El sentimiento de estrés se produce cuando tenemos muchas tareas pendientes en nuestras manos, creemos que no damos abasto, las personas de nuestro entorno familiar y laboral no nos ayuda o agradecen lo que hacemos a diario, un problema familiar nos afecta en nuestro trabajo o cualquier otra situación que nos hace sentirnos mal. La falta de apego por lo que uno hace y la pérdida de positividad son dos de las claves que hay que empezar a resolver.
Soluciona tus problemas
En este caso, buscar soluciones viables a los problemas, intentar no trasladar el problema de un campo a otro, mantener la profesionalidad y deshacerse de tareas pendientes pueden ayudarnos a combatir la ansiedad. Pero ocurre que hay ocasiones en las que no sabemos qué más hacer. Pues la solución es sencilla: empezar con la meditación.
Tu salud puede mejorar con esta técnica milenaria. Solo hay que aprender a hacerlo correctamente. Para ello te damos una serie de consejos sobre cómo puedes resolver tus problemas de ansiedad a través de la meditación.
Es necesario que intentemos dedicar un cierto tiempo de manera diaria, para dejar la mente en blanco y conseguir rebuscar en nuestro interior cuál es verdaderamente el problema que nos preocupa. Para ello necesitamos un sitio con una luminosidad tenue, un ambiente relajado y alejado de ruidos o posibles distracciones.
Cierra los ojos y déjate llevar
La respiración de manera pausada, llenando todos los pulmones de aire y siguiendo el acto de movimientos compensados ayudan a relajar cuerpo y mente. Una vez estemos preparados para ello, nos colocaremos en la posición correcta y procederemos a dejarnos llevar por la nada de nuestro pensamiento. Es difícil, aunque pueda parecer sencillo, ya que tendemos a dejar viajar nuestra conciencia y esto nos distrae de nuestra tarea. Por eso es importante hacerlo de manera continua e ir practicando con el tiempo.
La meditación ayuda a relajar nuestro cuerpo y mente, nos mejora nuestra capacidad de concentración y nos permite ver de manera más positiva aquello que nos rodea. Esta actitud es la que se consigue mediante la búsqueda de los problemas internos, alejándonos de nuestra realidad cotidiana para centrarnos en nosotros mismos. Pero, como hemos dicho antes, este paso es complicado por muy sencillo que pueda parecer.
Al principio puedes aguantar un minuto o dos, pero con el tiempo aprenderás a ampliar ese periodo de tiempo hasta donde tú quieras llegar. La meditación es un compromiso con uno mismo, por eso es mejor practicarlo solos y no estar pendiente de los demás. Después podremos centrarnos mejor en las cosas cotidianas y aprender a diferenciar qué es lo verdaderamente importante. Este paso ayuda a alejarnos de la ansiedad que podamos padecer.
La posición que debemos conseguir es una relajada, acorde con el tipo de ambiente en el que nos encontremos. Para que no nos cueste respirar, lo mejor es colocar la espalda recta, la cabeza bien erguida sobre los hombros, las piernas cruzadas sin tensarlas y los brazos apoyados sobre las rodillas. Nos dejamos llevar por la sensación que nos deja la respiración relajada, sintiendo cada uno de nuestros músculos. Llenaremos bien la caja torácica con oxígeno, cosa que no siempre hacemos y puede que duela la primera vez o incomode.
Mientras estamos en estado de meditación no se puede pensar en problemas, situaciones vividas o por vivir ni tampoco enfadarnos o sentirnos enojados por algo. Los sentimientos que debemos experimentar son relajantes, positivos y liberales. La ansiedad no tiene cabida en nuestro momento íntimo y personal. Además, debemos cerrar los ojos y sumirnos en el sonido de nuestro cuerpo.
Despertar del trance
Cuando ya estemos listos -para ello podemos poner un reloj o un cronómetro por si quieres ponerte tiempo, aunque se recomienda despertar del trance cuando el cuerpo lo pida- empezaremos por las manos. Es importante seguir este proceso para no marearnos o sentirnos desubicados al despertar. Movemos los dedos y abrimos y cerramos poco a poco las manos. A continuación, realizamos movimientos relajantes con el cuello y la cabeza, y seguimos con los ojos abriendo los párpados lentamente.