El aceite de palma es uno de los ingredientes principales de todo producto comestible. No solo en las comidas precocinadas se encuentra, sino que también aparece en el etiquetado de snaks, productos para huntar y envasados. Cada vez lo consumimos más habitualmente y no nos damos cuenta de lo que realmente estamos comiendo o utilizando como aditivo.
Está en casi todo
A pesar de que el aceite de palma ha sido considerado como uno de los mejores productos, por su calidad a un buen precio, con el tiempo hemos sabido algunas otras cosas que, hasta entonces, no se conocían o se ocultaban para no restar la buena imagen que tenía este componente. Su alta producción, la mejor conservación de los alimentos y su facilidad de compra hacen que este sea una de las opciones más elegidas por los consumidores y las propias empresas.
Desde el año 2011, la obligación de etiquetar los productos de consumición nutricional debían avisar al público de los problemas que pueden suponer sus ingredientes en la alimentación diaria y de dónde proceden cada uno de ellos. No todas las marcas lo hacían o las cantidades no eran las correctas. Aun así, la comparación de precios y procesos de fabricación nos ha demostrado que la gran mayoría de los productos que nos ofrecen a diario están realizados con una cantidad importante de este aceite de palma.
Su producción es masiva, el líquido extraído de su explotación es más barato -con lo que abarata también otros pasos de fabricación y distribución hasta el resultado final, que es el que compramos en las tiendas-, y su consumición es mayor de la que pensamos. Por eso te demostramos que el aceite de palma no es tan bueno como nos lo querían hacer ver.
Por qué es malo
Este producto es un aceite totalmente refinado que, una vez empieza el proceso, pierde todas sus propiedades vegetales y orgánicas. Además, no debe confundirse con un aceite de oliva como el que se produce en las zonas mediterráneas, ya que no tiene los mismos componentes ni la producción o su extracción es igual.
El aceite de palma tiene un alto contenido en grasas saturadas. Mientras que en otros productos parecidos a este su porcentaje no llega al 30%, como en el caso del aceite de oliva normal, este contiene más del 50%. Por lo tanto, lo que consumimos es mayoritariamente nutrientes malos para nuestra salud.
Es un tipo de aceite que, por la cantidad de grasas saturadas y otros nutrientes excesivos para la salud, ayuda a que se formen más enfermedades cardiovasculares o hipertensas. Al igual que pasa con la carne roja, su consumición tiene un límite diario y semanal. El problema es que este último producto lo podemos controlar más, mientras que el aceite de palma está en casi todos los alimentos que compramos o que consumimos de manera habitual.
Si rebasamos la cantidad de grasas saturadas en nuestra dieta, lo único que conseguiremos es aumentar la posibilidad de desarrollo de problemas cardiovasculares, de hipertensión e incluso fomenta la aparición de cáncer en organismos que tienen riesgo de padecerlo. Este es un problema serio de alimentación que debemos controlar más, ya que casi todo el mundo es susceptible de padecer alguna enfermedad de este tipo, sobre todo si no controlamos lo que comemos.
Cada vez es más común que aparezca en el proceso de producción de los alimentos precocinados. Derivado de este problema hay un aumento por una mala nutrición y más alimentos calóricos, produciendo así el desarrollo mayor del colesterol, sobre todo el infantil. Por eso importante no premiar a nuestros hijos con bollería o comidas envasadas que contengan este ingrediente. Lo mejor es obsequiarles con una dieta más variada y asentada en las bases de los alimentos frescos y preparados de manera casera.
También ocurre un problema ecológico. El aceite de palma se produce mayoritariamente en las zonas salvajes del Sureste asiático, como Indonesia y Malasia, además de otras geografías como el Congo o Colombia. Su reducido precio y la facilidad de explotación producen una deforestación de los bosques milenarios de las zonas afectadas, donde muchos especulan con las tierras y crean plantaciones de este producto mediante la tala y la quema de árboles. Se pierde biodiversidad, tanto animal como vegetal. Además, es un proceso muy contaminante de tierra, agua y aire.
Lo ideal es cambiar la dieta que tenemos: más productos frescos, fijarnos mejor en la etiqueta de los productos y consumir menor cantidad de alimentos precocinados. Evitar fijarnos en la comparativa de precio, porque nuestra salud es mucho más importante. No tenemos por qué eliminar del todo este producto si no se quiere, pero si sería conveniente regular la toma de alimentos que contengan este aceite de palma tan perjudicial para la salud y el medio ambiente.