El trastorno de la tricotilomanía es un impulso incontrolable de arrancar el pelo del cuero cabelludo, las cejas, los brazos u otras áreas del cuerpo. Este comportamiento provoca áreas calvas, sobre todo en la cabeza y en el rostro produciendo un fuerte sufrimiento en la persona que sufre dicho trastorno ya que desfigura su imagen y porque esta misma práctica, lejos de estresarle, incrementa su estrés y ansiedad.
Existen dos tipos de este trastorno obsesivo compulsivo fruto de la ansiedad y son el de tipo consciente y el automático. También se puede llegar a dar este impulso a una temprana edad, antes de los ocho años pero este suele corregirse solo y a medida que el niño se va desarrollando. No obstante, la tricotilomanía automática se da en edad más adulta y la persona que la padece no es consciente del arranque de su propio cabello mientras realiza otra actividad.
Otro tipo de TOC es la tricotilomanía consciente en el que la persona se concentra incluso en lo que está haciendo y sin poder evitarlo. Resulta raro que alguien presente y padezca de forma aislada uno de los dos tipos de tricotilomanía pues lo normal es que ambas clases de trastorno coexistan.
¿Cuáles son sus causas?
Resulta algo normal que, al principio, la persona que sufre de este trastorno intente ocultar las evidencias en su cuero cabelludo para evitar el rechazo social. Las relaciones interpersonales se convierten en nulas e incluso la tricotilomanía puede afectar al desempeño laboral y estudiantil de quien lo sufre. La falta de control de este trastorno provoca una profunda vergüenza en el sujeto que la sufre y esto afecta gravemente a su autoestima.
La comunidad científica todavía no ha establecido de forma consensuada cuáles son las verdaderas causas que provocan este trastorno. Sin embargo, se conoce que, en muchos casos, este está asociado a sucesos estresastes y a personalidades obsesivas. Otros expertos creen que este comportamiento simplemente se trata de un hábito convertido en impulso obsesivo por la sensación de bienestar y gratificación que la persona siente después de arrancarse el cabello.
Tratamiento contra la tricotilomanía
En el momento en el que la tricotilomanía se convierte en un trastorno de consecuencias mentales fatales, lo ideal es tratar de profundizar en la causa que lo provoca e intentar tratarlo para así poderlo superar. Para conseguir acabar con el problema, el tratamiento debe ir encaminado a cambiar la conducta y comportamiento del paciente.
Enseñar a controlar los impulsos e intentar descubrir el origen del problema son dos claves esenciales para convivir con este trastorno obsesivo compulsivo y hacer que este no interfiera en la persona que lo sufre ni en sus relaciones. Se recomienda, cuando el caso es muy exagerado, seguir un tratamiento psicológico o psiquiátrico para poderlo superar.
Existen diversas técnicas que ayudan a que el paciente aprenda a controlarse e identificar el por qué de los tirones después de convencerse que lo suyo es un verdadero problema y que debe de tratarse. La dificultad y la clave para conseguir superar o convivir con este trastorno será dilucidar el grado de obsesión y qué es lo que la causa.
Consejos para convivir con este trastorno
La ayuda de un médico especialista será decisiva a la hora de poner solución a este trastorno obsesivo compulsivo en el que la ansiedad y el estrés desempeñan los papeles protagonistas. Aún así y a pesar de lo necesario de un médico, existen varias alternativas y consejos que se pueden poner en práctica como complemento al tratamiento correspondiente.
- Es muy recomendable que los enfermos de tricotilomanía mantengan siempre su cuero cabelludo lo más limpio y brillante posible. La tendencia a arrancarse el pelo es mayor cuando este presenta un aspecto desaliñado y sucio por lo que tenerlo cuidado y bonito hará que a la persona le de más reparo arrancárselo y se vea mejor con él así. El uso de un champú que ayude a fortalecer la raíz y actúe contra la caída del pelo resultará también muy conveniente.
- Algo para combatir los ratos libres en los que, por aburrimiento, una persona enferma puede llegar al extremo de arrancarse el pelo, puede ser la realización de ejercicio físico. Hacer deporte ayudará a gastar energías y a eliminar el estrés. Practicar yoga, meditación y otras técnicas de relajación también ayudarán a la persona enferma ya que reducirán la tensión acumulada y la ansiedad.
- Visitar al médico dermatólogo puede servir como un buen método para huir de las consecuencias de la tricotilomanía. Puesto que el especialista es capaz de detectar de forma precoz este trastorno, este mismo estará a tiempo de darle una explicación más detallada a la persona enferma y detallarle si su problema radica en un trastorno cutáneo o psicológico.
- Si las manías o los impulsos habituales se exageran, seguramente será necesario extremar la atención sobre ellas para así poder evitar que estas consigan alcanzar una intensidad mayor y se conviertan en trastornos obsesivos. La ansiedad y los sentimientos de culpa en el paciente es algo que se debe evitar. En este sentido, los familiares, amigos y demás personas del entorno del enfermo jugarán un papel muy importante a la hora de detectar cualquier anomalía y también a la hora de ayudar al sujeto.
Al ser este un problema, en principio, psicológico, el tratamiento de este trastorno obsesivo compulsivo también se centra en ese aspecto aunque también existe la posibilidad de acompañarlo con fármacos, sobre todo en los primeros momentos, para ayudar al enfermo a controlar sus impulsos. Actualmente y a pesar de los avances conseguidos en este campo, todavía no existe un tratamiento único para este trastorno que se considere eficaz por sí mismo.
Por otro lado, la realización de terapias sobre la tricotilomanía también depende del tratamiento que ha de seguir la persona con respecto al trastorno principal al que suele ir acompañada esta enfermedad. Ya sea esta causada por depresión, por el trastorno obsesivo compulsivo y cuadros de ansiedad, el trastorno límite de la personalidad o la esquizofrenia, cada tratamiento a seguir tendrá que ser evaluado con el fin de poder curar a la persona enferma y ayudarle a superar este problema o, al menos, apaliar sus consecuencias personales y físicas.