Con la aparición de los primeros días del verano llega, para muchos, los mejores días para relajarse y recuperar la energía tras un año de duras jornadas estudiantes y laborales. Se acaban las alergias, la operación bikini está en su máximo esplendor y, finalmente, los días de piscina, playa y campo se convierten en normativo para disfrutar de los días largos, las horas de sol y, para los amantes del campo, esas caminatas kilométricas por la sierra o las noches de acampada con los amigos. Todo motivo es bueno para disfrutar de los pocos y valiosos días de vacaciones pero, si bien los beneficios de disfrutar de esta época del año son muchos, los peligros acechan de muy diversos modos. Respiramos tranquilos por el fin de la temporada de alergias, la primavera, pero nos enfrentamos a las insolaciones y, de todos los tamaños y colores, las temidas picaduras de animales e insectos.
Conocemos a nuestros enemigos habituales en esta estación, los mosquitos y las medusas, pero junto a estos también tenemos que cuidarnos de no cruzarnos con otros como las arañas, abejas y las avispas, los escorpiones marinos, los erizos de mar o los peces araña. La picadura de cualquiera de estos seres se va a traducir no solo en picor, si no en un dolor que variará según la gravedad del mordisco y que, por suerte, disponen de tratamiento para aliviar los síntomas. Y no, no nos referimos a evitar directamente entrar en contacto, pues aunque esta estrategia es la mejor para no pasar por este mal trago, desde hace tantos años como el hombre lleva sobre la tierra existen modos para apagar los síntomas producidos por la picadura y volver a disfrutar de nuestro amado descanso.
Es la época más prolífica para los insectos y, por ello, todas las precauciones que tomemos para protegernos del picor y el dolor son pocas. Si bien existen pautas comunes para todas las picaduras -el frío, llevar mangas largas a partir del atardecer o no tocar con las manos la zona afectada- cada picadura de cada insecto tiene sus trucos para disminuir la sintomatología, y aquí en Bekia analizamos las más comunes y alguna que otra menos habitual.
Himenópteros: Abejas y Avispas
Reciben este nombre por sus alas membranosas, por lo que la mayoría de los insectos del orden de los himenópteros son voladores. Aunque hay miles de ellos, los más conocidos son las abejas, avispas, abejorros y hormigas. De estas, con las que más cuidado tenemos que tener son las tres primeras pues las hormigas, en general, no pican y aquellos de esta familia que sí lo hacen son extremadamente raras en Europa, siendo más comunes en países del continente americano, como la hormiga del fuego. Lo común que tienen estos tres insectos voladores es que, una vez se ven en peligro, se defienden atacando a su víctima inyectando un aguijón con veneno. Pero, existen leves diferencias. Las abejas tienen su aguijón serrado y, tras la picadura, este queda agarrado y, al separarse, mueren desgarradas. A diferencia de estas, las Avispas y Abejorros lo tienen retráctil, con lo que tras inyectar el veneno pueden marcharse volando vivitas y coleando.
Las formas de prevenir el ataque son varias y sencillas: no acercarse a sus colmenas -aunque las avispas los construyen en el suelo y en la zona baja de los troncos, lo que lo hace complicado de evitar- y, en el caso de que se hayan visto atraídos por alimentos dulces o el color azul, no intentar matarlas, alejarse y evitar los movimientos bruscos. Pero a veces es inevitable -por miedo o por estar desprevenidos- y, con su ataque, nos sobreviene el dolor más intenso entre las distintas mordidas de insectos y, horas más tarde, la hinchazón y el picor.
Así, salvo que seamos alérgicos, el tratamiento consiste en la toma de analgésicos si pican por zonas sensibles como párpados, cuello o labios, y aplicar frío a las zonas afectadas intentando evitar, en todo momento, tocar con las manos desnudas la herida. Y, en el caso de las abejas, extraer el aguijón sin usar pinzas porque este haría expulsar parte del veneno que quedó dentro de este. En unas horas la sensación desaparecerá pero si se alargara algunos días, habría que acudir a un profesional.
Picaduras de arañas
Los arácnidos, aunque son de los menos peligrosos, son los que más miedo suelen producir debido al desconocimiento que existe ante estas. Las arañas comparten más con escorpiones, garrapatas y ácaros que con muchos otros arácnidos, y, a pesar de que se las suele dividir entre no venenosas y venenosas en realidad, y por raro que suene, se deberían dividir más bien entre inofensivas y ofensivas, ya que todas son venenosas del mismo modo que las abejas y las avispas también lo son.
Así, y salvo que vayamos a pasar nuestras vacaciones a zonas tropicales o simplemente alejadas de nuestro país, no tenemos mucho de qué preocuparnos respecto a estos insectos. Evitando matarlas, ya que son un insecticida natural que nos protege de moscas y mosquitos, sus picaduras no suelen ser más molestas que la de los himenópteros: Una inflamación, enrojecimiento y picor. Con la aplicación del correspondiente antipruriginoso -medicamento antipicores- será suficiente para aliviar los síntomas. Por mucho miedo que se le tenga, es muy raro que la picadura de la araña común sea grave, aunque siempre hay que tener cuidado con niños y ancianos.
