El síndrome de SAPHO es considerado como una enfermedad rara que puede afectar a personas de todas las edades, desde la cuarentena de días de haber nacido, hasta personas en una edad adulta avanzada. Su raro nombre ha sido creado como un acrónimo, es decir corresponde a las siglas de las enfermedades o síntomas más frecuentes que supone, que son Sinovitis, Acné, Pustulosis, Hiperostosis y Osteítis.
Por tanto este síndrome afecta a muchas zonas del cuerpo, y no necesariamente de manera simultánea. Las personas que lo padecen suelen tener rachas o puntos más águdos y suaves de la enfermedad, que se atenuarán con un tratamiento adecuado, dependiendo del síntoma o alteración más latente en el momento del diagnóstico.
El síndrome de sapho es de descubrimiento reciente, siendo los primeros casos diagnosticados bajo este nombre a finales del siglo XX. Se denomina este síndrome como un conjunto de alteraciones de procedencia autoinflamatoria que afecta de forma cutánea y osteoarticular.
Causas
Realmente no se conocen las causas claras de la procedencia de que este síndrome y sus alteraciones aparezcan, ya que lo pueden hacer a cualquier edad y en cualquier persona. De media aparece entre los 30 y 40 años de edad y sobre todo afecta al género femenino. Los estudios en la materia de la enfermedad se han dirigido hacia una causa que podría encontrarse en un factor genético, aunque la mayoría coinciden en que el origen más probable sea a través de las bacterias.
Síntomas del síndrome de sapho
Los síntomas que afectan a este síndrome son en su mayoría superficiales, y son los que dan nombre a las alteraciones que forman el acrónimo por el que es conocido. Por una parte están las alteraciones osteoarticulares que provocan dolores sobre todo en la zona torácica anterior, es decir en la parte del torso de las personas. Éstas padecerán un dolor agudo o incluso tumefacción o hinchazón en dicha zona, viéndose más pronunciada. De la misma forma pueden verse afectada las articulaciones, sobre todo las manos y los pies y la zona del sacro, en la parte más baja de la espalda, llegando a afectar a la zona lumbar, provocando un dolor muy molesto.
Por otra parte podemos encontrar los síntomas cutáneos que son los más visibles ya que llegan a provocar grandes erupciones. Hablamos de un acné profundo, sobre todo en la zona del rostro y lesiones cutáneas en el cuero cabelludo. Una de las alteraciones que da nombre al síndrome de sapho es la pustulosis palmoplantar,que son una gran cantidad de llagas en la palma de las manos y los pies, que se convierten en pequeñas postillas. En el resto del cuerpo, el síndrome puede presentarse como psoriasis.
Diagnóstico y tratamiento
Como hemos comentado anteriormente, los distintos síntomas o alteraciones no tienen por qué provocarse a la vez. Es decir, una persona puede estar presentando dolores o alteraciones osteoarticulares provenientes del síndrome de sapho, pero no presentar ningún síntoma cutáneo que sea visible. Esto supone una gran dificultad a la hora de realizar un primer diagnóstico acertado del problema ante el que nos encontramos. Se llevará siempre a cabo el diagnóstico mediante un estudio de imagen.
En el caso en que el diagnóstico sea positivo y nos encontremos ante una persona con síndrome de sapho, el tratamiento llevado a cabo variará en función de los síntomas o alteraciones que se vean más pronunciadas. Para el dolor y la inflamación de las articulaciones se administrarán medicamentos antiiflamatorios e incluso se alternarán con otros de tipo corticoesteroide. Por otra parte para los problemas cutáneos se utilizarán pomadas, en la mayuoría de los casos que lleven en sus componentes antibióticos y/o corticoides. También se ha contemplado que en las personas que tengan las articulaciones o huesos más doloridos y las zonas inflamadas, la fisioterapia es un buen aliado.
El síndrome de sapho no tiene una cura, ya que como hemos comentado la mayoría de los pacientes con esta anomalía pasan por épocas o brotes de la enfermedad, por lo que no hay un tratamiento final ya que la cura puede producirse de forma espontánea. Con el paso de los años y si la enfermedad persiste, puede llegar a tener otras complicaciones como dolor crónico o deterioro de los huesos que se han visto afectados con regularidad.