Habitualmente denominamos de una forma coloquial a diversas condiciones médicas frecuentes sin conocer el término médico para referirnos a ellas. Es el caso del síncope, término específico de lo que se conoce comúnmente como desmayo o lipotimia.
Un síncope es una pérdida del conocimiento que se produce de manera repentina y transitoria. Además de la pérdida de la conciencia se pierde el tono postural, aunque ambas se recuperan totalmente en un plazo corto de tiempo, generalmente a los pocos minutos. Se produce por una disminución del flujo sanguíneo que llega al cerebro, perdiendo así el nivel necesario de oxigenación cerebral.
Es un motivo muy frecuente de consultas médicas en atención primaria así como en los servicios de urgencias. Se estima que entre el 30 y el 50 por ciento de la población lo padecerá en algún momento de su vida.
Tipos de síncopes.
Aunque existen diversas clasificaciones, debido a la etiología tan variada de los síncopes, generalmente se diferencian tres tipos:
-El síncope vasovagal : La pérdida de conciencia es corta y la recuperación es espontánea. Es decir, la persona permanecerá desmayada durante un breve periodo de tiempo y volverá a su estado normal sin ningún tipo de intervención. En estos casos, al cerebro llega una menor cantidad de sangre porque el sistema nervioso autónomo reduce la frecuencia de los latidos del corazón, lo que se conoce como bradicardia. Generalmente, los síncopes de este tipo vienen precedidos por síntomas como mareos y son muchas las causas por las que puede desencadenarse. Por ejemplo, sufrir un calor excesivo, encontrarse en un lugar abarrotado de gente o sentirse agobiado. También puede darse después de sufrir un dolor agudo y repentino o por toser demasiado fuerte, haciendo un esfuerzo intenso. Ciertas emociones como el miedo, el estrés o la ansiedad pueden desencadenar también un síncope vasovagal. Otras causas que pueden provocar el síncope son el consumo de medicamentos que hacen descender la presión arterial, tener niveles bajos de azúcar en sangre, el consumo de alcohol y otras drogas, incorporarse de posición acostado a sentado de forma muy repentina o tener deshidratación o un sangrado grave. Este tipo de síncopes es el más habitual y es muy frecuente en mujeres jóvenes, en la edad adolescente.
-El síncope de origen cardíaco : Está ocasionado por problemas relacionados con el ritmo del corazón. En este caso, no suele ir precedido de síntomas característicos como el mareo, la sudoración o las náuseas, si no que es repentino y el paciente no es consciente de su desmayo, aunque la recuperación también es espontánea. Es característico de personas mayores, por encima de los 65 años y el mayor riesgo que conlleva es la enfermedad cardíaca que lo origina.
-El síncope neuronal : La principal diferencia respecto a los otros dos tipos es que la recuperación no es espontánea. El paciente, al despertar del desmayo, se encuentra adormecido y tarda en recuperarse. En estos casos pueden ser consecuencia de un ictus, una hemorragia o una crisis epiléptica.
El riesgo principal de los síncopes no es ni más ni menos que la pérdida del tono muscular, que hace que la persona se caiga de forma repentina. Las consecuentes lesiones y traumatismos sufridas por la caída suelen ser habituales en los servicios de emergencias. Por eso es recomendable sentarse en el suelo o tumbarse ante la presencia de los pródromos del síncope, como el mareo, las náuseas o la pérdida de visión, especialmente en aquellas personas que ya han padecido algún síncope de tipo vasovagal con anterioridad.
La persona que sufre síncopes vasovagales frecuentes puede aprender a distinguir aquellas situaciones que los provocan y así intentar evitarlas o modificarlas.
Cómo reaccionar ante un síncope.
Es recomendable llamar al servicio de urgencias si una persona sufre un síncope, especialmente en los siguientes casos:
- Si es la primera vez que padece un síncope.
- Si ha sufrido un golpe en la caída.
- Si no recupera el conocimiento pasados dos minutos.
- Si se trata de una mujer embarazada.
- Si la persona tiene más de 50 años.
- Si es una persona diabética.
- Si previamente o después del desmayo siente un dolor agudo en el pecho o los latidos del corazón son demasiado fuertes y de ritmo irregular.
- Si durante el desmayo la persona ha perdido el control de los esfínteres.
- Si están alterados el lenguaje, la visión o el movimiento y la coordinación tras el síncope.
- Si durante el síncope la persona presenta convulsiones.
A menudo los síncopes se confunden con una crisis epiléptica porque durante un síncope real una persona puede tener contracciones musculares similares a una convulsión. Sin embargo, las convulsiones de la epilepsia son generalizadas, con movimientos muy amplios.
¿Debo acudir a mi médico si he sufrido un síncope?
Es importante acudir a los servicios médicos para establecer las causas que han producido el síncope o los síncopes, especialmente en el caso de que estos se repitan con frecuencia. El médico solicitará al paciente la información necesaria para completar la historia clínica, conociendo los desencadenantes y síntomas iniciales, cómo ha sido el desmayo y la forma de recuperarse. También será básico saber la historia de los síncopes en cuanto a su cronología, cuándo han aparecido y cuál es su frecuencia.
La exploración física también es importante. Suele hacerse una prueba de glucemia para comprobar el nivel de azúcar en sangre y descartar así una hipoglucemia. Si los niveles son bajos, se recomienda que el paciente ingiera de forma rápida un alimento con alto contenido en azúcar, que le ayudará a recuperarse.
Además, a todos los pacientes debería realizárseles un electrocardiograma para descartar cualquier tipo de problema en el ritmo cardíaco y así diferenciar si se trata de un síncope vasovagal o cardíaco.
Cuando una persona sufre un síncope, mientras los servicios médicos acuden, debemos tomar una serie de medidas si alguien se ha desmayado junto a nosotros para miniminzar el riesgo de lesiones:
- Aflojarle la ropa, especialmente aquellos elementos en torno al cuello y el pecho.
- Elevarle los pies por encima de la altura del corazón.
-Girarle de lado, sobre todo si la persona vomita durante el desmayo.
-Una vez que recupera el conocimiento, es recomendable que la persona permanezca sentada durante unos minutos, preferiblemente con la cabeza inclinada sobre las rodillas, en un ambiente fresco y tranquilo.