Dípteros: moscas y mosquitos
En realidad, si tuviéramos que elegir las picaduras más habituales del verano, tendríamos que poner a los mosquitos en la primera posición. Siendo esta su estación más prolífica, frustran las tardes y noches de todos los que procuran disfrutar del final del día. El atardecer es el momento favorito de estos insectos y, aunque las ropas de mangas largas, las mosquiteras y las velas con olores cítricos son una ayuda perfecta para evitar que se cuelen en nuestras habitaciones mientras dormimos, es difícil escapar a estos cuando nos encontramos al aire libre aprovechando una noche fresquita. Así, aunque no duelen y no solemos notar el momento del mordisco en que nos succionan la sangre, la saliva que queda en nuestro interior es la culpable del picor constante y que, cuando rascamos, se agrava por la extensión del veneno. Existen multitud de remedios debido a lo común que es recibir su picadura, y los podemos dividir en dos clases: remedios naturales y farmacéuticos. Los remedios naturales incluyen el jugo de limón, el amoniaco, manzanilla y sal. Alivian los síntomas más lentamente que sus alternativas, pero son baratos al estar hechos con ingredientes fáciles de encontrar en nuestra cocina.
Los remedios farmacéuticos incluyen, en resumen, las pomadas con hidrocortisona o calamina cuyo efecto es instantáneo y duradero. Las picaduras pueden tardar hasta un par de días en irse, aunque el picor suele desvanecerse mucho antes. Por lo demás, no tienen mucho más peligro que el de no dormir si un mosquito nos ronda la cama en las horas de sueño.
Picaduras marinas: medusas, escorpiones marinas, peces arañas y erizos de mar
Este grupo de seres vivos, a pesar de ser tan distintos, tienen en común el mismo hábitat natural: la playa. Y, por vivir donde viven, representan las picaduras que más odiamos y más nos frustran porque pueden convertir un precioso día de playa en un infierno que puede dejarnos tocados por varios días. Aunque las abejas y avispas representan a las picaduras más dolorosas -en el momento de la inyección del aguijón- este grupo es, de hecho, el de los que más molestias producen a la larga durante el proceso de recuperación. Según datos estadísticos, por otro lado, la mayor parte de las atenciones sanitarias que realizan los socorristas de Cruz Roja suelen ser picaduras de alguno de estos animales. Siendo así, ¿cómo evitarlas?
La solución más fácil es seguir los consejos y avisos del propio personal de vigilancia de la playa. La bandera roja, las alertas por medusas y los avisos que aparezcan por carteles deberían de ser seguidos siempre que indiquen peligro de medusas u otros animales marinos peligrosos. No bañarse en estas condiciones es la mejor previsión para evitar molestias mayores. Pero, y como a veces estas advertencias no aparecen hasta que se da el primer caso y, por desgracia, alguien tiene que serlo... a veces es inevitable acabar siendo afectados por la picadura de alguno de estos. En ese caso, sigue estos consejos.
Las medusas, como son transparentes, son difíciles de ver si la marea está embravecida. El veneno, que se libera directamente al contacto, produce un picor intenso que puede llegar a dormir la piel y las extremidades. Es recomendable no solo no tocar la zona afectada -el veneno se traspasa rápidamente- si no evitar tocar a la medusa si se ha agarrado con sus tentáculos rodeando parte de nuestro cuerpo pues podría acabar liberando una dosis mayor. Si nos encontramos en la playa, lo mejor es acudir rápidamente al personal sanitario que ya está preparado para atender este tipo de eventualidades y dará consejos de tratamiento. En el caso de no encontrar ayuda, se puede lavar la herida con agua salada, aplicar frío -que alivia bastante- y la aplicación con guantes de pomadas antipicores.
Las escorpiones marinas y los erizos de mar suelen vivir enterrados en la arena, así que el mayor problema de estas es que, al no verlos, los pisamos y acabamos con sus aguijones clavados en la planta del pie. Su molestia principal es el dolor de la herida cada vez que apoyamos el pie. Así, extraer los aguijones con pinzas es lo primero que hay que llevar a cabo, lavar con agua salada y, finalmente, aplicar calor a la zona afectada
Los peces araña que suelen quedar semienterrados en las zonas de baja mar -como cerca de la orilla- acaban siendo pisados por bañistas incautos y, es en ese momento, en que se produce la picadura. Producen un dolor y picor intensos al mismo tiempo que, en algunos pacientes, dolores de cabeza, nauseas y vómitos.
Lo mejor es, a diferencia de los anteriores, lavar la herida con agua dulce e introducir la zona afectada en agua caliente (alrededor de los 45 grados) durante al menos media hora o hasta que se empiece a sentir alivio del dolor (que no suele tardar más de 90 minutos). Cuando regresen las molestias, calentar un trapo con una plancha y apoyarlo en la zona afectada es una solución rápida para disminuir de nuevo el dolor. En casos muy graves, lo mejor sería ir a un médico para tratar personalmente el tema.