Cuando hablamos de la difteria estamos haciendo referencia a una enfermedad infecciosa que es causada por una toxina producida por la bacteria Corynebacterium diphtheriae y si no es tratada a tiempo y de la manera correcta puede llegar a ocasionar la muerte.
La bacteria que provoca la difteria suele anclarse en las mucosas de la zona de la nariz y de la garganta, lo cual desencadena en una inflamación en las membranas y un cambio de color que se torna grisáceo, a la misma vez que dificulta la respiración.
En la actualidad es muy raro que se den casos de difteria en el territorio occidental, ya que existe una vacuna generalizada que ha ayudado a que esta desaparezca y a las mejoras en la higiene entre la población, que ha evitado que esta enfermedad se propague. Muchos países, que no tienen un nivel de desarrollo muy elevado, tienen todavía epidemias de difteria, por lo que la vacuna es esencial para su erradicación.
¿Qué es la difteria y cuáles son sus síntomas?
Como hemos adelantado antes, la difteria es una enfermedad infecciosa que surgió a principios del siglo XX y en sus inicios era considerada una de las más graves, debido al alto índice de mortalidad que esta causaba. Desde el año 1940, cuando se creó la vacuna contra la difteria, la plaga de esta enfermedad se ha ido reduciendo considerablemente.
La difteria afecta sobretodo a niños menores de 5 años y esta es contagiada a través de las vías respiratorias. El contagio se produce cuando la persona infectada por la enfermedad tose o estornuda y libera las bacterias, que pueden ser recibidas por todo el que tenga a su alrededor. Una vez se ha contraído la infección, el organismo humano empieza a reaccionar mostrando una serie de signos y síntomas que nos avisan de que hemos sido contagiados por la difteria.
Entre los síntomas de la difteria podemos resaltar:
- Malestar generalizado.
- Fiebre.
- Aumento de mocos y secreción nasal.
- Tos.
- Dificultad para respirar y asfixia.
- Dolor de garganta.
- Formación de unas membranas grisáceas en la garganta adheridas a la mucosa.
En casos muy avanzados y graves de difteria, esta puede evolucionar de manera que puede provocar complicaciones. Estas complicaciones desencadenan en problemas en el corazón, daños en el riñón, daños en el sistema nervioso y, en los casos más extremos puede llegar a provocar la muerte del paciente infectado por difteria.
¿Cómo podemos tratar la difteria?
La difteria es una enfermedad que debe ser tratada de manera rápida y eficaz, ya que esto es lo que va a hacer que el enfermo supere con éxito la infección. En el caso que sospechemos que hemos sido contagiados de difteria, tendremos que actuar de manera instantánea y lo mejor para ello es acudir al médico e informarle de la situación.
Para combatir la difteria, el paciente tiene que ser ingresado en el hospital y mantenerlo aislado, ya que se trata de una enfermedad altamente contagiosa además de que así nos aseguraremos de que el enfermo cumple con el tratamiento y se encuentra mucho más vigilado por los médicos especialistas.
El tratamiento médico que se lleva a cabo con un enfermo de difteria consta de dos tipos de medicamentos. El primero de ellos la antitoxina, que se administra a través de una vía y lo que hace es neutralizar la toxina de la difteria, que es la que causa todos los síntomas. Por otro lado, los antibióticos ayudan a eliminar las bacterias presentes para evitar el contagio a otras personas.
En algunos casos se da una situación un poco extraña, ya que hay personas que no padecen los síntomas de la difteria pero si son portadoras de la enfermedad y estos pueden contagiar al resto. Por este motivo, deberán recibir un tratamiento antibiótico para que no se propague la difteria.
Al tratarse de una enfermedad que afecta principalmente a los niños, y que estos en muchas ocasiones son más débiles porque su sistema inmunológico no está formado de manera completa, tenemos que poner medidas para que estos no sean contagiados. La manera más eficaz de prevenir que nos contagiemos de la difteria a lo largo de nuestras vidas es muy importante la vacunación.