El síndrome de Hikikomori es un trastorno psicológico que consiste en personas que deciden encerrarse en sus habitaciones para no salir más de ellas. La mayoría de los afectados son adolescentes que deciden abandonar la sociedad y pasar a vivir una vida enteramente individual, sin tener contacto con nadie, ni siquiera la familia. Este síndrome es muy famoso en países orientales como en Japón, de hecho, ahí es donde tuvo su origen. Fue acuñado por primera vez por el psiquiatra Tamaki Saito, una eminencia en Japón, y literalmente significa "estar recluido" en japonés. Actualmente en Japón lo padecen jóvenes a partir de los 15 años y muchas veces se cronifica hasta pasados los 40.
Los criterios de inclusión para este síndrome es el aislamiento social y voluntario en personas sin síntomas psicóticos durante al menos medio año. Desean fervientemente estar solos y no tienen relación con nadie, ni siquiera hablan con la familia más de lo estrictamente necesario.
¿Por qué deciden aislarse?
Normalmente se trata de varones adolescentes que por deseo propio deciden aislarse en su propio mundo. El hikikomori no lo es de un día para otro sino que hay una evolución. El caso más común es el típico chico adolescente, tímido y con unas altas expectativas de logro por parte de los padres, y a veces, con cierta vulnerabilidad a la ansiedad. Si la presión en el instituto o en la familia es muy grande pueden desencadenarse crisis de ansiedad que lleven al adolescente a buscar un sitio seguro donde no sea tanta esa presión. Otras veces una experiencia traumática como sufrir episodios de acoso escolar o bullying pueden llevar al absentismo escolar durante un tiempo. Si esta situación se alarga el adolescente nunca se enfrentará a sus miedos porque está más cómodo en casa, se siente seguro en su habitación, llegando un punto en el que la ansiedad se disparará ante cualquier estímulo exterior, por temor a salir de su zona de confort.
Los hikikomoris pasan su tiempo en la habitación jugando a videojuegos, viendo series, películas, animación japonesa (animes), leyendo libros o manga... En solo un 10% la persona navega in Internet regularmente (al contrario de lo que suele pensarse), por eso una persona adicta a los videojuegos no debe confundirse nunca con un hikikomori, los motivos que impulsaron el aislamiento son distintos. Tampoco deben confundirse con las personas agorafóbicas, las cuáles puedes llevar una vida "normalizada" dentro de su lugar seguro (llamar por teléfono, recibir amigos, etc), su casa. Sin embargo, los hikikomoris no, incluso dentro de su entorno de seguridad son incapaces de hablar con la familia, sienten apatía hacia todo lo externo unido al miedo de salir de su zona de seguridad.
Causas del trastorno
Como en muchos otros trastornos no hay una causa directa pero si factores de riesgo. Los más relevantes son:
-La presión social: Japón es una sociedad muy comunitaria, lo cual tiene sus ventajas e inconvenientes. Como ventajas, los japoneses trabajan mucho y se cuidan los unos a los otros, recompensando a los que siguen la norma. Sin embargo, no está bien visto ser salirse de esa normalidad y destacar, tanto en lo malo como en lo bueno (incluso es difícil que los japoneses reconozcan los éxitos propios). En este sentido, una persona que no tiene trabajo se ve como una persona vaga y poco ambiciosa, que está en esa situación porque quiere y no porque no puede. Por tanto, la presión hacia el éxito es muy grande y muchos adolescentes son incapaces de afrontar tal grado de estrés, una forma de huir de esa realidad opresora es encerrándose en un lugar seguro para no salir jamás. Es más común cuando se trata de hijos únicos porque la presión no se "reparte" entre los hermanos, recaen en la misma persona.
-La conformidad de la familia: en Japón es normal que bajo el mismo techo convivan varias generaciones, por lo que los hijos a menudo suelen vivir con sus padres hasta que se casan (aunque suelen hacerlo más jóvenes que en occidente). No existe la presión de que los hijos se independicen y se marchen de casa. Además a menudo los padres son demasiado complacientes y no saben como responder a las negativas del hijo. Por otro lado, el no querer llamar la atención hace que los padres oculten la condición de su hijo porque para ellos es una vergüenza, como una prueba de que no son buenos padres, por lo que no buscan tratamiento y dejan que se cronifique la situación. Desgraciadamente, cuanto más tiempo pasa el adolescente encerrado más difícil es que salga al exterior.
-Ser varón y adolescente: aunque también existen mujeres con este trastorno lo cierto es que es más alto el porcentaje en hombres adolescentes, la media son los 15 años de edad.
- Acoso escolar: desgraciadamente en Japón existe un gran número de adolescentes sufridores de bullying, lo cual es un factor de riesgo importante para convertirse en hikikomori.
Riesgos del trastorno
-Consecuencias físicas. Los jóvenes pasan la mayor parte del día durmiendo y solo hacen vida nocturna, cuando el resto de la familia descansa, por eso, la falta de luz natural, mala alimentación y no practicar nada de ejercicio producen anemia y fragilidad en los huesos. Por otro lado, también hay riesgo de infecciones debido a la gran cantidad de basura y otros desperdicios que estas personas llegan a acumular en la habitación y a las llagas que muchos desarrollan por estar en la misma posición durante tanto tiempo.
-Consecuencias psicológicas. Estar recluido en tu habitación tiene consecuencias psicológicas muy graves, y más si no te dejas ayudar. El adolescente que decide encerrarse sufre un miedo social que le paraliza y no le deja continuar con su vida, al mantenerse el aislamiento esos miedos pueden convertirse en otros trastornos de ansiedad como la fobia social, agorafobia, depresión, un trastorno delirante, etc. Suelen convertirse también en personas irritables, infantiles e incluso violentas con sus seres queridos, montando verdaderas pataletas si les intentan sacar a la fuerza de la habitación, llegando los padres a evitar ese punto. A largo plazo también existe riesgo de suicidio.
Actualmente el trastorno es poco conocido fuera de Japón y aunque en España se ha detectado algún caso no ha llegado a ser preocupante.