La esclerosis múltiple es una enfermedad neurológica autoinmune, crónica y desmielinizante que afecta al sistema nervioso central, es decir, que tiene efectos en el cerebro y en médula. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, la padecen unas 47.000 personas en España y cada año se diagnostican unos 1.800 nuevos casos.
La esclerosis múltiple es una enfermedad incurable, que afecta directamente a la calidad de vida de la persona. La esclerosis no es ni contagiosa ni mortal, y no afecta a la longevidad del afectado, pero sí en su movilidad.
Según las estadísticas, la esclerosis múltiple es diagnosticada en la mayoría de las ocasiones a los 32 años. Entre los 20 y los 40 es cuando empieza a desarrollarse la sintomatología. Esto es porque el estrés tiene una influencia directa en su aparición. La enfermedad empieza con una serie de crisis o brotes que van desde pérdida de sensibilidad, vista borrosa, pérdida de fuerza en las extremidades. Lo curioso es que después de estos primeros episodios, la persona se recupera completamente, son algo puntual. Sin embargo, a los diez años comienzan a dejar secuelas: el paciente no recupera la fuerza en un miembro, por ejemplo, y los síntomas cada vez duran más. A partir de ahí, los síntomas de aceleran y por lo general, se acaba en silla de ruedas. Por eso, los médicos insisten en la toma de medicamentos desde el primer síntoma, ya que un buen tratamiento retrasa muchísimo la evolución de la enfermedad. No obstante, los síntomas y el pronóstico de la esclerosis múltiple varían mucho de una persona a otra, por lo que afecta de manera diferencial a cada paciente, dándose en algunos de manera más leve.
Sin embargo, en la actualidad no hay ninguna manera de prevenir realmente la esclerosis múltiple. Ante todo, los médicos recomiendan una exposición sana a la luz solar, aunque realmente este es sólo un factor de muchos que desembocan en la esclerosis.
Científicos estadounidenses se encuentran investigando un medicamento pionero en la regeneración de la mielina (su ausencia es la causante de esta enfermedad). Hasta ahora, los tratamientos sólo intentaban frenar el avance de la esclerosis múltiple. El nuevo medicamento, el anti-lingo 1, consigue restaurar la mielina que recubre los nervios y ya se ha probado con éxito en fases tempranas de la enfermedad.
Los tratamientos de esta enfermedad son de dos tipos : por un lado, está la administración de corticoides durante el brote y los tratamientos modificadores de la evolución de la enfermedad fuera del brote. Aunque sea incurable, hay tratamiento para reducir los síntomas. De hecho, desde La Federación de Asociaciones de Esclerosis Múltiple de Andalucía (Fedema) explican que hay dos tratamientos principales, uno de ellos con un medicamento llamado Fampyra. Estos medicamentos actúan contra los síntomas de la enfermedad, retrasando el momento de usar una silla de ruedas.
El tratamiento farmacológico siempre debe ir unido a tratamientos rehabilitadores como fisioterapia, terapia ocupacional o logopedia, que no sólo consigue mejoras relativas al movimiento, sino también respecto al deterioro cognitivo que pueden experimentar algunos pacientes, a la fatiga o los altibajos emocionales.
Cómo detectar los primeros síntomas
Un diagnóstico precoz es fundamental para parar el desarrollo de la enfermedad y los posibles efectos negativos en la calidad de vida del paciente. Estos son los primeros síntomas que la persona padece:
- Vista. El paciente comienza a ver doble o borroso. En este momento, hay que acudir al oculista lo antes posible. Seguramente, el oculista derivará al paciente a un neurólogo.
- Extremidades. La pérdida de sensibilidad o de fuerza en piernas y brazos es algo complicado de relacionar con la esclerosis, ya que este síntoma también puede deberse a un pinzamiento o un problema de postura. Los afectados también suelen tener los brazos o las piernas dormidos con frecuencia. Sin embargo, esto también puede ser por problemas de circulación.
Un correcto diagnóstico de la esclerosis múltiple incluye el realizar una historia clínica y una cuidadosa exploración física. También se recomiendan exploraciones complementarias, como la resonancia magnética, la punción lumbar y análisis completos de sangre con parámetros inmunológicos.