha disminuido enormemente en los últimos años por el desarrollo de las nuevas técnicas de tratamiento.
Otras complicaciones del tratamiento del tumor cerebral son los déficits neurológicos (según el área cerebral afectada), los problemas cognitivos o la reaparición del tumor.
En niños preocupa especialmente la posible lesión de la glándula pituitaria por su importancia en el aprendizaje, crecimiento y desarrollo a todos los niveles. Además la radiación durante la infancia supone un factor de riesgo para el desarrollo de ulteriores tumores.
¿Qué ocurre al finalizar el tratamiento?
La clave para finalizar el tratamiento de una patología tan grave es el seguimiento por parte del especialista en oncología. Se llevarán a cabo exámenes físicos y neurológicos con regularidad, entre ellas analíticas de sangre, resonancia magnética o TAC (tomografía axial computerizada).
Es posible, según los efectos secundarios de la intervención, que sea necesaria atención neuropsicológica, terapia ocupacional o fisioterapia para recuperar alguna de las funciones.
Este seguimiento y tratamiento complementario es importante para detectar cualquier signo de reaparición del tumor o de cualquier otra masa cancerígena en el cuerpo y controlar la recuperación del tejido nervioso y la evolución de los daños secundarios provocados por la quimio o radioterapia.