La pregorexia es un trastorno alimenticio que tiene una mujer embarazada por el cual empieza a preocuparse por su peso y por los alimento que consume. Se le conoce como la anorexia de las embarazadas. Está relacionada con la obsesión de algunas mujeres por no subir más peso que el que el propio feto tiene para no perder su figura una vez den a luz. La pregorexia suele hacer aparición tras los tres primeros meses de embarazo. Una vez pasan estos, el cuerpo de la mujer embarazada empieza realmente a dar signos de que una vida está creciendo en su interior.
El hecho de que una mujer haya tenido previamente trastornos alimenticios puede hacer que sea una firme candidata a padecer pregorexia, aunque no siempre están relacionados los casos con esta causa. Muchas son las mujeres que no aceptan del todo el cambio que está sufriendo su cuerpo por el crecimiento del feto. Aunque entiendan que es normal coger peso y engordar, no se siente a gusto con la subida de kilos.
Para el diagnóstico de este trastorno será necesaria la colaboración de todas aquellas personas que acompañen a la futura madre en su día a día. Ellas serán las encargadas de saber si no come correctamente o si ha suprimido algunos alimentos esenciales por sus nutrientes por la simple razón de no querer engordar.
Signos de la pregorexia.
1. Leve subida de peso durante el embarazo. Cuando el peso de una mujer embarazada no aumenta como debería es sinónimo de que algo no va como debiera. Puede deberse al feto o a la propia mujer. Una de las razones puede ser la pregorexia por la mala alimentación de la futura madre.
2. Aumento de la actividad física. A las embarazadas, muchas veces se las recomienda andar para que la subida de peso no sea mucha. Aun así, hay mujeres que van mucho más allá. De una ligero paseo pasan a una actividad física mucho más fuerte que, aunque ayude a bajar más peso, puede que no sea lo más adecuado para la salud de la propia madre ni para la del feto.
3. Vómitos. Existen los típicos vómitos relacionados con el embarazo o con algún que otro mareo, esos entran dentro de la normalidad. El problema viene cuando los vómitos tienen lugar justo después de las comidas con la única misión de expulsar la comida ingerida para no sumar kilos. Con los alimentos también se expulsan los nutrientes tan necesarios para la alimentación del feto.
4. Obsesión con el peso. Cuando veamos a una embarazada que habla demasiado sobre el peso que está cogiendo u observemos que está controlando de manera casi obsesiva los kilos que sube o baja, deberemos ponernos en alerta. Es igual de malo no prestar atención a esos kilos que desentenderse, pero siempre habrá que buscar un punto medio donde sólo se busque un estado de salud óptimo.
5. Alimentación restrictiva. Es muy sospechoso ver a una embarazada no tener una alimentación rica en todo tipo de nutrientes. Sobre todo, deberemos poner principal atención cuando la ingesta de calorías se vea sospechosamente reducida sin una razón aparente que justifique tal acción.
Prevención y tratamiento de la pregorexia.
El primer paso para saber si una mujer embarazada está padeciendo o no el trastorno alimenticio llamado pregorexia es fijarse en sus hábitos alimenticios. Observando la alimentación que lleva día a día sabremos si realmente está pasando por esta obsesión por la subida de peso. Esta atención deberá ser más exhaustiva cuando se trate de una mujer que haya tenido anteriormente trastornos alimenticios como la bulimia o la anorexia. En estos casos, la probabilidad de que pases por la pregorexia es mayor porque el aumento de peso es inevitable por el crecimiento del feto.
Una vez que las sospechas sean confirmadas, habrá que hablar con la mujer embarazada para hacerle entrar en razón de que si sigue con esa conducta va a acabar teniendo consecuencias tanto para ella como para el feto. Éstas van desde un parto prematuro hasta un aborto espontáneo. Dependiendo de la gravedad, habrá que poner el caso o no en manos de terapeutas que lo traten.
Para algunas mujeres no es fácil aceptar que tienen un trastorno alimenticio o, directamente, no lo quieren reconocer. Por lo tanto, habrá que hablar con ellas de manera calmada, no presionar a la hora de la comida buscando que ingiera más e ir poco a poco animándola. Tiene que empezar a ver que de la ingesta correcta de nutrientes dependerá la salud del hijo que con tanto cariño espera. Como madre, deberá darle a su hijo todo lo que necesita para que crezca sano y fuerte desde su formación en el vientre materno.