La escoliosis consiste en una curvatura anormal de la columna vertebral, que puede detectarse si se observa frontalmente la espalda de una persona. Todo el mundo tiene una ligera desviación en la columna vertebral de manera natural. Pero, en las personas con escoliosis, en lugar de observar cómo la columna baja casi en línea recta, se advierte una desviación pronunciada que tiende a tener forma de S o de C.
Síntomas
Los síntomas de la escoliosis pueden observarse a simple vista. Como consecuencia de la curvatura anormal de la espalda, los hombros y las caderas quedan desniveladas. Además, si la persona se inclina hacia delante, podremos observar una prominencia en la espalda a modo de giba. Debemos tener en cuenta que la columna vertebral es el eje principal de nuestro esqueleto. Por eso, es lógico pensar que una desviación en su estructura ocasionará desequilibrios en todo el cuerpo.
Las consecuencias de estas deformidades de la columna suelen generar principalmente
dolores de espalda o molestias en la columna después de estar de pie o sentado durante mucho tiempo.
En los casos más graves, una curvatura muy pronunciada puede incluso dificultar el mantenerse sentado o entorpecer la marcha de la persona.
Causas
Generalmente se desconocen las causas de la escoliosis. Cuando esto es así, se dice que la escoliosis es de tipo idiopático. Como decimos, es el tipo más común y podemos clasificarla en distintos tipos de edad:
-Escoliosis infantil: en niños de tres años o menores.
-Escoliosis juvenil: en niños de 4 a 10 años.
-Escoliosis adolescente: en niños de 11 18 años.
Durante estas épocas de especial crecimiento, la desviación de la espalda en forma de escoliosis puede incrementarse en muy poco tiempo, sobre todo si no se toman medidas correctoras.
Otros tipos de escoliosis son:
-La congénita: cuando ya se observa en el momento del nacimiento, debido a una malformación de las vértebras o de las costillas del bebé.
-La neuromuscular: cuando se debe a un problema del sistema nervioso que afecte a los músculos, como en el caso de las parálisis cerebrales o de las distrofias musculares.
Detección y diagnóstico
El diagnóstico se basa en la propia observación de la columna vertebral. Sin embargo, cuando la curvatura de la espalda no es demasiado evidente, pueden ser necesarias pruebas complementarias como la radiografía, para observar con detenimiento la forma de la columna vertebral. Es importante, en todos los seguimientos pediátricos, atender al crecimiento corporal de los niños, para detectar de forma precoz estas posibles anormalidades e intervenir cuanto antes.
Tratamiento
El tipo del tratamiento que se lleve a cabo dependerá de muchos factores, como la causa, la localización o el tamaño de la escoliosis. Además, hay que valorar si el cuerpo aún está en crecimiento. Es posible que los médicos recomienden la utilización de un corsé. Aunque hay diferentes tipos, el objetivo común es mejorar la curvatura, ajustando la espalda de manera que se intente corregir la escoliosis.
Otra opción es la cirugía. Es el método de elección cuando la curvatura de la espalda es tan pronunciada que impide el funcionamiento locomotor normal de la persona o cuando las molestias ocasionadas con muy intensas. También puede optarse por esta vía de tratamiento, si el niño aún está creciendo y se prevee que sin la intervención la curvatura vaya a aumentar mucho en poco tiempo.
Mediante la cirugía, se insertan unas varillas de acero de forma que se intente corregir en la medida de lo posible la curvatura.
El pronóstico depende especialmente de la gravedad de la curvatura de la escoliosis. En casos leves, el corsé suele ser suficiente y no tienen por qué haber problemas a largo plazo.
En escoliosis más pronunciadas, es probable que con el envejecimiento los dolores de espalda aumenten.
En casos que han requerido cirugía, el pronóstico dependerá también de la causa que esté ocasionando la escoliosis. En cualquier caso, el apoyo y la intervención fisioterapéutica serán básicos y necesarios.