Antes de ahondar en el tema y conocer así los riesgos que supone no tratar la anemia, o no proceder de la manera adecuada, debemos tener claro en qué consiste dicha afección, la cual afecta cada vez a más personas. Se trata de una enfermedad que provoca la disminución de hemoglobina en los glóbulos rojos, los cuales desempeñan la función de suministrar el oxígeno a los tejidos. Así mismo, la hemoglobina es una proteína rica en hierro que aporta a la sangre el color rojo y gracias a la cual los glóbulos rojos transportan el oxígeno de los pulmones al resto del cuerpo.
¿A qué se debe?
Son tres las causas principales que llevan a una persona a padecer anemia : pérdida de sangre, ausencia de producción de glóbulos rojos y una velocidad superior a la habitual de destrucción de los mismos.
El origen de dichas causas puede derivarse de alguna enfermedad tales como el cáncer o la colitis ulcerosa, o algún problema de salud como pueden ser la pérdida de sangre por la reducción de plaquetas o ciertas dificultades en el proceso de coagulación. La falta de producción de glóbulos rojos puede deberse a una enfermedad crónica o renal, y en caso de sucederse una destrucción rápida de los citados glóbulos el proceso provocaría una esferocitosis hereditaria, cuyo trastorno se debe a una fragilidad extrema de los glóbulos rojos derivada de un problema genético en una de las proteínas que conforman su estructura.
No siempre se detecta a tiempo
Si bien la anemia es un mal cada vez más común, sus síntomas son casi imperceptibles en ciertas ocasiones, dificultando así que se detecte a tiempo. Este hecho resulta imprescindible para proceder a un buen diagnóstico y vencer el padecimiento. Cuanto más tiempo se tarde en identificar el problema, mayor será el periodo que transcurra hasta hallar la causa de la enfermedad, resultando incluso imposible en algunas situaciones.
Peligros de no tratar la anemia
No proceder a su diagnóstico, o intentar combatirla de una manera incorrecta, acarrea una serie de dolencias en la vida de quienes la sufren, como los citados a continuación:
Hay muchos casos en los cuales puede llevarse a cabo una hemorragia, como sucede en el proceso de la menstruación en las mujeres, sufriendo una gran pérdida de sangre.
No obstante, también se producen casos de sangrado elevado cuando una persona debe ser intervenida quirúrgicamente, siendo especialmente peligroso para aquellos que padecen anemia.
El problema es doble en las mujeres embarazadas, pues si la anemia se ha desarrollado o ha estado presente durante la gestación puede reflejarse en el nacimiento de bebés con un peso más bajo de lo normal o presentar un tamaño menor, multiplicándose así la posibilidad de tener un niño prematuro, con los inconvenientes que ello puede conllevar.
Escucha a tu cuerpo
Debido a la cantidad de males que pueden desarrollarse en el organismo de una persona con anemia, ante cualquier síntoma o dolencia el primer paso que debe darse es acudir a un médico. Las más frecuentes son:
- Palidez constante en la piel y mucosas.
- Debilidad en el pelo y/o en las uñas.
- Sequedad constante de la piel.
- Trastornos digestivos, náuseas, anorexia y estreñimiento o diarreas.
- Debilidad, cansancio ante mínimos esfuerzos, fatiga muscular y/o falta de aire.
- Mareos, palpitaciones, trastornos visuales y/o dolores de cabeza intensos y persistentes.
- Gran caída del cabello.
Si desarrollas alguno de los citados síntomas no lo dejes pasar, pues puede resultar un claro indicativo de que padezcas anemia. Sin embargo, recibir el diagnóstico correcto en la mayor brevedad posible puede incluso erradicar la afección con un simple gesto como es cambiar los hábitos alimenticios, para lograr una mayor cantidad de hierro por ejemplo. Para ello resulta fundamental detectar ante qué tipo de anemia nos encontramos, pues solo de esta manera el equipo médico podrá combatir totalmente este mal.